turismo

Domingo, 10 de febrero de 2002

COSTA ATLANTICA II DUNAS, AMPLIAS PLAYAS, BOSQUE

Verano en Villa Gesell

Sin duda, es el balneario preferido de los jóvenes. Sin olvidarse de ellos, Villa Gesell presenta una renovada oferta hotelera y una serie de promociones para alargar la estadía de todo tipo de turistas. Entre el día en la playa y la agitada vida nocturna, diversas actividades: excursiones por las dunas, clases de surf, pesca deportiva y muchas más para divertirse en la arena o en el mar.

Por Julián Varsavsky

Aunque sus amplísimas playas y su agitada vida nocturna atraen cada vez más a jóvenes entre 17 y 25 años que veranean solos, Villa Gesell sigue convocando a todo tipo de turistas. Para ello cuenta con una infraestructura hotelera que abarca desde campings muy bien equipados hasta lujosos resorts 4 estrellas, incluyendo cabañas de troncos en medio del bosque en la vecina Mar de las Pampas.
Si bien las playas centrales de la Villa están abarrotadas de gente durante toda la temporada, una caminata de dos kilómetros hacia el norte o el sur garantiza al visitante playas kilométricas totalmente agrestes, con muy pocos turistas a la vista, a las que también se puede llegar en bicicleta, en cuatriciclo, o en alguna excursión cómodamente sentados en un vehículo. En este caso, la preferida por la mayoría de los veraneantes es la que recorre el bosque y las dunas hasta el Faro Querandí.

Vamos al Faro El paseo comienza a las 9.30 de la mañana en un camión “unimog” sin techo que permite un contacto directo con la naturaleza. En primer lugar nos internamos en el bosque de pinos que esconde bajo su sombra las casas de madera de las pequeñas localidades de Mar de las Pampas y Mar Azul. Luego salimos directamente a la arena de la playa, y el chofer detiene la marcha para colocar la doble tracción. Estamos listos para internarnos en las dunas de la Reserva Natural Dunícola Faro Querandí, donde revolotea una infinidad de gaviotas. La primera parada es para recoger caracoles sobre la arena, a corta distancia de los ostreros, que se dedican a picotear la arena allí donde se desvanecen las olas. Más tarde nos detenemos para subir a lo alto de un médano de 20 metros y lanzarnos sobre una tabla de sandboard a toda velocidad. Los más osados se tiran de pie y el resto lo hace en forma de “culo-patín”, alcanzando vertiginosas velocidades. Finalmente llegamos al Faro Querandí, ubicado 30 kilómetros al sur de Villa Gesell. Construido en 1922, tiene 276 escalones en forma de caracol, y desde lo alto la mirada abarca las 5750 hectáreas de la reserva natural, con sus dunas formando un verdadero desierto con pequeñas lagunas de agua dulce. Quien pretenda darse un baño en el mar deberá cruzar unos médanos y estará en medio de una playa muy amplia casi desierta. La excursión dura 4 horas y cuesta 10 pesos. Pagando un plus de $ 5, es posible quedarse en la playa hasta las 18.30, hora en que vuelve el camión. En este caso conviene llevar comida y bebida, ya que la infraestructura es nula (en el faro sólo se accede a baños limpios).

Surf en Villa Gesell Las vacaciones son el momento ideal para nuevas experiencias y muchos son los que se aventuran a subirse a la cresta de una ola en una tabla de surf. Pero la actividad no resulta nada sencilla, y los primeros intentos culminan irremediablemente en una aparatosa caída en el centro mismo de un estruendoso remolino de espumas. Sin embargo, todo se simplifica haciendo un curso de 4 clases que ofrece la escuela de surf Capitán David. En primer lugar hay una clase teórica donde uno se entera que las olas se forman en una lejana tormenta y viajan incontables kilómetros hasta toparse con un banco de arena y romperse. En general hay un instructor por alumno, y cada clase dura una hora. El curso completo cuesta $ 50 e incluye el uso de una tabla californiana y equipos de neoprén. El rango de edad de los alumnos que han hecho el curso va desde un niño de 3 años hasta un adulto de 65 años. Villa Gesell es generosa en olas todos los días del año, así que para lanzarse a este deporte sólo hace falta decisión y ganas disfrutar la emoción de la velocidad subidos a la cresta de una ola.

Pesca y buena comida Villa Gesell dispone de un antiguo Club de Pesca y Caza alrededor del cual gira una intensa actividad de pesca deportiva. Enel club se da cita un hospitalario grupo de pescadores apasionados, verdaderos eruditos en el tema. En el cruce del paseo 128 y Costanera está el muelle del club de pescadores (enfrente está el club y su restaurante). La entrada al muelle cuesta $ 2, y está garantizada una buena pesca de corvinas, brótolas, bagres de mar, rayas y burriquetas. Allí se puede alquilar un medio mundo ($ 3) y en las casas de pesca se alquilan equipos de caña. Otra opción es la pesca en la costa, sobre la arena, que permite un mayor contacto con el medio ambiente en las zonas alejadas. Lo ideal es tener una camioneta 4x4 para internarse en las playas agrestes, pero de todas formas una caminata de una hora desde el centro es suficiente para llegar a los lugares más vírgenes, donde se puede pescar en absoluta tranquilidad. Allí el pique es excelente porque a metros de la costa hay unas profundas canaletas por donde circulan numerosos peces. La pesca sobre la costa también se practica de noche, aprovechando los sectores de playa que están perfectamente iluminados con potentes focos de luz (Costanera y Paseo 112).
Para los pescadores más sofisticados está la pesca embarcada. Una salida de 2 horas cuesta $ 35 por persona (incluye caña y carnada) y lo normal es sacar unas 20 corvinas en ese tiempo. Y con un poco de suerte, el pique puede reservar la sorpresa de un tiburón de 90 kilos que ofrecerá una resistencia atroz antes de entregarse.
El Club de Pesca y Caza tiene un restaurante ubicado junto a la sede (frente al muelle), que es uno de los más concurridos de la cuidad. La razón es que la pesca de los integrantes del club llega directamente del mar a la cocina del restaurante. Una de las especialidades de la casa es la corvina, que se sirve con manteca negra (alcaparras, vino y manteca salteada) y papas noisette. Un lenguado a la vasca cuesta $ 11, la trucha a la provenzal $ 12, un salmón rosado a la provenzal $ 11, una cazuela de caracoles de tierra $ 16 y un pulpito a la gallega $ 14 (todos los precios son por media porción, tan abundante que alcanza para dos personas)

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