EL MUNDO › OPINION

Adonde va Sharon

 Por Claudio Uriarte

En Israel, hace tiempo que el primer ministro Ariel Sharon ha dejado de constituir la derecha del arco político, para convertirse en algo así como el centro. Es decir que habría tres posiciones: izquierda, derecha y centro. Traducido a la práctica: la izquierda propone negociaciones sin condiciones; la derecha, reocupación militar total de Cisjordania y quizá Gaza, más la expulsión del líder palestino Yasser Arafat; el centro, con la dupla de Sharon y el ministro de Defensa Benjamin Ben Eliezer en su eje, operaciones punitivas intermitentes pero no reocupación, y negociaciones condicionadas a un cese del fuego. Es decir: la derecha se ha convertido en el centro, la extrema derecha ocupó el lugar de la derecha y la izquierda pacifista, de acuerdo a todas las encuestas, se cayó del mapa político. Es en este escenario que se mueve el espectro de respuestas posibles al atentado de ayer en el norte, que debe decidirse en las próximas horas.
Hasta cierto momento, cada nuevo atentado reforzó la posición de Sharon. Ahora, sin embargo, esa posición puede verse comprometida. Hace casi un mes, el plenario del Likud, el partido de Sharon, desautorizó a éste último y votó contra un Estado Palestino. El impulsor de la resolución fue el ex primer ministro Benjamin Netanhayu, quien viene anticipando un nuevo giro a la derecha del electorado ante el fracaso de la política de Sharon para detener los atentados. El voto del Likud no tuvo ni tendrá ninguna consecuencia inmediata, pero adelanta los tiempos: el terrorismo favorece a la extrema derecha, y ya ayer volvió a hablarse de la reocupación total del territorio del que provienen los ataques, que es el modelo clásico de las operaciones contra las guerrillas urbanas. Hasta el momento, sin embargo, Sharon se ha abstenido de dar este paso. Dos motivos principales parecen condicionarlo: su obsesión por seguir al frente de la gran coalición entre laboristas, Likud y aliados religiosos. y el estado de la economía. Reocupar toda Cisjordania es una operación muy cara, sin hablar del alud de presiones internacionales que se desataría a favor de imponer sanciones contra el Estado judío. Pero esa hesitación puede evaporarse.
El panorama puede no parecer tan belicoso, en la medida que la ineficacia de la política de Sharon también está destinada a producirle un desgaste por izquierda, con el previsible aumento de los reservistas que se niegan a acudir a filas. Pero, con un ejército compuesto mayoritariamente de reservistas, eso puede ser paradójicamente lo que gatille el último resorte para la ofensiva total.

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