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Miércoles, 11 de febrero de 2015

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Desatinos

Recientemente un Fiscal de la Nación que, acertado o no, investigaba, quiero creer que imparcialmente, una cuestión sensible de Estado, como fue el atentado a la AMIA, ha muerto, en circunstancias cuando menos dudosas y todos deberían, por prudencia, antes de emitir una opinión al respecto, esperar que la justicia dilucide el caso.

A partir de este hecho luctuoso y preocupante, se ha desatado en el país un verdadero aquelarre comunicacional, político e institucional pocas veces visto, al que nadie quiere faltar y que casi nada aporta al esclarecimiento del hecho ni a la tranquilidad general.

Es necesario analizar en qué contexto se produce el hecho, sobre todo cuando transitábamos un enero tranquilo, en que las apostillas electorales se centraban en ver si el oficialismo ganaba o no las elecciones del corriente año, en primera vuelta o no, frente a la orfandad patética de todo el arco opositor.

En ese panorama el diablo metió la cola como diría mi abuelo o alguien abrió la Caja de Pandora y las consecuencias están a la vista.

Mientras las empresas periodísticas de parabienes, mantienen a sus seguidores atornillados frente a los titulares y los supuestos avances del caso.

La verdad real, a esta altura, colijo que poco o nada importa, el show debe seguir y se echa mano a todo lo que ayude al debilitamiento del oficialismo, en la guerra santa desatada por la oposición y los grupos de poder aliados a ellos. Los errores políticos y la incontinencia verbal del gobierno, tampoco colaboran al aquietamiento de las aguas.

En un país serio y ante un caso de esta envergadura, el gobierno debería haber convocado a los líderes de todas las fuerzas políticas y sociales y si no lo hiciera, ellos mismos deberían haberlo exigido. En el nuestro, como en el Antón Pirulero, cada cual atiende su juego y quiere llevar agua para su propio molino.

Me parece una bajeza querer sacar réditos políticos de un hecho que nos afecta a todos y además es inexplicable que los opositores se sumen a la marcha convocada por aquellos que tienen la potestad constitucional de investigar, y que a la luz de diversos hechos graves ocurridos en 30 años de democracia, no los ha caracterizado la eficacia y profesionalidad en el cumplimiento de sus deberes. Si hubieran sido eficientes, muchos de los casos, que durante años se ventilan más por la prensa, que por lo juzgados, quizás tendrían alguna resolución y la verdad salido a la luz, cosa que no ha ocurrido.

Ricardo Luis Mascheroni Docente

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