rosario

Jueves, 11 de enero de 2007

CONTRATAPA

Tórridos apuntes automáticos

 Por Eugenio Previgliano

La vida me gusta así -dice- porque de otra manera -agrega- sería demasiado sencillo y las cosas sencillas para mí -cierra- no son. Es imposible más dolor: ni eso alcanza; he puesto todo -dice- lo que tenía y lo que podía tener, futuro, presente y otros días, he puesto a plazo mis esperanzas y clausurado todo camino de vuelta. Quisiera tener una moral férrea a la que asirme: saber que hay algo para toda la vida, aunque no sea más que la misma muerte. Pero ¿cómo moriré mi muerte? ¿cuándo? Templanza: qué más me falta si no es templanza y otras cosas así de etéreas. Beber no es sólo un pasatiempo:lleva entrenamiento, cuesta dinero, hay que sostenerlo, yo te digo -dice- esto que hacemos a veces de pasar la noche bebiendo es realmente un esfuerzo, cansa.

Pude ﷓agrega﷓ haber sido un niño ejemplar, modelo, gozar, una vida burguesa, jugar al polo. Elegí nadar en aguas bravas, así nos va.

Del amor me queda -cuenta- una semblanza cierta, pero qué queda ¿dolor? ¿lo habíamos sospechado? Sabemos que es una aventura incierta, una especie de camino que se trifurca, un ensayo interrupto, una colección infrecuente de malentendidos.

Solo: toda la tarde sofocado por el calor, mirando el muro del aire luz, los vidrios traslúcidos de las ventanas de enfrente, tocando una melodía sinuosa y cálida con el saxo alto, leyendo de la partitura en el atril la melodía fina y conocida de "Dama Sofisticada". Peor habría sido recibir el año con la dama sofisticada en medio de este calor, sin aire acondicionado, la piel pegajosa, sabiéndola molesta, un disgusto cierto.

Bebo: la corriente del río no se muestra en la noche tórrida, la adivino entre mosquitos que zumban la costa llevando el agua hacia la mar distante. En realidad no es que extrañe el rolido del barco, es la navegación lo que me haría falta.

Amigos: algunos llaman, dicen, preguntan, sugieren, invitan. Es un disgusto en un día como este tener que negarme a tantos agasajos.

Un largo baño: pensé que inmersarme, flotar, perfumar las aguas, ver burbujas, oler sentir, flotar otra vez y esperar que la tarde pase iba a devolverme el esplendor perdido. Mojado, trato de no arruinar el parquet de por vida; seco empiezo otra vez a transpirar el calor agobiante.

"Porque hacía calor" dijo el protagonista de L'étranger que le había disparado. Me alegro de no tener armas.

No es en rigor la soledad, lo que me incomoda es lo asimétrico: yo abandoné todo de la mano de la ilusión; ella sigue derivando con la corriente en su moral victoriana; oh Jane Austen, niña primorosa eternamente sonriente en la National Art Gallery de Londres, vuelve de la muerte con tus novelas escritas para Hollywood a calmar mi dolor! Ni sensatez ni orgullo ni quien sabe sentimiento queda. Sólo este horrible calor.

Deseos para el año en curso: que desees el deseo que deseo. Creo que a Saer se lo leí, me parece que él no hubiera sido capaz nunca de decirlo hablando frente a frente sin ruborizase, "el deseo de los otros también nutre nuestro deseo".

De Aldo guardo un recuerdo magnífico y veraniego: a los cincuenta y tantos tenía una amante de diecinueve que le compartía la cama de una de mis amigas. Recuerdo haberme cruzado en el ascensor yo con ellos.

Todos sabíamos en secreto todo.

Dejé -dijo- una botella de blanco en la heladera pero -completó al cabo de una de sus largas pausas- podés tomar una copa.

¿Me habrá llegado el tiempo de hablar con los muertos? Tengo muertos desde muy joven, antes amigos que parientes, así es este país, tórrido, cálido, álgido, tropical, con una pasión de bolero que sesga vidas.

Roig sí que cree en el amor; ha de ser la distancia, el clima seco o el frío invierno europeo.

Amigos escritores, ¿cómo puede ser esto? No escribiremos todos para satisfacer lo insatisfactible (qué horrible palabra). Con Sebastián un día se nos hizo tarde y ya eran las diez de la mañana y todavía estábamos en el balcón bebiendo ginebra. Qué disparate -decíamos- toda esta gente yendo a trabajar.

Es el calor -dice- pero yo sé que hay algo más que una promesa rota, y en lo que no dice, en lo que calla, en lo que habrá de secreto en su alma debe estar la respuesta: moriré solo, sin que nada haya alcanzado para que tres días antes me llame a asistirla: esa es la vida.

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