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Jueves, 14 de abril de 2011

PSICOLOGíA › CUATRO ABORDAJES DIFERENTES PARA EL TRATAMIENTO DE LAS TOXICOMANíAS

Del consumismo al sujeto

La expansión del consumo de sustancias tóxicas coincide con el apogeo del discurso capitalista, que plantea un objeto, un producto del mercado que puede colmar a la persona. Sólo el psicoanálisis aborda ese síntoma desde el sujeto.

 Por Adrián Secondo*

Nos encontramos ante la creciente problemática del flagelo de las toxicomanías que no parece estar en vías de detenerse y que fundamentalmente golpea en los estratos más jóvenes de la sociedad. Si bien las drogas siempre tuvieron reservado un lugar en la economía libidinal de los pueblos a través de todos los tiempos en nuestra época se ha propagado de manera extraordinaria. Una de las principales causas de semejante expansión parece tener que ver con el apogeo del discurso capitalista imperante en nuestros días, un falso discurso que en definitiva dice que hay un objeto, un objeto del mundo, un producto del mercado que puede reintegrarle la unidad al sujeto, colmarlo. Sobre esa base se lanzan a los mercados del mundo todo tipo de productos de la industria con la falsa promesa de devolverle a los individuos eso que le falta como consecuencia de su condición humana y de sujeto deseante. Entre los objetos que se comercializan debemos contar a las drogas que también son un producto de la industria, de la industria del narcotráfico.

Más productos que generen más consumo, se trata de consumir, se necesita que haya consumo, lo que también es promovido desde los estados. De esta manera se desarrolla la sociedad de consumo, de la que emerge como síntoma, de manera sobreadaptada, en su centro, el toxicómano como el consumidor por excelencia.

Hay muchas maneras de combatir el flagelo de las drogas, desde la lucha contra el narcotráfico, pasando por diversas formas de prevención hasta llegar a la asistencia del que ha enfermado. Se pueden resumir en cuatro las formas de tratamiento del toxicómano: en primer lugar podemos nombrar las terapias de sustitución, en la que se reemplaza la droga por otra sustancia menos nociva. En esta línea encajan los tratamientos con psicofármacos muchas veces necesarios en los casos más graves.

También están los tratamientos por la vía del saber, en los que se puede encontrar a personas capacitadas, que disponen de un saber académico o que es producto de su propia experiencia, quienes puede asumir la posición de aconsejar, instruir, capacitar y hasta llegar a explicarle al adicto las consecuencias de seguir con ese tipo de conducta compulsiva.

Otra forma de tratamiento son los que promueven la toma de conciencia respecto de la condición de enfermo pero que al mismo tiempo refuerzan las identificaciones, "vos sos adicto para siempre y no te queda otra solución que la abstinencia", y forman redes de contención para ayudar a lograr este objetivo.

Hay otra alternativa que es el tratamiento psicoanalítico, que es una clínica del sujeto, del sujeto del inconsciente. El método psicoanalítico tiene una especificidad tal que hay algo de lo que padece un sujeto que sólo puede ser captado en las redes del dispositivo analítico. Es por eso que muchos pacientes lo eligen o llegado a cierto punto de sus tratamientos anteriores deciden agregarlo para seguir avanzando, para profundizar en su descubrimiento, esta vez en la revelación de la verdad que se ocultaba detrás de sus manifestaciones sintomáticas.

Se trata de una particular forma de alojamiento del sufrimiento humano que para ayudarlo no se sirve de imposiciones, ni requiere de indicaciones, ni ningún otro tipo de sometimientos de un individuo por otro, algo tan extendido en muchas prácticas con adictos durante años.

Es una clínica que no es como las demás, que produce efectos completamente diferentes porque introduce al sujeto en otra dimensión de la mentalidad y en la que la cura viene por añadidura. Se aleja de cualquier ideal de normalidad, no somete al sujeto a la norma ni trata de hacerlo encajar, no es un método adaptativo, sino que es una clínica del deseo que permite explicitar y captar lo más singular de cada uno. Esto se sostiene también gracias al deseo del analista, que es el operador, que hace valer el derecho a la singularidad de cada uno.

*Miembro EOL Sección Rosario. A propósito de las Jornadas Anuales "Actualidad de la clínica con toxicómanos. ¿Qué posición para el analista?" de TyA (Toxicomanía y Alcoholismo) que realizará este sábado.

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En la sociedad de consumo emerge como síntoma, de manera sobreadaptada, el toxicómano como consumidor por excelencia.
 
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