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Jueves, 19 de febrero de 2015

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Asco, pena y risa

En la novela de temática gauchesca y tono existencialista Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes pone en boca de uno de los personajes que echa una ojeada a una tropilla de caballos esta frase: "algunos daban asco, otros pena y otros risa".

Después de leer en los periódicos y escuchar en la radio quiénes se postulan para ocupar cargos ejecutivos y legislativos a nivel municipal y provincial nos viene a la memoria la reflexión del personaje de la citada novela.

En efecto, una vez más se convoca a la población a refrendar con su voto a quiénes vivirán del trabajo colectivo por un período de cuatro años, gozando del privilegio de debatir las cuestiones comunes en ausencia de los afectados por sus decisiones. Claro mecanismo de la democracia delegativa establecido por la Constitución (provincial en este caso).

Hay para todos los gustos: deportistas, periodistas, jugadores de fútbol, predicadores religiosos, ministros de la última dictadura cívico militar (1976 1983), y otros tantos aspirantes a la representación de la llamada voluntad popular.

Hay una obra teatral de Carlos Mauricio Pacheco titulada Los disfrazados en la que a pesar de que los personajes pretenden ocultarse irrumpe la figura de Malatesta, un anarquista itinerante que transita la vida rasgando los velos de la hipocresía y las imposturas. Malatesta pone en evidencia con palabras claras y contundentes al rufián, al maltratador de mujeres, al usurero, al pícaro y los crueles que viven de lo ajeno.

Estamos en pleno carnaval, las máscaras emergen en grandes cartelones con mujeres y hombres sonrientes, slogans y promesas. Apelaciones a la confianza, a otorgar cheques en blanco a las candidatas y candidatos que se consideran dotadas y dotados de resolverlo casi todo. Como si los integrantes de la población fuésemos menores de edad o incapaces de decidir por nosotros mismos y "autogobernarnos".

Al fin y al cabo, los elegidos luego harán uso de su poder para ocultarse tras los escritorios y las bancas cuando las protestas y reclamos populares se expresen en las calles.

Pero recordemos que carnaval es efímero como las campañas electorales y después las mujeres y hombres de a pie debemos volver a la rutina laboral que nos impone el sistema vigente, el capitalismo con su lógica mercantil y consumista.

Carlos A. Solero

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