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Miércoles, 11 de enero de 2012

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Inseguridad

No creo en las estadísticas, o mejor dicho, no suscribo a la idea de que simplemente analizando una serie de números podamos determinar cómo es la realidad o en qué consiste. Pero si conozco un uso poderoso de tal ciencia es el de derrumbar mitos y leyendas.

Hecha la debida aclaración, la anécdota: en un típico asado veraniego un grupo de amigos comienza a debatir sobre un tema que, en general, unifica opiniones. La discusión versó sobre la insoportable inseguridad que se vive en la calles de la ciudad de Rosario, cifra, seguramente, de cualquier otra ciudad del país. En este breve escrito me limitaré a sacar a la luz datos que puedan iluminar una discusión que por momentos ingresaba en esferas de oscuridad asombrosas.

Tapa del diario La Capital --que no podrá ser tildado de progresista-﷓: "Los homicidios en Rosario subieron un 29 por ciento en relación a 2010". Por supuesto que si uno se queda con la letra grande dará razón a quienes aseguran que en la ciudad no se puede vivir. Vayamos, entonces, a la letra chica: "La tasa es de 13 hechos por cada cien mil habitantes. Las muertes en ocasión de robo son el 13 por ciento. Por conflictos interpersonales o familiares son el 85 por ciento."

El primero de los números no dice nada por sí solo: Honduras, 86 cada cien mil. Colombia, 40. Cali, 66. Ciudad de Juárez (México), 229, sí, leyeron bien. En Canadá, 2. EE.UU, 5,4.

Una simple comparación nos dice que en términos absolutos estamos más cerca de las tasas normales de asesinato que de los lugares donde en serio no puede uno transitar con tranquilidad. Cito nuevamente: "El homicidio en ocasión de robo, paradójicamente bajó en Rosario durante 2011. Solamente un ocho por ciento de las muertes violentas se produjeron en el marco de hechos así". Y si agregamos que por conflictos interpersonales o familiares se producen el 85 por ciento de los asesinatos debemos, necesariamente, perpetrar una pregunta: ¿dónde estamos más seguros, en el sosiego del hogar o en el infierno de la calle?

Para concluir, revisando las estadísticas de accidentes viales observo que a lo largo y a lo ancho del país los accidentes fatales triplican o cuadriplican a los asesinatos --no sólo en ocasión de robo--. Por lo tanto una pregunta surge inevitablemente: ¿propagar que no se puede salir a caminar porque los asesinos están esperando un momento de distracción para liquidarnos, cuando de hecho es más peligroso conducir un auto, es mera ingenuidad o pura ideología?

Manuel Quaranta

Docente UNR

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