Oriente es una invención de Occidente. Sería todo lo que no es Occidente: desde Japón hasta Pakistán, desde China hasta Siria, entre muchos otros países muy diferentes. Oriente es lo que Occidente no es.

No puede haber una concepción más autorreferencial como ésta. La identidad de otras partes del mundo la definen los europeos y en relación con quiénes son. La centralidad es Europa, los demás son otros en relación con ella.

Fue en torno al eurocentrismo que se construyó la historia universal, tal como nos fue transmitida. Una visión en la que el centro del mundo era Europa, no sólo en términos geográficos, sino también en términos culturales, basada en la polarización “civilización o barbarie”.

Una interpretación que reduce prácticamente la historia a la historia de Europa, respecto de la cual los demás continentes serían periféricos.

Oriente apareció casi como una invención europea, siendo, desde la antigüedad, un lugar de romances, seres exóticos, recuerdos y experiencias raras. Oriente sirve para definir el otro de Occidente, para definir la identidad de Occidente mismo, como oposición al Oriente que él mismo inventó. Oriente sirve a Occidente para definirse como el otro de Oriente.

La relación entre Occidente y Oriente se superpone, en el capitalismo, a la relación entre cetro y periferia, entre norte y sur, por lo tanto es una relación de explotación, de dominación, no sólo económica y política, sino también cultural.

Para Edward Said (foto), autor del extraordinario libro “Orientalismo”, la mente oriental se define como una mente que aborrece la precisión. Serían ingenuos, faltos de energía e iniciativa, de mal gusto, de intriga, de simulación, serían mentirosos, letárgicos, suspicaces. Said, como experto en teoría literaria, toma todas estas características de la forma en que la literatura define la mentalidad oriental. Todo se opone a la racionalidad, al carácter maduro y virtuoso de la mente occidental.

Durante su apogeo político y militar, del siglo VIII al XVI, el Islam dominó tanto en Oriente como en Occidente. A partir de finales del siglo XX, el poder comenzó a desplazarse nuevamente hacia el este.

Hasta entonces, los orientales no eran vistos como ciudadanos o como un pueblo, sino como problemas que debían resolverse. La sola designación de algo como oriental ya representaba un juicio de valor.

El eurocentrismo se articula en torno a la oposición entre civilización y barbarie. En condiciones donde lo que excluyó de la civilización contiene las civilizaciones más antiguas de la historia. Una forma de afirmar tu identidad construyendo a alguien más que se adapte a ti.