Sistema escolar

La realidad actual nos muestra una visión parcializada de la acción educativa, hoy por hoy el incentivo de gran peso es el ansiado aumento salarial. Pero es simplemente un factor más del amplio abanico de nuestro sistema escolar real. Otro factor es la calidad educativa (contenidos, recursos, implementación de las Nuevas Tecnologías y de la Información) todo en el tiempo récord dispuesto por la normativa vigente de nuestra provincia de Santa Fe. Otro punto son los alumnos: protagonistas directos y significativos de la acción de educar. Son los que realmente sufren, no por parte del maestro, sino de la misma política educativa que marca los pasos a seguir obligando a actuar con dignidad y fortaleza ante la "no escucha del clamor docente" de un salario justo y digno de un trabajador más.

Todos los habitantes, todos los ciudadanos, todos los trabajadores tienen el derecho de peticionar, de reclamar, de llamar la atención, de "expresar su opinión" ante la falta de "escucha" de sus representantes democráticos elegidos para defender su legítimo derecho de un salario digno, justo y actual de un docente, de un empleado público, de una persona que trabaja 25 horas semanales, con los beneficios de unas vacaciones de acuerdo a su antigüedad (máximo 45 días, lector, y no tres meses como se expresa comúnmente), jubilación y obra social (siempre con sus dilemas propios).

Hay algo fuerte y seguro en todo este discurso: los docentes son trabajadores y su función específica los distinguen especialmente por estar con los niños, y también con los núcleos familiares del mismo. Para esas personas como también los auxiliares docentes (como ser bibliotecarios, preceptores, secretarios, etcétera) que con alma, vocación y fortaleza permanecen en pos de sus ideales de potenciar las futuras generaciones, les dedico estas palabras de aliento, de ánimo y hasta de valor para continuar con el camino iniciado en pos de mejorar la educación de nuestros niños en nuestro caso particular en la esperanza, en el amor, en la caridad y el bien por nuestros semejantes.

Ana María Córdoba

San Luis Gonzaga