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Domingo, 2 de noviembre de 2008

FORMOSA > TURISMO ECOLóGICO

La sabana del Pilcomayo

Un paisaje plano, de suaves colores, sin los deslumbrantes contrastes de otras geografías de nuestro país. El valor del Parque Nacional Pilcomayo no se mide por su espectacularidad, sino por su increíble biodiversidad animal y vegetal. Una visita para descubrir la ascética belleza de la llanura Chaco-Pampeana.

 Por Julián Varsavsky

No es por cierto uno de los parques más deslumbrantes de la Argentina. Es totalmente plano, no muy exuberante y algo minimalista, con colores suaves y una simpleza opuesta a la espectacularidad de otros paisajes. Si se lo compara con la mayoría de los parques nacionales del país –más acordes con la foto postal– seguramente quedaría muy por debajo. Pero el valor del Parque Nacional Río Pilcomayo –como el de cualquier otro– no se mide con esos parámetros. Tiene su propia belleza, única y diferente a la de los demás. Y detrás de su aparente ascetismo alberga una biodiversidad vegetal y animal que lo coloca casi al tope de ese otro ranking mucho más adecuado –el de la riqueza biológica–, junto con el Parque Nacional Iguazú.

En este parque habitan un murciélago pescador, un pez con pulmones –el Lepidosiren paradoxa–, boas curiyú de casi 4 metros, osos hormigueros y meleros de 1,80 metro de largo y ositos lavadores o aguará popes de la familia del mapache. También hay unas hormigas obreras que salen a buscar comida con otra más pequeña encima para que espante las mosquitas que les depositan unas larvas mortales. Y verdaderas rarezas como la ranita trepadora, la rana con bigotes, la rana mono, el sapo buey de gran tamaño y el sapito de colores que sólo mide tres centímetros.

La base para visitar el Parque Nacional Río Pilcomayo es el pueblo de Laguna Blanca, ubicado 185 kilómetros al norte de la ciudad de Formosa, en el límite con Paraguay. En el pueblo hay algunos hospedajes sencillos y también se puede acampar dentro del parque, donde hay sanitarios, fogones, mesas, leña, agua potable y energía eléctrica.

SECRETOS DEL MONTE El paisaje característico de este parque ubicado a orillas del río Pilcomayo es la sabana, donde se levantan extensos palmares e isletas de montes con árboles en medio de pastizales. Además hay esteros, lagunas y selvas de ribera.

El rasgo ecológico más importante del parque son las grandes inundaciones que suceden a largas sequías, generando casos únicos de adaptación al medio por parte de especies como el pez pulmonado, que posee respiración aérea y submarina.

El parque tiene dos áreas de visita. Una es la Laguna Blanca y la otra está junto al destacamento de guardaparques Estero Poí, a 10 kilómetros del pueblo de Laguna Blanca. En esta última se visita primero el sendero Secretos del Monte, una muestra del llamado monte fuerte, conformado por manchones de vegetación densa que aparecen irregularmente en medio de la sabana. El sendero se interna en la selva en galería con lianas y enredaderas, donde sobresalen ejemplares muy altos de quebrachos colorados, urundaíes, guayacanes, algarrobos y lapachos. Pero el árbol más alto de estos montes es la palma caranday, que alcanza los 25 metros y sus frutos sirven de alimento a los zorros de monte y los pecaríes.

El suelo de este monte está cubierto por una impenetrable comunidad de bromelias espinosas llamadas caraguatá. En sus pastizales vive el aguará guazú o lobo de crin, que es el emblema del parque. En estas isletas de vegetación encuentran refugio animales como el puma, osos meleros o tamanduás, pecaríes labiados, gatos onza y monos carayá. Las aves más factibles de observar son el pájaro carpintero, el picaflor, la lechuza y algún tucán. Aunque llegar a ver algún animal, como en toda selva, es una lotería. Los mejores horarios para el avistaje de fauna son a la mañana temprano y al atardecer, siempre avanzando en absoluto silencio. Así y todo, las posibilidades son escasas.

Al mirar hacia arriba en el sendero Secretos del Monte se ven en lo alto de los árboles las epífitas, unas especies vegetales que no dañan a los troncos. De ellas se alimentan los monos carayá y mirikina, los coatíes y aves como la urraca morada y el celestino. Y colgando de algunos árboles se ven los curiosos nidos de los boyeros ala amarilla, construidos con la forma de una gota gigante, sujetos de un hilito de paja a una rama para evitar el ataque de las víboras y los tucanes, que se comen sus huevos.

Los mamíferos que recorren estos montes son los más difíciles de observar, aunque es común ver las huellas de pumas, guazunchos, aguará popes y aguará guazúes. Este sendero mide 450 metros y es autoguiado con unos carteles que ayudan a interpretar el paisaje.

HORMIGUEROS GIGANTES A 6,5 kilómetros de la Seccional Estero Poí está el sendero más interesante del parque por la diversidad de ambientes que resguarda. Un aspecto que llama mucho la atención de los visitantes del sendero Caraguatá Guatahá es un hormiguero gigante que abre un claro circular en la vegetación. Esta clase de hormigueros –de los que hay muchos en el parque– miden hasta 10 metros de diámetro y cuatro de profundidad. Y allí adentro habitan verdaderos ejércitos de hormigas con una división del trabajo muy jerarquizada, que llegan a trazar senderos de 100 metros de largo para ir en busca de hojitas verdes. Según se ha comprobado, las habitantes de sólo uno de estos hormigueros llegan a consumir 450 kilos de pasto fresco al año. En la arena de estos hormigueros a veces se ven los hoyos cavados por las mulitas, aprovechando el terreno blando que dejan las hormigas.

UN REINO ACUATICO El sendero Caraguatá Guatahá avanza por un denso bosque de palmeras caranday para desembocar en un mangrullo al que se sube por una escalera metálica. Desde arriba la panorámica permite ver, por un lado, un denso palmar de 100 metros de ancho que sobresale en la sabana tapizada de forma regular por los pastizales. Y al mismo tiempo se ve el estero donde abundan los carpinchos.

En el Parque Nacional Río Pilcomayo se cree que habitan algunos de los últimos yaguaretés de la provincia –el felino más grande de América–, aunque hace ya muchos años que no se registra ningún avistaje.

El camino de acceso hasta la orilla del río Pilcomayo no se ha habilitado todavía, pero para observar un paisaje netamente acuático se puede visitar el otro sector del parque abierto al público, llamado Laguna Blanca. Este espejo de agua con colonias de camalotes en su orilla mide 7 mil hectáreas y se lo puede recorrer con un servicio de lanchas que ofrece el parque.

Desde la orilla de la Laguna Blanca se suele ver algún yacaré, aunque la vista más espectacular es desde un mangrullo. Lo ideal es visitar Laguna Blanca al atardecer, cuando agua y cielo se vuelven naranja y después violeta, y el globo incandescente del sol se hunde en la laguna. En este sector está uno de los dos campings del parque.

El Parque Nacional Río Pilcomayo fue incluido en 1992 en la Lista de Humedales de Importancia Internacional (Convención Ramsar) por su valor como hábitat de aves acuáticas en Laguna Blanca. Para algunos puede resultar a simple vista algo insulso. Pero sin embargo se han registrado allí 324 especies de aves –un tercio de las que hay en todo el país–, 68 de mamíferos, 25 de anfibios, 42 de reptiles y más de 500 de vegetales, conformando un submundo con una fauna rampante oculta bajo las aguas o entre la vegetación, que hacen del Pilcomayo uno de los parques fundamentales del país por su valiosa biodiversidad.

DATOS UTILES

La entrada al parque es gratuita, así como también el camping y los baños.

No hay ninguna clase de proveeduría. Se recomienda llevar absolutamente todo,desde repelente para mosquitos en verano hasta agua y comida.

El parque se visita todo el año, aunque en verano las temperaturas son extremas.

Más información: Ministerio de Turismo de Formosa, Uriburu 820, Ciudad de Formosa. Tel.: 03717-425192-436120 - [email protected], www.formosa.gov.ar www.pilcomayo.net

Teléfono del Parque Río Pilcomayo: 03718-470045.

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