turismo

Domingo, 10 de agosto de 2003

BARILOCHE EN AGOSTO, MáS NIEVE Y MáS CALMA

Catedral de fiesta

BARILOCHE En agosto, más nieve y más calma
Catedral de fiesta
La temporada de esquí sigue en Bariloche, la más popular de las estaciones de deportes de invierno del país. Terminadas las vacaciones de invierno, las tarifas son más convenientes y toda la expectativa se renueva a partir de la tradicional Fiesta de la Nieve.

Por Graciela Cutuli

Las vacaciones de invierno tienen dos corolarios, como dos leyes no escritas que se repiten cada año: si en Buenos Aires los chicos se adueñan hasta del más remoto rincón de la ciudad, en Bariloche confluye una multitud poliglota que va tomar su dosis anual de nieve y de esquí. Durante quince días la ciudad y la villa deportiva, al pie del cerro, viven al ritmo de las colas en las subidas mecánicas, de las reservas de mesas en los restaurantes, de más colas en las tiendas de recuerdos y las tentadoras chocolaterías. Este año, además, el peso atractivo de la moneda argentina permitió la llegada de contingentes record de extranjeros, con los brasileños a la cabeza. Los primeros días de agosto traen un cambio de clima en las estaciones de esquí: la nieve sigue, pero el ritmo es un poco más tranquilo. Es la temporada ideal para aprovechar las ventajas de esquiar en una estación con todos los servicios y muchas pistas, pero ya un poco más descansada. En agosto, parece haber hasta más espacio, más nieve, más tiempo, y menores precios. Es que empieza la segunda temporada de esquí, una pequeña temporada semi-alta, que culmina además con los festejos de la Fiesta de la Nieve.

Entre el esquí y las raquetas El esquí, otrora el deporte de algunos privilegiados y lugareños, se democratiza año tras año. Y las estaciones agregan cada temporada nuevos servicios y nuevas actividades, tratando atraer más turistas. Cerro Catedral fue uno de los pioneros en esto de impulsar nuevas actividades, al margen del esquí alpino –o más bien andino—. La tendencia la marcan algunas figuras del jet set, con campañas de prensa en las cuales se insertan de manera más o menos discreta algunas empresas: pero el disfrute de la nieve está al alcance de todos, siga o no siga la moda del momento. Sólo hay que elegir: esquí alpino, snowboard, esquí acrobático, esquí de fondo, esquí telemark (una manera “retro” de esquiar, a la manera de los escandinavos de principios de siglo XX), paseos en trineo y todo lo que la imaginación humana puede inventar cuando se trata de deslizarse sobre nieve.
Ultimamente, también se desarrollaron varias propuestas de caminatas con raquetas en los bosques nevados. Esta actividad, que no necesita de aprendizaje alguno, como el esquí, también tiene la ventaja de ser completamente segura y requerir equipos accesibles. No es raro que gane cada vez más adeptos, al mismo tiempo que varios esquiadores la practican como complemento para conocer de otra forma los paisajes maravillosos de toda la comarca del Cerro Catedral. Caminar en raqueta genera sensaciones muy especiales. Lejos de las pistas, en los bosques y lugares donde los copos amortiguan los ruidos, donde uno puede caminar en campos de nieve virgen, se siente mucho mejor el eco de la montaña y la belleza de los paisajes nevados. La raqueta misma procura una sensación de flotación, por la amortiguación que provoca al pisar la masa de la nieve. Sobre todo en las bajadas, cuando se puede dar grandes pasos, tomando impulso y jugando al astronauta que camina sobre un suelo desconocido, sin gravedad.
Hay varias empresas y circuitos que organizan esta actividad. Una de ellas propone una caminata desde la confitería giratoria en la cumbre del Cerro Otto, en las afueras de la ciudad, hasta el refugio Berghof, donde una fondue suiza espera a los participantes. Otra organiza salidas en familia, con chicos, por caminos sin dificultades, en la base del Cerro Catedral, paseando por bosques de lengas y de ñires. También se puede participar de una caminata en las alturas del cerro, hasta una cueva de nieve donde espera un cocinero con una fondue de chocolate, para luego bajar hasta la base del cerro. Hay guías que proponen caminatas hasta el filo Diente de Caballo, desde donde se tiene una vista imperdible sobre la cordillera (si hay buen tiempo), en lo que es una caminata de un día completo para personas en excelente estado físico. Existe, finalmente, la posibilidad de combinar caminata con raqueta y la bajada de una pared rocosa con la técnica del rappel (el protagonista está encordado). Generalmente, lasempresas proveen las raquetas, polainas que cubren las piernas hasta la rodilla y bastones.

Las nuevas tendencias En cuanto al esquí, si bien la meta es deslizarse sobre pendientes más o menos difíciles, hay técnicas y técnicas, de la misma manera que hay diferentes tipos de esquíes. Hay que señalar que el auge del snowboard provocó la búsqueda de nuevas sensaciones hasta en esta añeja actividad: el esquiador no se desliza de la misma manera con un esquí tradicional, con un esquí de telemark o con esquíes de carving, la más nueva de las modalidades. El carving, como su nombre no lo indica para quienes no dominan términos específicamente técnicos en inglés, es una manera de lograr curvas más cerradas y más espectaculares. Los esquíes de carving aparecieron hace unos cinco años: tienen una tabla más ancha en las puntas, y como resultado, más estrecha en la zona del patín, donde está fijado el pie del esquiador. Son también más cortas y versátiles que las tablas tradicionales. La finalidad es conseguir más apoyo en las extremidades del esquí, para que se doble más y se puedan obtener curvas más cerradas al hacer mayor presión con las piernas. En pocas palabras, toda una ciencia. Como los deportes de deslizamiento –los de nieve incluidos— evolucionan muy rápido y no tienen límites en la búsqueda de nuevas y siempre más fuertes sensaciones, ya existe el race-carving (para esquiadores confirmados, muy rápido), el fun-carving (se aprovechan las propiedades de estas tablas para hacer giros cortos), el easy-carving (para los principiantes), el free-style carving (fuera de pista) y el free-style, que es como en las demás modalidades de esquí la realización de acrobacias y saltos.
Otra novedad, que viene de Europa, donde se convirtió en la meta de cualquier esquiador osado, y en el dolor de cabeza de todos los socorristas, es el esquí fuera de pista. Antes que nada, hay que tener en cuenta que por atractiva que sea esta modalidad es peligrosa, ya que se transita por lugares no balizados ni relevados, donde el esquiador está a merced de avalanchas y derrumbes de nieve, además de poder más sencillamente perderse en la montaña. En el Cerro Catedral, como en las demás estaciones del mundo, se recomienda avisar al personal de patrullaje y los puestos de auxilio. Lo ideal es ir en grupo, con equipos de comunicación y de localización, para saber cómo manejarse en caso de imprevistos (aunque justamente los esquiadores que practican fuera de pista privilegian el hecho de estar solos en rincones intactos, como únicos espectadores de la majestuosidad de la montaña).

El Nahuel Huapi en invierno Esquíes aparte, la nieve es un espectáculo para disfrutar en el invierno barilochense también en sus paisajes tradicionales, desde el Circuito Chico que lleva hasta el Llao Llao hasta el mágico bosque de arrayanes, donde la sinfonía de colores verdes y canela se completa con los reflejos plateados de los copos que se acumulan sobre las hojas y el suelo. Cuando se trate de hacer otras excursiones, que se internen más en los circuitos de montaña, conviene asesorarse para saber si se podrá llegar a destino: en esta época del año, la nieve y la eventual caída de ramas pueden bloquear temporariamente algunos caminos. Sin alejarse demasiado de la ciudad misma, la tradicional subida a la cima del cerro Campanario en telesilla o el teleférico del Cerro Otto permiten aproximarse a una vista aérea de Bariloche, el Nahuel Huapi y sus islas que es particularmente hermosa en invierno. Si hay nieve suficiente, es buena ocasión también para conseguir un trineo o –quienes se animen— imitar a los grupos de estudiantes que se deslizan por pendientes suaves simplemente sentados en la nieve.
Dentro del casco urbano también vale la pena visitar el Parque Ecoturístico Cerro Viejo, con su propia telesilla y confitería en la cumbre. Lo más interesante es internarse en el sendero de interpretación que ayuda a conocer los secretos de los bosques de la región barilochense. Finalmente, es bien sabido que la nieve y el frío despiertan el apetito. Y en invierno los chocolates y las delicias patagónicas se pueden comer sin remordimiento alguno: a lo largo de la calle principal, hay fábricas artesanales para todos los gustos, con chocolate en todas sus formas y de todos los sabores. A lo que hay que sumarles las otras especialidades locales, desde fondues a la suiza hasta trucha, ciervo ahumado, paté de ciervo, carne de jabalí o quesos ahumados. Bariloche es un abanico de tentaciones, y nada mejor que abandonarse a ellas frente a un buen hogar de leños encendidos, mientras afuera la nieve sigue cayendo.

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Arriba: Sólo para audaces. Desde la montaña, un salto hacia el cielo con los esquíes bien puestos.
Abajo: En agosto empieza en Cerro Catedral la segunda temporada de esquí, la medio alta, con más nieve y más espacio.
 
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