VERANO12 › A JOAQUIN LAVADO, QUINO, TODAVIA SE LE QUEJAN POR DEJAR DE HACER MAFALDA

“NO SOY UN GENIO, SOY INGENIOSO”

El creador de la tira que mejor refleja la vida cotidiana y política de los argentinos contemporáneos aún descree de su fama. Pero eso importa poco. Importa, en cambio, la posibilidad de los lectores de obtener algo de identidad a través de su humor.

–Hace unos años usted dijo que ya no se sabía cómo dibujar a un rico. ¿Ahora habría un nuevo estereotipo?

–En las mujeres es más fácil, porque uno se compra Caras u Hola! y más o menos las saca. Pero con los hombres es más difícil, son flacos y andan en blue jeans. Hay que ponerles algo en el entorno que dé la idea de que los tipos tienen dinero, ¿no? Pero por el puro físico no. Una de las cosas a las que uno acude es a poner esas cámaras que filman todos los rincones. Si uno dibuja un flaco con blue jeans, sentado a un escritorio y detrás tiene una camarita de ésas, se sabe que el tipo por lo menos algo controla.

–Los estereotipos cambiaron.

–Y... sí, los teléfonos ya no tienen forma de teléfono. El otro día, estábamos mirando Caiga quien Caiga –que es la única cosa que vemos– con el control remoto sobre la mesa y sonó el teléfono. Mi mujer agarró el control remoto y dijo “Hola”.

–¿Le gusta Caiga quien Caiga?

–Sí, me gusta bastante. Me parece que con la nota de Fidel (Castro) se anotaron un “porotazo”. Además, han tenido la inteligencia de no meter efectos de ésos que alargan la nariz, o alguna trompada. Ellos ponen mucha hojarasca, a veces uno piensa qué han hablado y no han hablado nada, han rellenado el espacio con esas macanas. Ahora, cuando hacen cosas en serio las hacen muy bien.

–Muchas veces ha criticado la sátira política como recurso del humor...

–Lo que he criticado es la superabundancia. Esto de que los dibujantes se enojan si alguien les copia una idea y ahora todos copian que De la Rúa es aburrido y ya no tiene ninguna gracia decirlo. Y lo siguen haciendo.

–A veces es como que la Argentina fuera una sátira en sí.

–Sí, pero además insistir sobre ese tema es hacerle campaña a favor del otro candidato. No me parece inteligente.

–¿A Menem lo ve como un personaje sobre el cual se puede hacer humor?

–Humor se puede hacer sobre cualquier personaje, no sólo de este tipo sino más o menos de todos los gobiernos, no siendo el último gobierno militar ya que hacer humor con ellos era bastante difícil. No digo por las consecuencias, sino que a uno mismo le da asco hacer humor con esos personajes. Lo que pasa es que por ahí es como demasiado fácil hacer humor con esta gente.

–¿Le resulta obvio?

–Resulta todo tan obvio. No sé, en este momento hacer cualquier tipo de humor está difícil. Yo quisiera no repetirme mucho y salir con algo nuevo. Ya lo dijo Enrique Pinti, cuando uno es muy joven cree que tiene cinco mil ideas y después se da cuenta que tiene cinco.

–¿La autoncensura lo marcó?

–Y sí, no son macanas, son muchos años que uno ha vivido y en las revistas le han dicho que sexo no, religión no, militares no, curas no, entonces aunque uno quiera sacarse todo eso de encima cuesta mucho desprenderse. Es como el tipo que ha recibido una educación religiosa que aún de grande algo se le queda pegado, a Luis Buñuel, por ejemplo...

–Al mismo Fidel Castro.

–Te iba a decir eso aunque en este caso para bien. Los jesuitas lo marcaron –-como marcan a todo el mundo los jesuitas-–, puede salir de derecha o de izquierda, pero sale siempre un tipo que sabe lo que quiere, lo que piensa.

–Con la religión usted se mete bastante...

–Sí, me interesa bastante el tema. Esto de la religión empezó cuando yo era chico, porque una vez sonó el timbre de mi casa y apareció un tipo con acento inglés, vestido como de explorador con polainas y casco de corcho, y me regaló una Biblia protestante que todavía la tengo (se levanta y saca de la biblioteca el libro impecable). Yo empecé a leerla y después me avivé que, cuando uno miraba pintura si no había leído por lo menos algunas partes de la Biblia, no entendía nada de lo que le estaban diciendo los cuadros. Más tarde pensé que también por pedantería había que leerla.

–¿Cómo por pedantería?

–Claro, pensé “estoy leyendo lo que leía Velázquez, Rembrandt” (se ríe).

–Conclusión: hay que leer la Biblia, ésa es la clave.

–Una vez estando en Madrid se me ocurrió buscar una Biblia católica para ver si era distinta. Fue muy gracioso porque entré en una librería y pedí una Biblia católica y un gordito, tipo Manolito, bajito, empezó a balbucear y dijo: “es que no me imagino una que no lo sea”. Otra vez en el Once pedí una Biblia judía. “¿Cómo no voy a tener?” (imita la tonada), me dijo la vendedora. Compré nada más que los primeros cinco libros. Es una Biblia traducida en la Argentina y es linda porque está también escrita en hebreo (apela otra vez a la biblioteca para mostrarla) y de ahí uno puede sacar los símbolos si los necesita...

–Tiene un montón de Biblias, es un estudioso.

–Lo hago mal, no soy Borges. Leo de a cachos.

–¿Qué es lo que más le atrae de la Biblia? Porque no la lee con la simbología religiosa.

–No, para divertirme. Sodoma y Gomorra es muy divertido. Cuando Dios recibe noticias de que esas ciudades son un relajo total, manda unos angelitos a Sodoma y los sodomitas se enamoran de esos angelitos, se los quieren fifar, entonces los angelitos se refugian en casa de Lot. Lot asustado sale a decirles a estos tipos: “Che, yo tengo hijas vírgenes y se las doy, pero no jodan a los angelitos”. Y los tipos dicen “no, no, queremos los angelitos”. Esa gente era incorregible.

–...

–Miguel Angel también ha hecho... ¡cada cosa! Mirá, esto que está en la Capilla Sixtina (muestra una postal con un fragmento de la pintura del techo), mirá qué está haciendo la Eva, si esto es cosa seria. Lo que ha venido a interrumpir el demonio ahí... Además, eso de que en el paraíso estaba todo recién hecho... Ahí hay un árbol con una rama rota. Además, esa Eva es un tipo con tetas.

–Se trajo la postal porque le llamó la atención eso.

–Sí, y no encontré lo de la cola de Dios. En otra escena, cuando Dios está creando los astros, está de espaldas y con la ropita levantada y el culito al aire. Ahí en la Capilla Sixtina y nadie lo ve. Uno le pregunta a la gente...

–Es que su capacidad de observación no es la regla.

–Hace poco vino por acá el escritor colombiano Daniel Samper y tampoco lo había visto. Ahora, cuando fueron lo de los penales de Palermo lo llamé a Madrid para felicitarlo y reírnos un poco y me contó que venía de Boston y había encontrado en la universidad bastante literatura sobre estas cosas y el culito de Dios. Quedó en mandármelo. Y no sólo esto sino que hay otros cuadros con actitudes así comprometidas.

–¿Por qué el Vaticano no dirá nada?

–Y, para no armar lío digo yo. O a lo mejor, le parece muy bien.

–Evidentemente, la Biblia es una de las fuentes de inspiración.

–Sí, porque todas estas cosas con las que uno se maneja, los celos, la corrupción y la ambición de poder está. Y yo me tomo poco trabajo. Ahora no me acuerdo qué rey recibió una coima para que dejara poner un gimnasio de jóvenes efebos y dice cuánto le pagaron. Al final la Biblia trae un sistema de cálculo, nunca me tomé el trabajo de hacer la cuenta.

–La diferencia es que ahora están los medios, se sabe más y uno se indigna más.

–Esto de Moneta no se puede creer. Los de Adidas, lo de Racing, lo de la Unión Obrera Metalúrgica... Si uno empieza a sumar. Y después te hacen un lío por no tener el ticket del estacionamiento.

–¿Cómo imagina las consecuencias a mediano plazo de todo esto?

–Y no sé. Lo veo cada vez peor, tampoco soy una persona indicada para emitir estas opiniones. No sé de economía, ni de sociología.

–Pero sabe de lo que tendría que ser la razón de ser de todo eso: el ser humano.

–En ese sentido me parece que el socialismo sigue siendo la mejor vía política, pero claro, bien aplicado.

–¿Siente que se aplicó bien?

–No, se aplicó mal, con muchas restricciones y autoritarismo. El camino intermedio no sé muy bien cuál es. Pero, ¿cómo es posible que el socialismo siempre haya tenido problemas de abastecimiento interno de alimentos? ¿Por qué los rusos, en vez de tirar cohetes al espacio, no hicieron autopistas? Esas son las fallas que uno no entiende.

–¿Y a Cuba cómo la ve?

–Uno quiere mucho a la Revolución Cubana como hecho en sí y toda la cosa del Che, al mismo Fidel uno le tiene, por lo menos, un respeto muy grande. A mí me emociona ese pueblo que sigue adelante. Yo me imagino, por ejemplo, Japón con treinta años sin petróleo... una cosa horrorosa. Para no decir la Argentina. Que uno vaya a comer a la Recoleta y diga “ensalada de tomate”. “No, no hay.” “Lechuga.” “No hay.” ¿Qué hay? Pepino. ¿Te imaginás un porteño en esa situación?

–¿Estuvo alguna vez con Fidel Castro?

–Sí, he estado tres o cuatro veces. Lo que pasa es que este tipo con la fama que tiene de ser memorioso, cada vez que me ve, me dice: “¿Quién tú eres chico?”. Entonces le tengo que explicar. No sé por qué le pasa eso conmigo (se ríe).

–¿Y cuando le explica qué pasa?

–Algunas tiras que yo he hecho con la Mafalda, cuando dice “por qué este cretino de Fidel Castro no dice la sopa es buena”.

–Con ésa tuvo problemas, ¿no?

–La primera vez que fui me dijeron “cómo es eso que tú has dicho que el comandante es un cretino”. La explicación es clara. No sé y alguna otra tira como esa de que “la sopa es a la niñez lo que el comunismo es a la democracia”. Ese tipo de cosas por ahí no le han gustado mucho. Por ahí, él tampoco lo sabe, pero sin querer lo asocia.

–¿Merecería una charla Quino-Fidel?

–Merecería.

–¿Se ha encontrado con algún otro personaje que admire?

–Bueno, Alfonsín sí, pero ha sido circunstancial. Es un tipo que me gusta pese a las cosas de gallego cabeza dura que tiene.

–¿Qué es lo que rescata y lo que critica de él?

–Lo que rescato es la honestidad, creo que a nadie se le escapa que salió del gobierno como entró, no cambió su status. Su idea de mudar la capital a Viedma me pareció fantástica y creo que no la entendieron. Lo que critico son las famosas cosas de Semana Santa, está bien que él opina que él también se lo creyó y todos los políticos firmaron un acta conjunta ese día. Lo de la Obediencia Debida... Me parece que las leyes que había hubieran servido para castigar a esta gente sin necesidad de inventar otras figuras jurídicas.

–¿Sigue pensando que no se puede hacer humor con el tema de los desaparecidos?

–Yo no puedo, hay quien lo ha hecho y a mí me cae muy mal.

–Desde chiquito lo suyo fue la pasión por el dibujo.

–Sí, nunca he jugado con nada. A las cartas jugábamos: una época al rummy, otra a la ruleta, nos compramos una ruletita de juguete y mi hermano hizo las fichas de colores, y en otra época a la lotería de cartones. Eso sí que me gustaba. El ajedrez también me gustaba mucho, después me di cuenta que no podía imaginarme más de cuatro jugadas, a la quinta ya no me acordaba de las otras cuatro. Lo dibujé en una tira de Felipe.

–¿Le gustan los juguetes?

–Acá en la esquina, cuando sacaron la juguetería Colón y pusieron la empalizada para hacer un banco, alguien escribió “Galicia puto, devuelvan los juguetes”. Me pareció fantástico. Lo que me apasionó de chico fue el Mecano. Armaba autos, aviones, grúas, armas, me había hecho una pistolita que disparaba unos buloncitos para matar japoneses que dibujaba yo.

–¿Exclusivamente japoneses?

–Y alemanes. Yo llegaba del cine de ver películas de guerra y claro, me dibujaba soldados en cartón, les ponía una base de corcho y me la pasaba matando malos. Me hacía bien descargarme. Desde que empezó la Segunda Guerra Mundial, en la cabecera de mi cama tenía las fotos de Churchill, De Gaulle, Roosevelt y Stalin y me había dibujado la banderita de cada país. Leía el diario y escuchaba la radio, el gato se acostaba arriba porque estaba calentito. Mi familia estaba muy interesada.

–Claro, sus padres eran españoles republicanos.

–Me imagino lo que debe haber sido ser grande, de izquierda y ver toda Europa ocupada por el nazifascismo, el franquismo.

–¿Cómo vivió la guerra de la OTAN contra Yugoslavia?

–Mal, muy mal. No entiendo muy bien por qué Europa se enganchó en esta locura que creo que es combinada por Estados Unidos para joder la Unión Europea. Además, ahora lo que dijo Clinton, que de reconstruir Yugoslavia se ocupe Europa porque ellos gastaron mucho dinero en destruirla. Además es lo mismo que pasó con la Guerra del Golfo, armaron todo para sacar a Saddam Hussein y el otro sigue ahí. Acá Milosevic sigue tan campante.

–Usted alguna vez dijo que hacer humor era una forma de poner ideas para cambiar algunas cosas. Cuando ve que los temas son recurrentes, ¿cómo se siente?

–¿Los temas recurrentes son míos o de la realidad?

–Los de la realidad.

–Muy mal, cada vez peor, porque yo creía en serio que, después de la Segunda Guerra Mundial, todo este largo período de Europa sin guerras gordas me tenía bastante esperanzado en que la cosa podía seguir funcionando. Pero claro, porque uno es un tarado, ¿no? Si uno leyó el Antiguo Testamento sabe que no es así. Uno lee eso y lee lo de Arafat y seguimos en la misma historia. Son dos mil y pico de años, es increíble, yo decía por qué éstos no habrán metido todo en la Patagonia que ahí sobra tierra. Los tipos sabían que la tierra era redonda, lo de Colón es mentira. Hay un tipo que se llamaba Eratóstones (busca un cuadernito donde tiene anotada la cita), que vivió del 276 al 194 antes de Cristo, el otro día lo descubrí en la Enciclopedia Británica, y calculó la circunferencia de la Tierra.

–Nos han vivido mintiendo en eso también.

–Claro, las Invasiones Bárbaras trajeron un retroceso de siglos. Menos mal que gracias a los árabes, Europa recuperó la cultura griega porque si no todo eso se iba al carajo también.

–¿Qué siente cuando lo califican como genio?

–(Mira desconcertado.) No, digo que soy ingenioso, pero un genio no, porque si no, ¿dónde pondríamos a Picasso, a Mozart y toda esa gente? Yo no soy así...

–Muchos lo han puesto a usted entre los humoristas más destacados del mundo...

–Del mundo, yo tampoco diría... Yo he preguntado en Estados Unidos quién me conoce, o en Inglaterra, o en los países del Este, o en Japón... no. Me conocen en América Latina, en Europa –digamos Italia, Francia, España, Portugal y Grecia–, después...

–Bueno, no es poco. Digamos que son muchos...

–(Se ríe.) No, bueno, pero la fama es una cosa muy relativa.

–¿Y Mafalda lo sigue persiguiendo?

–No, persiguiendo no. Es la gente la que tiene un raye con esta cosa, que yo no entiendo...

–¿Por qué sigue siendo tan vigente no lo entiende?

–No. Yo tengo dos tipos de lectores: los que me agradecen por lo que hice y los que me reprochan por haber dejado de hacerlo. Por supuesto que me caen más simpáticos los primeros... pero hay gente que me trata como un criminal de guerra: yo hace 26 años maté a 9 personas.

–¿Susanita, si estuviera ahora, a quién votaría?

–A Menem, ¿no?, a Duhalde.

–¿Y Mafalda?

–No sé, no me lo planteo. Es otra de las cosas que la gente no me entiende. Hay gente que se enoja cuando yo digo que Mafalda es un dibujo, no un personaje de carne y hueso.

–¿Qué es lo que le gusta de los otros humoristas?

–Creo que el Inodoro Pereyra sigue siendo lo más logrado del Negro Fontanarrosa, porque en el dibujito de Clarín se encarga, no sé, de cualquier cosa. Muchas veces le he dicho: ya que te salen tantas ideas, ¿por qué no seleccionás un poquito mejor? No hay caso... Y el que me parece un tipo genial y nadie le da bolilla, es Crist. Como dibujante, por supuesto, y luego cuando tiene ideas buenas son una maravilla. Este del nieto que le dice al abuelo: “Abuelo, cuénteme su vida”, y el abuelo le dice: “Se la hago corta, m’hijo. Yo estaba jugando en el patio de mi casa, y ahora estoy acá”. ¡Qué lo parió! Es muy gracioso...

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  • “NO SOY UN GENIO, SOY INGENIOSO”
 

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