El fundamento de los ataques del neoliberalismo a los derechos de todos es la descalificación del Estado. Una vez demonizado el Estado, se desatan las políticas de privatización de empresas, de desarticulación de los derechos de las personas, de desmonte de la estructuras del Estado, de desempleo de gran cântidad de empleados públicos.
Los gobiernos neoliberales ya ni siquiera justifican sus actos, como si todo lo que debilita el Estado fuera automáticamente positivo. Algunos de esos gobernantes definen directamente al Estado como el adversario fundamental a ser atacado, debilitado, desarticulado.
Así, es alrededor del Estado que se dan las disputas políticas e ideologías contemporáneas. Desde que Ronald Reagan (foto) asumió que el Estado había dejado de ser la solución, para ser el problema, el Estado ha estado en el centro de las principales polémicas y acciones políticas.
El liberalismo ha asumido su identificación con la democracia, oponiéndose al Estado, como institución antidemocrática. La polarización fundamental, para el liberalismo y el neoliberalismo, se daría entre Estado y sociedad civil.
El neoliberalismo esconde su proyecto de mercantilización general de la sociedad, bajo la capa de la sociedad civil. El polo neoliberal tiene a los empresarios como sus sujetos centrales. La esfera mercantil no se opone al Estado, sino a la esfera pública.
Esta es la esfera de los derechos, la que busca que todos los individuos sean ciudadanos, esto es, sujetos de derechos. En la polarización entre la esfera mercantil y la esfera pública, el Estado – o la esfera estatal – es un espacio de disputa entre esas esferas. A menudo al interior del Estado conviven, contradictoriamente, los intereses mercantiles – en general en los ministerios económicos – y los intereses públicos – concentrados, en los ministerios de políticas sociales.
Esta es la polarización verdadera, entre el proyecto neoliberal, que busca mercantilizar a las relaciones sociales, a expensas de los derechos de las personas, y el proyecto antineoliberal o posneoliberal, que busca generalizar a los derechos y transformar a todos los individuos en ciudadanos.
Está planteado el proyecto de reforma del Estado, con significados distintos y contrapuestos. Para el neoliberalismo se trata de un proyecto sistemático de desmonte del Estado. Reformar es desestructurar al Estado, desarticular sus estructuras fundamentales, es terminar con toda y cualquier forma de regulación de las relaciones sociales.
Para el antineoliberalismo, al contrario, se trata de democratizar al Estado, de ensanchar su capacidad de regular las relaciones sociales, de poner limites al proceso de mercantilización de las relaciones sociales. Se trata de reformar radicalmente al Estado, en la dirección de su democratización, haciendo que la esfera pública sea el eje fundamental del Estado.