Las decisiones que tomó ayer Daniel Passarella dejaron en claro cuál es su postura en la intimidad del plantel. El apercibimiento que recibió Ariel Ortega a causa de su llegada tarde fue una señal no sólo para el jujeño, sino también para el resto de sus compañeros. Más allá de los nombres, las trayectorias y los pergaminos de cada uno, para el conductor ningún jugador tendrá algún tipo de privilegio en el club. El caso de Ortega es aún más particular, teniendo en cuenta el afecto que Passarella siente por este jugador. Para el técnico, el ahora delantero de 32 años es el que debe marcar las pautas al resto del equipo, y sobre todo a los más chicos que lo tienen como espejo.

Si bien Ortega ha tenido algunos problemas de disciplina a lo largo de su carrera, esto seguramente fue sólo un descuido y el hecho quedará rápidamente en el olvido, pero Passarella aprovechó la ocasión para imponer su presencia en el grupo y a partir de ahí marcar la distancia con sus dirigidos.

El otro episodio que alcanzó relevancia fue la posible marginación de Germán Lux en el equipo que visitará a Racing. El arquero no exhibió un buen nivel el último domingo y Passarella analiza la chance de incluir al joven Juan Pablo Carrizo. Esta situación sirve también para que Passarella pueda exigir el máximo esfuerzo de sus futbolistas, ya que Lux aparecía como uno de los referentes en este ciclo. Sin ir más lejos, Passarella alzó la voz cuando el arquero fue apartado de la lista mundialista. Si finalmente Lux no juega el próximo partido, la expansión de esta salida provocará la autoxigencia en cada integrante, sabiendo que una mala tarde puede generar la salida del equipo.

Desde que llegó a River, en enero pasado, mucho se habló de esta nueva versión de Passarella, algo más comprensivo y abierto con las personas más cercanas. Pero con esta serenidad para tomar determinaciones consideradas “fuertes”, el entrenador demuestra que su ánimo puede ser otro, pero el respeto y el compromiso extremo con el juego no se negociarán bajo ningún punto.