Las reales intenciones del FMI y del Gobierno en materia de seguridad social son reformar el sistema de seguridad social. Pero la reforma que piensan parte del preconcepto que el sistema de prestaciones dinerarias, como las jubilaciones y pensiones, la asignación universal por hijo, las asignaciones familiares, el subsidio por desempleo y las pensiones no contributivas, son insostenibles en el tiempo. Vale la pena develar entonces cuál es el significado práctico en la idea de que el sistema de seguridad social es insostenible.

En principio, cualquier lector desprevenido podría entender que como el país está en una brutal recesión, el gobierno piensa hacer un esfuerzo extra para mejorarle la vida a estas personas, atento que configuran uno de los sectores más vulnerables. Que nadie se haga ilusiones, para el Gobierno de Cambiemos, el FMI, el BM y para todos los ajustadores eso significa bajar el gasto y restringir el ingreso de nuevos beneficiarios. En otras palabras, insostenible es sinónimo de que más de 16 millones de personas que perciben jubilaciones y pensiones, AUH, asignaciones familiares, seguro de desempleo, PNC, verán sus prestaciones disminuidas. En una palabra, configura la versión aggiornada de la disminución de 13 por ciento de las prestaciones y de las remuneraciones del sector público de la época de De La Rua.

El FMI en oportunidad de la auditoría conocida como las “recomendaciones del artículo IV” deja una lista de medidas que debería encarar el gobierno durante este año en materia de seguridad social: 

1. Como en los ‘90, se habla de un sistema previsional que no es sustentable. Este fue el principal argumento utilizado para promover la privatización en 1993.

2. El aumento de la edad jubilatoria para la mujer de 60 a 65 años es “el tema” elegido para la distracción de los medios. Hay argumentos de todo tipo, para un lado y para el otro, pueden hablar psicólogos, sociólogos y toda clase de opinólogos, ya que configura el punto que se puede “resignar”, “negociar” o ser irreductiblemente firmes según convenga, porque lo importante para el Gobierno, con el apoyo del FMI, es el resto de los temas “recomendados”.

3. Reducir la formula de cálculo de las jubilaciones en un 20 por ciento. El por qué de esta propuesta es fácilmente detectable y responde a la necesidad que el monto de los beneficios sea comparable con aquellos que brindaría el régimen de capitalización al que aspiran. La tasa de reemplazo en la Argentina ronda el 57 por ciento del haber en actividad (30 años al 1,5 por ciento por año más la PBU); en Chile, con un sistema de capitalización individual, esa tasa de reemplazo se encuentra entre 30 y 35 por ciento, muy por debajo del 57 por ciento mencionado.

4. Modificar la ley de movilidad jubilatoria. Este es el punto de mayor envergadura para el FMI, para el Gobierno de Cambiemos y para todos los “ajustadores”. La razón es muy simple: el mayor índice de redistribución del ingreso nacional es, justamente, la Ley de Movilidad Jubilatoria. Para valorar adecuadamente la trascendencia de esta ley hay que tener en cuenta que fue el motivo por el cual Argentina fue el primero y único país que ratificó el Convenio 102 de la OIT sin observación alguna. Entre el 2009 y el 2015 elevó la tasa de reemplazo jubilatoria en relación al haber mínimo de los trabajadores en actividad del 72 al 81 por ciento y si la economía hubiera seguido creciendo durante el 2016 la tasa de reemplazo del haber mínimo hubiera superado el tan ansiado 82 por ciento.

A la luz de los últimos anuncios hechos por el gobierno respecto del PAMI (Resolución 05/17), donde millones de jubilados y pensionados perderán el derecho a recibir medicamentos gratuitos, el ajuste de los jubilados y pensionados ya comenzó. 

Quizás alguien pueda suponer que es “imposible” que en un año electoral al Gobierno se le ocurra avanzar en una reforma de estas características. Pero en el imaginario del Gobierno circula la idea de instalar el debate antes de las elecciones, en particular el tema de que es insostenible el sistema previsional actual, para entonces sí, luego del proceso electoral, hacer los deberes que le requiere el FMI y el BM para poder seguir en el festival de endeudamiento.

El límite del ajuste es siempre el que están dispuestos a aceptar los ajustados, por ello cuando el ajuste arrecia es bueno volver al pensador ingles Willams Beveridge que al momento de la creación de su “ Plan de Seguridad Social” hace más de 75 años escribía: “La liberación de la necesidad no puede ser impuesta ni concedida a una democracia. Debe ser conquistada por ella misma. Para conquistarla se necesita valor, fe y sentido de unidad nacional que se imponga a los intereses de clase o de grupo”.

* Ex gerente de Normatización de Prestaciones y Servicios de la Anses.