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Viernes, 30 de diciembre de 2011

UNA DE CAL, UNA DE ARENA

En camino a una gloriosa y diversa Nación

Lejos de la sumisión a los medios masivos y su extracto digerible para la heteronorma, somos más que vedettes, modistos, musculocas y viejas de living.

 Por Marlene Wayar

De 2011 quisiera remarcar cosas que se des-contemplan a menudo en un medio de comunicación: lo pertinente es un balance comunitario y en ello saber que está comprendido lo subjetivo, caras de una misma moneda, cuestiones que generalmente se piensan erróneamente desde la oposición subjetivo-objetivo.

¿Cómo comprender lo comunitario? Como totalidad diferenciada por fuera de la heteronorma, pero de donde se recorta el movimiento, porción políticamente activa de modo consciente, ya que la comunidad produce efectos políticos, la mayoría de las veces, por inacción. El primer rasgo positivo explícito en un contexto general que se afirma enmarcado en los derechos humanos es la redistribución de bienes materiales y simbólicos, firme afianzamiento del proceso democrático y la institucionalidad. Este proceso demanda cierta representatividad que como comunidad y como movimiento no ha crecido, ni se ha formado y construido de manera democrática y solidaria, sino de modo contrario a lo que se pretende a nivel general, en un sentido retrógrado. De este modo, cualquier intento de diálogo crítico es puesto en un rápido manejo malintencionado y distractivo como una crítica amenazante y destructiva de aquel proyecto nacional amplio, no como crítica puntual a la gestión en el Estado de lxs representantes Glttbi, que además han copiado, dicho hasta el hartazgo por ellxs mismxs, de las políticas pensadas y diseñadas en España y han censurado y clausurado un diálogo democrático para que pensemos nosotrxs, aquí y ahora, sobre nuestras necesidades y demandas.

Caso significativo ha sido la Ley de Identidad de Género impuesta de modo violento y que analizada como “caso testigo” quienes llevamos activando en lo trans, no hemos sido nuevamente convocadxs a participar. Desde el Inadi (gestión Rachid) se motorizó con recursos de todxs y en gestión pública la propuesta hegemónica, nunca generando foros sino haciendo un recorte claro, y éste llevado por las provincias y bajado para iluminar sobre qué se debía apoyar. De ello surge una reacción muy sana en lxs excluidxs, de articulación en un Frente que opuso trabajo democrático y que en su complejidad fue desde donde se hizo finalmente el trabajo parlamentario que dio la media sanción a una redacción de ley que era impugnada en base al prejuicio sobre la idiotez y la incapacidad de diputadxs para comprender un discurso nuevo. Al parecer lo comprendieron y se resaltó el acceso a la salud pública, sin patologizar, judicializar ni criminalizar las identidades emergentes. Aunque finalmente con el amplio acceso a los medios, lxs obsecuentes se apropiaron de la autoría del proyecto base de construcción democrática, donde organizaciones trans históricas, noveles y juventud independiente construyeron.

De lo escuchado en el interior, muchos espacios conformados y en formación se pusieron en situación de “chusma”, como los recursos prometidos para la acción eran centralizados se impuso también la obsecuencia que cuando se practica hacia arriba se genera hacia abajo: se generó disconformidad, miedo a la exclusión y al ingreso a listas negras, silencio, terror y chusmerío cobarde.

En lo contextual la pluralidad de voces es requerida y si bien nos totaliza en una operación masificante, esto posibilitó que se escuchen varias voces, la Marcha del Orgullo con seguridad/patotas con palos en una escena que atrasaba a momentos de violencia que jamás tuvimos (si un enemigo había siempre fue la policía, no otros gays, lesbianas o travestis). Y aun así la Marcha mostró una cara más diversa a la propuesta capitalina/capitalista y uniformante gay friendly, hubo mucho más conurbano y provincia, se multiplicaron las propuestas locales de marchas y movidas.

Se vislumbra como movimiento un fructífero alejamiento de la inacción propuesto desde los espacios de poder Glttbi como monopólico/fónico. Esto es esperanzador, muchos jóvenes impulsan cambios, desconfían de lo establecido y se des-identifican.

Continúan las acciones pequeñas, poco pretenciosas y eficaces en lo concreto, como los municipios adoptando políticas públicas en salud y acceso a la educación. Se vienen fomentando cooperativas laborales, movidas culturales y manifestaciones rápidas contra el odio. Pepa Gaitán marcó un hito; toda Córdoba lo sabe, lo discutió y las organizaciones salieron del espejismo de la acción entendida en guetos clasistas y céntricos donde somos siempre lxs mismxs. ¿Qué pasa en los barrios? Sigue la violencia.

Han estallado propuestas artísticas más allá de lo mediático, crecen desmesuradas buscando el encuentro a pesar del olvido estatal. Lejos de la sumisión a los medios masivos y su extracto digerible para la heteronorma, somos más que vedettes, modistos, musculocas y viejas de living.

Perdemos los límites identitarios y los cotos de caza que suponen, todos hablamos más allá de esto propio interpelando la familia, la heteronormatividad, la educación formal/normal.

La voz de los sectores conservadores está muy cuidadosa luego del papelón medieval que representó por obsecuencia a la Iglesia Católica en ocasión del matrimonio igualitario, tomando para sí la redistribución de la riqueza material y simbólica que representa la ampliación de derechos.

La construcción del concepto de Nación está en disputa y el sentido prioritario es la Nación diversa con equidad. Generamos trabajo, ocupamos medios y recibimos premios extracomunitarios, aun cuando nosotrxs no nos premiamos.

No es poco, estamos caminando caminos inaugurados, nos resta autoformarnos como movimiento político y comunidad en la participación para la democracia, pero en eso estamos.

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