En Villa Banana funciona el grupo de trabajo al que se conoce como El Hormiguero, un nombre que deviene de la historia de militancia social de Claudio "Pocho" Lepratti cuyo trabajo se relacionó siempre con la serena y tenaz labor de las hormigas. Este Hormiguero es un colectivo de jóvenes, hombres y mujeres, que integran, entre otros, Magalí Marega, Sofía Vitali, Florencia Orpinell y Paola Colombraro quienes hacen trabajos comunitarios en la villa y se reúnen en la misma casa a la que iba Lepratti, donde todavía está la inscripción que dice: "Mensajeros de Jesús", junto a una reflexión ligada también al trabajo barrial y a los esfuerzos por buscar alternativas de participación de los sectores más postergados..."No hacen falta alas para hacer un sueño".

Es Florencia Orpinell, estudiante de psicología, quien explica que la preocupación por la temática de género surge a partir de las reuniones para plantearse qué hacer ante la problemática que tiene el barrio: el de vivienda, por supuesto, pero también la falta de suministro de luz, de agua y de gas.

"Las mujeres son el sostén principal y también el pulmotor de la organización que se va dando el barrio, entonces el ir a Tucumán tenía importancia para que ellas se fortalecieran en lo que empezaran a hacer, conocieran otras miradas y problemas comunes a muchas".

El viaje, todas coinciden, fortaleció los lazos del grupo de trabajo "y a medida que pasan las horas y los días esta relación se hace más fuerte entre nosotras", reflexiona Sofía Vitali, una estudiante de antropología.

Orpinell señala que cuando regresaron había muchas mujeres que se acercaban a preguntar y manifestaban querer tener la posibilidad de participar de otro encuentro. "Claro que todo está muy cargado por el deseo de salir del barrio, pero si a ese deseo se le pone contenido, de participación, de poder pensar cosas nuevas, el enriquecimiento será para todas las que vayan demostrando el interés que también queremos estimular".