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Miércoles, 16 de noviembre de 2005

OPINIóN

Dos demonios ¿otra vez?

 Por Daniel García*

La postura de la Iglesia Católica sobre los años '70 podría sorprender a algún desprevenido, pero no hay nada nuevo bajo el sol. Este no es el primer intento de la cúpula eclesiástica de defender a ultranza la teoría de los dos demonios. Una posición que está lejos de ser una "visión sesgada de la historia", por el contrario, es una actitud clara, definida, marcada a lo largo del proceso militar y aún después del advenimiento de la democracia, como una forma nefasta de justificar las atrocidades cometidas por la dictadura, y ahora, de oponerse a los juicios contra los represores que tratan de dar condigno castigo a esas atrocidades.

Es curioso que en la declaración, llamen a los fieles (que en aquella época eran adultos) a dar testimonio (sic). Me pregunto ¿qué edad tenían los obispos cuando monseñor Tortolo, Caggiano, Aramburu y tantos otros, formaban parte del gobierno de facto? ¿Cuándo permitían que arrojen al mar vivas a las monjas francesas? ¿Cuándo apresaban, desaparecían y mataban a cientos de militantes católicos? ¿Cuándo muchos prelados visitaban los centros de detención y tortura y ejercían aún mayor presión sobre los detenidos? ¿Cuándo impunemente se robaban bebés de las detenidas? Creo que es hora que ellos comiencen a dar 'testimonio' sobre estos asuntos y trataran por lo menos de subsanar en parte el enorme daño que causaron.

Este claro intento de confundir al pueblo se inscribe en el marco de tantas falacias inventadas por los mismos represores. En definitiva, es lo mismo que el conocido "algo habrán hecho" o que el actual "son todos unos

resentidos que buscan venganza". Todo esto tiene un único objetivo: anular la voluntad de justicia de quienes luchamos por ella.

Lo que debe trasmitirse a los jóvenes, como reclama la declaración, es la verdad. Hay que contarles cómo con un plan perfectamente armado, lograron instalar el proyecto neoliberal que sumió a

esta Patria en la peor de las miserias y para lo cual debieron torturar, matar y desaparecer a miles de jóvenes argentinos que se oponían a que esto sucediera.

Señores obispos, monseñor Arancedo: terminen de una buena vez con sus vanos intentos de deformar la historia para beneficio del establisment nacional y de esta ciudad de Santa Fe. Quienes cometieron delitos de lesa humanidad deben pagarlos, porque son delitos, porque son imprescriptibles y porque el derecho nacional e internacional los condena.

*Querellante en la causa 311 por delitos de lesa humanidad que se instruye en el Juzgado Federal Nº 1 de Santa Fe

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