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Viernes, 23 de diciembre de 2011

dildong

Ahogado el grito (y perdido en el cielo) que causaba la idea de que dos mujeres necesitaran “reproducir la pantomima heterosexual reforzando la sumisión femenina a través del falopoderoso penetrador”, los dildos forman parte de la cama cotidiana de cada vez más lesbianas. Para Dawn Atkins en Lesbian sex scandals: sexual practices, identities, and politics, el sex toy es aún más, “un instrumento de poder femenino, el centro del placer, un aliado del que no debería privarse ninguna mujer hasta su muerte”.

La demanda de dildos específicos es tan grande que los modelos se sofistican. La magia está en las texturas, los largos y el material: una goma flexible pensada para dos, tres o más comensales. Según los sex shop porteños consultados, los favoritos son los dildos que acarician, se ensanchan, estiran y vibran, como el Emperor Black Double, que mide 58 cm, tiene las puntas redondeadas de los dos lados y es sólido pero a la vez todo lo flexible que habilita la doble penetración: para usar de a dos, una de cada lado al mismo tiempo y las puntas cual rosario de iglesia antigua, con grandes bolas que entran y salen del campanario. De más está decir que la doble entrada también permite satisfacerse a una misma.

El dildo-máscara es una suerte de Hannibal Lecter con hocico y surcos, uno de los dispositivos más vendidos del 2011 y un modelo que promete sofisticarse, liberando gelatina lubricante, con sabores y aromas que elevan la experiencia a sagrada. Eso sí, no impide la respiración como las máscaras rubber.

El dildo con sopapa para estimular el clítoris sigue siendo el más básico pero otro de los más pedidos. La novedad es el dildo de látex, que esta temporada fue el material más solicitado, sobre todo el modelo que viene con un arnés provisto de anillos vibratorios que se activan a control remoto. Con esta técnica, aseguran los extremistas que escriben las instrucciones en la caja, “una amante puede proveer de placer a la afortunada con el dispositivo insertado, aun en un alto de la acción, yendo a la cocina o de camino al baño”

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Los modelos más quirúrgicos recubiertos en plata y oro son como joyas para camuflar en la cartera o la mesa de luz, pero además se inflaman en los extremos gracias a un botón oculto.
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