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Viernes, 11 de marzo de 2016

La luz mala

Hernán Marina es sociólogo y artista plástico. Su obra ronda los juegos de poder en el trabajo y en el sexo. Famoso por sus juegos de luces de neón que llaman la atención sobre el brillo homoerótico presenta ahora Hermes: pies alados y encadenados en la fachada de Fundación Telefónica.

 Por Facu Soto

Las siluetas vacías, de hombres trabajando, revestidas en neón, inspiradas en la gráfica peronista de los años 30s, causaron impacto en Tecnópolis y obtuvieron el reconocimiento masivo que pudo reconocer íconos ya existentes pero ahora iluminados. En Hermes, explora las relaciones de poder a través de las taduras y los roles tomados de experiencias sadomasoquistas que el mismo pudo explorar en su viaje a Berlín.

¿Cómo surge la idea de hacer La serie alemana?

Estuve viviendo un tiempo en Berlín y me tenía que hacer cargo de esto, me impresionó mucho esa cultura del sexo fuerte. Estaba en un sótano, escuchando a la gente hablar en alemán, me daba vuelta y veía a alguien uniformado; y me generaba una situación rara… Es una práctica muy extendida allá. Había situaciones extremas y violentas, como picanas…

¿Te llegó a erotizar eso?

No, no a erotizar pero sí a llamar muchísimo la atención. Y a verlo desde un lugar compasivo. Antes lo pensaba desde un lugar que me generaba rechazo, cuando era chico. Ahora me conmueve esa entrega tan fuerte, que mucha gente pone en lo sexual, dar su cuerpo para que lo pisen, lo meen, lo picaneen, o todas las cosas que te puedas imaginar; me pareció fuerte. La historia bizarra de Berlín. Esa tipografía gótica alemana que se usó hasta la época del nazismo y que todavía queda en algunos lugares me llevó a usarla en La serie alemana. Yo estaba con otra idea, vinculada a la situación de género, pero… me ganó esta; la otra la voy a hacer en algún momento. Resumiendo, me fui a una muestra en Holanda y después a Berlín, ahí me impactó toda esta cuestión sado-maso e hice la obra con la decisión de hacerme cargo.

¿Hacerte cargo de qué?

De mostrar una situación sexual violenta. No ya un cuerpo cayendo al agua, como en Clavadista, sino hacer una obra que puede gustar o no, pero que está asumiendo un riesgo mayor y que tal vez no sea tan comercial, porque mucha gente no la va a comprar; pero sabes que por algo la tenes que hacer.

¿Hay prejuicios en relación a estos temas en el mundo de las artes visuales?

A mí un ex director de un Museo me dijo que con la obra tuviera cuidado con los hijos de los coleccionistas, porque era muy fuerte y podría haber denuncias. Hubo un caso, de una madre que había denunciado al padre de su hijo, por pornografía… El director de otro museo me dijo que le encantaban pero que no eran para el museo. Fue fuerte. Ahí tuve una especie de cerrazón de puertas importante. No obstante, se hizo el libro y la obra circuló. Se vendieron Los abrazos, que son parte del libro. Se mostró en Madrid y vino un galerista de Sao Pablo a decirme qué valiente que era, como si fuera… Yo no lo veo tan zarpado, pero lo sexual toca fibras que todavía están menos trabajadas o libres de lo que uno creería. Mi experiencia fue esa… La serie después encontró su camino… Se mostró en ArteBa. Hice algunas en cobre, que es un material entre cálido y frio; no es como el acero que resulta frío.

La serie marca un antes y un después. ¿Te gustaría seguir por este rumbo explícito?

Y, ya no me lo cuestiono. Tuve mis preguntas por eso, porque hubo una especie de quiebre. Uno va haciendo obra con las cosas que lo tocan, siente que tiene que hacer más de esto o que podría dar cuenta de eso de una manera más original… Se me ocurren proyectos que tiene que ver con situaciones homoeróticas y sexuales y homosexuales, otras que tienen que ver con la economía y la política; y todo se toca.

En La serie también está la cuestión del poder, casi en mismo plano que el sexo…

La dominación. Sí, son cosas que vienen de otras obras y que tienen que ver con lo sque a mí me interesa, que son los roles. El dominado y el dominante. La dialéctica del amo y del esclavo. Cosas que se pueden leer desde distintos lugares. Situaciones sociales de poder que aparecen en otros laburos.

¿Lo de activo y pasivo?

No, me refiero a roles que no siempre coinciden, el del dominado con el rol pasivo y viceversa. Es interesante eso, porque claramente está muy marcado e investido quién es el que detenta el rol. Lo sexual es una metáfora de lo que pasa a nivel social cuando unx le da el poder a otro en una relación. A veces unx, medio conscientemente, se deja esclavizar para no hacerse cargo de las cosas.

Los dibujos de La serie tienen ataduras, sogas y lazos. Te interesa el lazo social. ¿Cómo pensaste el enlace del texto con la gráfica?

Los lazos pueden desatarse fácilmente en mi obra. Los textos aparentemente no tiene nada que ver, porque remiten al budismo y al taoísmo, son espirituales, asiáticas; del lejano oriente. Tiene que ver con una asociación paradojal de entrega, de la búsqueda de un maestro, dejando de lado el “yo”. Cuando los lees, en relación a la imagen, te das cuenta que está hablando de eso y de algo que no tienen nada que ver; son cruces. La búsqueda del maestro hasta quedarse sin piernas. Esa obediencia total. Un texto dice “Conoce lo masculino, mantente en lo femenino”

Clavadista y Los gimnastas son obras homoeróticas de hombres cayendo al agua...

Los comparon señores casados. Son más amplias, porque podes poner en tu casa a un hombre con un tremendo bulto haciendo gimnasia. Está toda esa cosa queer. Antes no había palabras para eso, y ahora es queer. Aunque también se vuelvan problemáticas e insoportables por esa ambigüedad…

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Imagen: Sebastián Freire
 
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