Viernes, 11 de junio de 2010 | Hoy
Por Judy Gold
Cuando nació mi hijo mayor, mi madre no sabía cómo contárselo a sus amigos. De pronto tenía un nieto y su hija no había estado embarazada. Para ese entonces, Sharon, mi compañera, y yo llevábamos viviendo juntas 12 años y para mi madre nadie tenía la menor idea de lo que pasaba entre nosotras. Así que les dijo a sus amigos que “la amiga con la que Ruth comparte departamento tuvo un bebé y Judith lo adoptó.” Seguro, mami, compartimos el alquiler y de golpe yo le dije ¿qué tal si pago también la mitad de tu hijo? Linda experiencia. Seguro que agregó que la compañera es una chica encantadora y, pobrecita, está sola, un poco de esperma pasó por ahí y accidentalmente se posó en su vagina, tuvo un bebé y Judith lo adoptó.
Sharon tuvo a Henry y cinco años después yo tuve a nuestro hijo Ben.
Sharon lo tuvo por cesárea y yo por parto natural, para eso soy el chongo de la casa. Nunca me voy a olvidar de lo mal que se sentía ella los días después del parto. Tenía muchos puntos y le dolía todo. Me acuerdo de que después de seis días enteros encerrados los tres en casa insistí en que camináramos un poco hasta el supermercado a comprar unos pañales para el bebé. Fuimos. Estábamos ya en la línea de cajas, ella destruida sosteniéndose como podía, yo cargando al bebé y a los pañales. De pronto se acercó una mujer. “Qué bebé tan precioso. ¿Cuánto tiene?” “Seis días.” “¿Seis días nada más? Qué divino.” Al instante se acercó otra mujer, las dos me miraron y me dijeron “y vos estás divina”. “Muchas gracias”, respondí. Fue entonces cuando sentí una mirada asesina, que nunca había sentido de parte de Sharon. No sólo eso, entre dientes me decía: “Sos una reverenda hija de puta”. Me lo merecía. No tenía ni idea de la sensación que ella estaba experimentando. Cuando, pasados tres años, nuestro hijo Henry comenzó a insistir con que quería un hermanito, yo, con 38 años encima, decidí embarazarme de nuestro segundo hijo. En parte también por todo esto.
Testimonios recogido por Harlyn Aizley en su libro Other Mother.
(La otra madre. Confesiones de madres no biológicas y lesbianas) Beacon Press, Boston.
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