17:31 › MUBARAK, AL BORDE DEL ABISMO

Pese al toque de queda, siguen las movilizaciones en Egipto

Decenas de miles de egipcios volvieron a pedir la renuncia del presidente Hosni Mubarak pese a las medidas tomadas por el mandatario para calmar las protestas que se iniciaron el martes y que hoy se cobraron seis nuevas vidas. Mubarak designó al jefe de los servicios de inteligencia, Omar Suleiman, como vicepresidente, cargo que no existía desde su llegada al poder en 1981.

El Ejército egipcio emitió un comunicado en el que solicita a la gente que umpla el toque de queda que rige desde las 18.00 hasta las 8.00. Sin embargo, la prensa internacional presente en Egipto resalta la mancomunión que existe entre los militares y los manifestantes.

Mubarak movilizó a la policía para enfrentar las protestas, que hasta el momento dejaron por lo menos 73 muertos, y anunció poco después reformas políticas y la formación de un nuevo gabinete.

Varios países expresaron su preocupación por la situación en el más poblado de los países árabes (de 80 millones de habitantes). El presidente estadounidense, Barack Obama, instó a Mubarak a "cumplir con sus promesas" y a no usar la "violencia contra manifestantes pacíficos".

Pero esas promesas fueron insuficientes para satisfacer las reivindicaciones de la población de mejores condiciones de vida, menos desempleo y menos pobreza y de libertad de expresión, ni para devolver a Mubarak su credibilidad.

"¡Fuera Mubarak!"; "Quien quiere a Egipto no lo destruye", gritaban miles de personas que rasgaban fotos del jefe de Estado en la plaza de Tahrir, en el centro de El Cairo, cerca de numerosos edificios oficiales.

Según los socorristas, al menos tres personas murieron en las marchas de la capital el sábado. En las protestas que se inciaron el martes, unas 2500 personas resultaron heridas, entre ellas unos mil policías.

El ejército, columna vertebral del régimen, fue movilizado junto con la policía para mantener el orden y aplicar el toque de queda en El Cairo, Alejandría y Suez, que se inició a las 16H00 locales (14H00 GMT) y se prolongará hasta 08H00 de la mañana.

El ejército pidió al "gran pueblo de Egipto" que "respete el toque de queda" y no se congregue en lugares públicos, pero ese llamado fue desoído, pues después del inicio de la medida de excepción decenas de miles de personas seguían congregadas en el centro de la capital, según informó un periodista de la AFP.

El ejército llamó además a la población a protegerse de los saqueadores que desvalijaron decenas de comercios en varios barrios de la capital donde la policía brillaba por su ausencia.

Decenas de jóvenes formaron una cadena humana alrededor del Museo de El Cairo, donde se exponen tesoros de la antigua civilización egipcia, y formaron comités vecinales para proteger esos lugares.

En la ciudad de Rafah, en la frontera con Gaza, tres policías murieron el sábado durante un ataque llevado a cabo por manifestantes beduinos contra la sede de la Seguridad del Estado, según testigos.

En Ismailia (noreste), a orillas del canal de Suez, hubo violentos enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y miles de manifestantes y en Alejandría (norte) cientos de personas manifestaron e incendiaron varias comisarías.

El Cairo amaneció como un campo de batalla, con restos de coches quemados y escombros en las calles y un espeso humo negro que aún salía de la sede del partido gubernamental, tras saqueos y manifestaciones reprimidas.

El dirigente opositor Mohamed ElBaradei declaró a la televisión francesa France 24 que saldría a la calle "para decirle al presidente Mubarak que se debe marchar".

El jeque Yusef Al Qardaui, considerado como el predicador de mayor influencia del mundo árabe, afirmó que solamente la renuncia de Mubarak podría resolver la crisis, en declaraciones a la televisión Al Jazeera.

"Aconsejo al presidente Mubarak que se vaya, que deje Egipto (...). La única solución para resolver el problema es la partida de Mubarak", declaró el jeque Qardaui, un influyente teólogo sunita que dirige la Unión Mundial de los Ulemas Musulmanes.

Un importante dirigente del partido gubernamental, Ahmad Ezz, considerado como uno de los pilares de un régimen corrupto, renunció el sábado a su cargo, según la televisión estatal.

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El Cairo amaneció como un campo de batalla con restos de coches quemados y escombros en las calles y un espeso humo negro que salía de la sede del partido gubernamental.
 
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