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Miércoles, 16 de mayo de 2012

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Preguntar

La comparación del programa Periodismo para Todos, de Jorge Lanata, inspirándose en el hecho sufrido por Tato Bores en 1992 ante la censura que le había impuesto la jueza María Romilda Servini de Cubría (Tato montó en su ciclo un coro conformado por reconocidos periodistas y artistas que cantaron "la jueza Buruburubudía es lo más grande que hay"), es por demás de capciosa y hasta ridícula, en un país donde la libertad de expresión se ejerce plenamente y donde al periodismo se le ha otorgado una maravillosa herramienta como la Ley de Servicios Audiovisuales, garantizando el pluralismo y la diversidad de voces.

Sin canción, pero con la misma puesta escénica, Lanata llevó a su programa a decenas de periodistas con pancartas que proclamaban, entre otras cosas, por "conferencias de prensa", "queremos preguntar" y "basta de paraperiodismo".

Algunos de los periodistas invitados expresaron las preguntas imaginarias que le realizarían a Cristina Kirchner. "¿Por qué para la Presidenta el que piensa distinto es un enemigo?", indagó Magdalena Ruiz Guiñazú. "¿Qué piensa de este programa que estamos haciendo?", preguntó Fernando Bravo. Por su parte, el columnista de La Nación, Joaquín Morales Solá, pidió explicaciones por la supuesta vinculación de Amado Boudou con el caso Ciccone.

"Formamos un grupo de periodistas que queremos preguntar, hacer nuestro laburo, y cuando preguntamos, preguntamos en nombre de ustedes. Cuando no nos responden, es un problema de todos", expresó Lanata.

Esta doble moral que por un lado pugna por preguntar y por otra no preguntan absolutamente nada cuando tiene frente a sí a los hacedores del poder en Argentina, no es más que la repetición del discurso de las corporaciones y por otra parte, atenta con la libertad de expresión de aquellos que sí queremos repensar el periodismo y hacer periodismo de periodistas porque, si algo debemos entender como sociedad, es el funcionamiento de las grandes empresas mediáticas y sus sistemas de formación de opinión.

Muchos también queremos preguntar por qué estos eternos y corporativos periodistas que ahora defienden la libertad de expresión, no lo hicieron en los tiempos que mataban y asesinaban a sus propios compañeros. Por qué actuaban como censores y editorialistas de la peor dictadura que sufrió nuestro país y por qué callan ante los poderosos socios de los multimedios para los cuales trabajan. También nos gustaría saber el rol de estos periodistas durante Malvinas.

Eugenio Magliocca Piazza

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