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Lunes, 8 de diciembre de 2014

CIUDAD › UNA VíCTIMA DE VIOLENCIA DE GéNERO REALIZó UN VIDEO CON SU PROPIA HISTORIA

Sobreviviente de una pesadilla íntima

María Cristina Ponce pone la cara y la voz en el documental El género de la violencia, que cuenta los maltratos infligidos por su ex marido, ahora preso, y el intento de homicidio final. "Si lo liberan, volverá a terminar lo que empezó", teme.

 Por Lorena Panzerini

A días de que María Cristina Ponce consiguiera una exclusión de hogar para César Varela, quien la golpeaba, celaba y agredía, él volvió una madrugada de junio a la casa, le tapó la boca, la encerró en el baño, la desnudó, le ató el cable del calefón al cuello y le dijo que iba a tener que escribir dos cartas diciendo por qué se iba a suicidar. A seis meses de aquel sometimiento que duró casi 12 horas, hasta que su hija de 13 años pudo escaparse de la humilde vivienda de barrio Ghiglione, en Villa Gobernador Gálvez, la mujer advierte que por mucho tiempo fue víctima de violencia de género e hizo un cortometraje para que otras mujeres "sepan que se puede salir". El agresor está detenido desde el 19 de junio pasado y llegará a juicio acusado por una batería de delitos. "La fiscal Karina Bertocci lo acusó y pidió una pena de 15 años. Si lo dejan libre, él volverá a terminar lo que empezó cuando estuve secuestrada en mi propia casa; volverá por mí", advirtió María Cristina. En el Día de Eliminación de Violencia contra las Mujeres, fue reconocida por el Centro de Estudios Universitarios Políticos y Sociales.

Son las 9.30 del sábado, y el sol ya pega fuerte en las precarias casas de barrio Ghiglione, a metros del arroyo Saladillo. En la calle donde vive María Cristina, de 38 años, hay pasto crecido, como si pocos autos circularan por ahí. En su casa -donde reside desde que tiene seis años-, María abre una ventana que da a la calle y la brisa entra volando papeles de arriba de la mesa. Mientras terminaba de acomodarse los rizos que le llegan casi a la cintura, la mujer relató que tras una relación de catorce años, decidió separarse del padre de sus nenas de 13 y 7 años. "El era muy absorbente, controlador, manejaba todo: yo ni siquiera hacía las compras, me mantenía encerrada y si quería ver a mi familia, me reclamaba llegar a determinado horario y me intentaba convencer de que lo hacía por mí, porque según decía, la gente que me rodeaba era muy jodida".

Pero las cosas empeoraron en marzo de este año, cuando César renunció a su trabajo de taxista. María Cristina cree que él tomó esa decisión porque ella le dijo que ya no quería continuar con la relación. "Sólo iba de la pieza al baño, dormía todo el día y yo empecé a hacer cosas, porque ya no me podía quedar encerrada, entonces le cuidaba el nene de mi amiga", dijo. Al mismo tiempo, "le preguntaba a él qué pensaba hacer de su vida", y en ese momento comenzaron las agresiones físicas. "Yo hacía todo, él no salía por la puerta y empecé a pedirle que me ayude un poco, pero él me decía que no trabaje y que vivamos de la ayuda del gobierno".

Los primeros días de junio, María volvió de trabajar y César no quería abrirle la puerta. La mujer se apoyó en su amiga Sandra, que "no sabía nada de los golpes", y decidió ir a Tribunales para pedir una restricción de hogar, en el Colegiado de Familia Nº 3. Ese día, la policía lo sacó de la casa. Sin embargo, María no pudo vivir tranquila. "Me hostigaba y amenazaba por mensajes de texto, me decía que quería volver y después me basureaba", recordó.

A las 3.30 del 19 de junio, María dormía en su habitación cuando sintió "un peso en la cama". Al abrir los ojos, ya tenía la boca tapada por el hombre, que se metió por la ventana de la cocina. "Ahora vas a conocer lo que es bueno", le dijo y la tomó de los pelos para arrastrarla al baño. Su hija de 13 años se había quedado a dormir por primera vez en la casa de Sandra. La nena de 7, estaba en la cama con María. "En el baño me desnudó y me decía barbaridades, hasta que me dijo 'ahora vas a hacer dos cartas diciendo que te vas a matar, una para tu familia y otra para Tribunales, dejándome el cuidado de las nenas y la casa'. Me mordió la nariz, cortó el cable del calefón y me lo puso al cuello. Abrió la puerta de la cocina y me hizo arrodillar ante él, desnuda, y recorrer el pasillo como un perro". Además, cuando se enteró de que su hija mayor no estaba en la casa, la hizo volver. Ella le dijo que se había escapado, para que el agresor no se enojara más, frente a su permiso para que durmiera con la vecina. César encerró a las dos nenas en su habitación, y les dijo que iba a hablar con su mamá para "arreglar las cosas".

Llevó a María al cuarto matrimonial, la ató con precintos, desnuda, y abusó de ella. La víctima estaba toda ensangrentada, con las rodillas y la nariz lastimadas. El nunca le sacó el cable del cuello, y lo tironeaba ante cualquier movimiento extraño de la mujer, como cuando ella le dio con una botella de cerveza en la cabeza, sin poder hacerle daño. "Así que sos canchera y ahora te defendés", le dijo. El único miedo de María, era que el hombre atacara a las nenas. "Yo sabía que él venía a terminar conmigo y no sabía si después le iba a tocar a mis hijas", lamentó la mujer, y se le llenaron los ojos de lágrimas.

El agresor la mantuvo atada hasta pasadas las 14. Le decía que si alguien iba a golpear la puerta, los atravesaría con un machete que tenía en la mano, y que usó para romper fotos y cuadros familiares. "Mi hijo de 18 años vino y golpeó la puerta una sola vez, pero algo le impidió esperar a que le abrieran. Sintió que no tenía que quedarse; porque además a esa hora yo tenía que estar en el acto de la escuela de mi nena", dijo María.

Cuando llegó la policía, María no entendía nada. Sus hijas habían logrado salir de la habitación, con mucho sigilo, y corrieron a la casa de su abuela, a pocas cuadras. "No sé si mi mamá está viva o muerta", le dijo a su abuela, quien llamó al 911. Personal de la subcomisaría 26º detuvo al agresor. César incumplió una orden judicial de no acercarse a la casa de la víctima, pero además cometió tentativa de homicidio, secuestro, lesiones y abuso.

María Cristina escribió una carta que entregó al comedor Piecitos descalzos, donde recibió ayuda. También la hizo llegar a la presidenta Cristina Fernández, a través del puesto móvil para tramitar el DNI. Desde la Nación, recibió ayuda para comprar algunos muebles.

Tras la acusación, la causa llegará a juicio oral y María reclama "que se haga justicia", y que el agresor no quede en libertad, porque asegura que volverá a buscarla. Por eso, pidió contar su historia en un corto. "No soy actriz, soy una víctima real de violencia de género", dijo sobre lo que quería hacer.

"El género de la violencia" fue realizado por el área de género del Centro de Estudios Universitarios Políticos y Sociales, en su sede de Villa Gobernador Gálvez; y se presentó días atrás, en el marco del Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Allí, María contó su historia, con ayuda del concejal Carlos Dolce -autor del proyecto para la creación del área de la Mujer en Villa-, Silvia Augsburger y un grupo de mujeres comprometidas del equipo de género. Además, con motivo de la fecha, fue reconocida por el senador Rubén Giustiniani, en un acto en Rosario. Desde el Centro, la están ayudando con otros arreglos en su casa; aunque ella insiste: "Quiero trabajar".

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En su humilde vivienda de Villa Gobernador Gálvez, María Cristina reveló violencias extremas.
Imagen: Alberto Gentilcore
 
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