soy

Viernes, 18 de enero de 2013

Lo dicho, dicho estaba

 Por Liliana Viola

Lo dijo. Por fin lo dijo, respiran activistas, colegas (en el sentido que se quiera) y demás interesados, como si Jodie Foster se hubiera eternizado en la puerta del closet comiéndose el aire de los otros y estorbando la salida a tapados y tapadas. De algún modo, por fin dijo lo que ya había dicho. Porque si esta no es una salida cantada, no se explica cómo Foster, prácticamente desde su infancia mancillada en Taxi driver es, para todo público, la tortón patria del sueño americano. Quien quiso saber, supo el nombre de su compañera (hizo pública su relación con “mi bella Cindy Bernard” en diciembre de 2007 en el programa Women in Entertainment), todos saben que tiene con ella dos hijos, e incluso que la pareja se separó en 2008. Aun así, no figurará en el panteón de los que se jugaron a tiempo. Como si faltara confirmación Ricky Martin, quien llegó últilmo pero a tiempo, manda su mensaje de felicitación “Cuando quieras y como quieras”.

Ver a Foster, solita y preciosa, parada ahi en ese podio de los supuestos valientes, en rictus de escarnio, haciendo bromas y repitiendo una letra estudiada para mantener la dignidad mientras se corre el tren, lengua afuera, por no quedar del lado de los dinosaurios, debería bastar como cuestionamiento de la política de la salida del closet obligatoria, al menos en los viejos términos. ¿Ante quién sale del closet Foster hoy y como quién se presenta? ¿De qué lado está el público que le reclama? Pasaron apenas pero raudos 30 años de los años en que la crisis del sida fue superada en gran parte gracias a esa política de visibilidad a mansalva. Hoy muchos paises votan o discuten (aunque resulta ya indiscutible) la ley de matrimonio igualitario y las leyes de identidad de género. La escena tiene todo el desencanto del déjà vu.

En la entrega de los Premios Globe no respira por un rato el elenco de famosos sentados en el lugar del público que la morbo-cámara enfoca igual que cuando se ensaña con los que pierden el Oscar, mientras Jodie, se nota, está a punto de decirlo. La respiración global, ahora que la escena puede replicarse en YouTube, tiene su postmoderno auto de fe continuado. Foster habló con actuada naturalidad de “lo suyo” y burlando como pudo la obligatoriedad no pronunció “la palabra”. Donde todos esperaban el “Sí, soy lesbiana” ella puso ”Sí, soy.... soltera” y en la elipsis se decidió por otra palabra que históricamente se asocia como reverso de la moneda homo: “Salì del closet hace miles de años”. De todos modos, no pudo zafar de la victimización que estos actos, que siempre son tardíos, proponen como panacea: “Salí del clóset hace miles de años, en la edad de piedra, en aquellos días en los que una chica joven y frágil se abrió a sus amigos, familia y compañeros de trabajo y luego gradualmente a todos a los que conocía.” Y tampoco a la coartada de hacer coincidir “la salida” con un premio a la trayectoria, con el saludo a una madre que hoy sufre demencia y no puede entender sus palabras, con una engorrosa declaración de retiro de la actuación que desvía la atención hacia algo aún más dramático. Por si faltaba algo, “Orgullo” aparece sí, esta vez, asociado a la institución que sigue funcionando como aval de todo desvío: “Estoy orgullosa de nuestra moderna familia, de nuestros amorosos hijos Charlie y Kit”. Tal vez no sea casual que empezara su discurso con el “soy soltera”, cuando pudo no serlo no había ley de matrimonio en su país, la mayoria de los estados no lo tienen. Soy soltera, además, alude, es otro de los estigmas que acosa por igual a heteros y no heteros. Desde aquí esperamos, sinceramente, que pronto se cure de eso también.

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