UNIVERSIDAD › OTRA PROTESTA FRUSTRO LA SESION DEL CONSEJO SUPERIOR

La paradoja del vicerrector

La UBA ratificó a Franco como vice y, a la vez, reconoció que en su designación hubo irregularidades. La FUBA pidió que renuncie.

 Por Javier Lorca

El ruido de los tambores y redoblantes que avanzaban por la escalera del rectorado de la UBA hizo temblar la sala del Consejo Superior. La cara de fastidio de varios decanos anticipó lo que en pocos minutos se concretaría: la sesión no podría continuar. Eran apenas las 9.30, pero la única resolución de la jornada ya había sido tomada. Con 18 votos a favor, sobre 19 consejeros presentes, se había legitimado institucionalmente la elección de Aníbal Franco como vicerrector –realizada hace tres semanas–, aunque el mismo documento aprobado admite las irregularidades ocurridas en su designación. Suspendida la sesión sin que se abordaran los cientos de expedientes atrasados, los estudiantes convocados por la FUBA, junto a trabajadores del Hospital de Clínicas, tomaron durante una hora la sala del consejo y las oficinas del rectorado. Antes de irse y después de que volaran unos cuantos huevazos, le reclamaron a Franco que renunciara y denunciaron “un pacto político entre los decanos para repartirse el poder en la UBA”.

El repetido escandalete que, otra vez, frustró el funcionamiento del cogobierno académico difícilmente hubiera sido presagiado cuando ayer comenzó a sesionar el consejo. A las 9, en el rectorado había un ambiente muy tranquilo. Sólo un puñado de estudiantes esperaba sobre Viamonte, no había casi movileros de radio y televisión, incluso faltaba una decena de consejeros. Hasta la sala estaba cambiada, había reaparecido la antigua mesa del consejo, un rediseño que pretendía entorpecer la protesta prevista. “Voy a presidir la sesión como decano de mayor edad, por pedido del doctor Franco, que se considera parte interesada”, abrió la reunión Alfredo Buzzi, de Medicina. Lo primero que hizo fue poner en consideración el acta de la confusa sesión del 31 de mayo.

Aquel día, como se recordará, el bloque mayoritario en la UBA –integrado por consejeros radicales, peronistas y otros aliados– votó a puertas cerradas al vicerrector, una elección que fue desconocida por la izquierda estudiantil que conduce la FUBA y también por el espacio opositor que encabezan los decanos de cuatro facultades, Filosofía, Sociales, Exactas y Arquitectura. Justamente, esos cuatro decanos ayer incorporaron al acta una declaración en la que ratificaron sus “inquietudes sobre la legitimidad de los actos realizados”, en referencia al “carácter secreto o público” y “el horario de inicio de la sesión, la conformación del quórum y la cantidad de votos emitidos”. Para “paliar la pública y notoria crisis de funcionamiento” de la universidad, propusieron enmendar esas irregularidades y dejaron constancia de su votación respecto de los puntos tratados entonces. Votaron a favor de la creación de una comisión para revisar el estatuto y de la realización de un sumario sobre los hechos de violencia del 2 de mayo en Medicina. Y, sobre la designación de Franco como vicerrector, marcaron su abstención por no haber podido participar de la postulación de candidatos.

La controvertida acta, más la enmienda propuesta, fue aprobada por todos los consejeros presentes, excepto un alumno de mayoría. No hubo debate, señal de que había acuerdo previo. Terminado el recuento de votos, llegaron unos 50 militantes de la FUBA. “Abajo el vicerrector trucho”, decía uno de sus carteles. Se alcanzó a votar un cuarto intermedio de 15 minutos y, cumplido el plazo, la sesión iba a recomenzar con el vicerrector presidiendo, pero en ese momento, a las 9.30, el estruendo anunció el arribo de los trabajadores del Clínicas. Sus cantos e insultos se dirigieron primero contra la dirigencia del gremio no docente –“¡fuera la patota de Apuba!”– y después se sumaron al grito estudiantil contra el vicerrector y los consejeros: “Son todos truchos, la puta que los parió”.

La sesión se levantó y la salida de los consejeros fue acompañada por una lluvia de huevos. Hubo algunos empujones y forcejeos, hasta la disimulada patadita de un decano ante la provocación de un alumno. Estudiantes y no docentes persiguieron a los consejeros y un grupo ocupó el despacho del rector, donde estaba Franco. “Respetuosamente le pedimos que se retire de la UBA porque su elección no fue legítima”, le dijo Juan Pablo Rodríguez, copresidente de la FUBA. “Queremos que se abra de inmediato una reforma para democratizar la universidad”, agregó María Damasseno, también copresidente de la federación. El vicerrector los escuchó sin responder. Más tarde, celebró que “se hayan logrado los acuerdos necesarios para que el Consejo Superior se reúna”. “Estoy dispuesto a continuar con esta política de diálogo, que debe ser en el marco de los canales institucionales. El tiempo de la discusión violenta se terminó”, dijo Franco. Ahora, la cuestión por definir es la misma que desencadenó el conflicto allá en abril: la elección del rector, para la que se han vencido todos los plazos, por lo que la UBA transita un vacío legal.

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