EL MUNDO › OPINION

La guerra de 1967 fue de defensa

Por Edwin Yabo*

El 14 de agosto La Prensa reprodujo un despacho del diario oficial yugoslavo Borba sobre la conferencia que en El Cairo realizaban Nasser y el Mariscal Tito. Su corresponsal informaba que Siria y Argelia se mantienen en su línea dura, exigiendo ‘una guerra total de los pueblos árabes’ para corregir los resultados de la reciente guerra. Mientras la razón y la voluntad de paz aconsejan que los países árabes negocien el tratado de paz que Israel propone, los gobernantes musulmanes sólo piensan en una nueva guerra de exterminio. Es decir que las condiciones anteriores –la voluntad de genocidio contra Israel– no han variado. Por eso creo que tampoco mi carta necesita ser modificada. Acaso exige un solo agregado para subrayar un hecho insólito y trágico, motivo de evidente desconcierto y consternación. En medio de la inmensa confusión actual de la que es el mejor ejemplo la siniestra confusión que estremece a China, resulta que un judío no puede pertenecer al campo socialista si antes no presta asentimiento a la destrucción de Israel, que exigen los árabes. Creo que mi carta es también una denuncia contra ese monstruoso absurdo.” Esto escribió el periodista Bernardo Verbitsky en 1967, poco tiempo después de la Guerra de los Seis Días. Es el encabezado a una carta abierta escrita a fines de mayo del ‘67, que Verbitsky dedica al escritor Leonidas Barletta. En la carta el autor expresa su preocupación y “angustia” por las claras amenazas de guerra por parte de los países árabes en contra de Israel, pero además por la incomprensión general, en especial en la izquierda política, por las posturas israelíes.
Hace 35 años Nasser, entonces presidente de Egipto, ordenó el bloqueo marítimo a barcos israelíes en el golfo de Akaba. Este acto en sí constituyó un acto de guerra. El plan era forzar a Israel a dar el primer golpe y luego ellos darían el segundo: Siria desde el norte y Egipto desde el sur y así borrarían a Israel del mapa. Luego del 5 de junio todo sucedió muy rápido. En el norte, Israel ocupó las mesetas del Golán, desde donde el ejército sirio atacaba a los agricultores israelíes y al sur, el ejército israelí tomó la península de Sinaí que luego devolvió a Egipto, una década mas tarde, en el marco de los acuerdos de paz entre los dos países.
Como consecuencia directa de esta guerra defensiva, Israel también tomó los territorios de Samaria y Judea, en la ribera occidental del río Jordán y la Franja de Gaza hacia el Mar Mediterráneo. Ambos territorios, hay que recordar, estuvieron bajo dominio árabe jordano y egipcio respectivamente, durante 19 años. Ya comenzada la guerra, el gobierno de Israel le envió un mensaje al rey Hussein de Jordania en el cual le pidió mantenerse al margen del conflicto. Pero Nasser, argumentando que el ejército de Israel estaba en retirada, convenció a Hussein de unirse al doble ataque y abrir otro frente desde el este. En estas circunstancias, Yitzhak Rabin, entonces comandante en jefe del Ejército de Defensa de Israel, movilizó tropas de los otros frentes (en especial del norte) para repeler la nueva amenaza.
Poco tiempo después de la Guerra de los Seis Días el gobierno de Israel hizo un llamado al mundo árabe: “Reunámonos, no como vencedor y vencido, sino como iguales, para negociar la paz, sin condiciones previas”. En agosto de 1967, en una conferencia cumbre celebrada en Jartum, Sudán, los líderes árabes pronunciaron sus tres famosos “no”, “no a la paz con Israel, no al reconocimiento al Estado judío y no a las negociaciones”. A esta declaración la OLP agregó: “Israel debe ser destruido, aun dentro de las fronteras de 1967”.
En estos 35 años, la paz entre israelíes y árabes, ha sido posible cada vez que los países árabes fueron abandonando los tres “no”. Todas las alternativas a la violencia y a la destrucción, es decir: las negociaciones, las discusiones y los compromisos fueron las únicas víasposibles. Así fue con la paz con Egipto, con Jordania y así fue con otros países de la Liga Arabe con los que Israel mantiene relaciones diplomáticas. Así fue también en 1993, cuando Arafat se comprometió por escrito a dejar la vía de la violencia y el terrorismo para pasar a solucionar el conflicto palestino.israelí por la vía de las negociaciones. En el marco del Proceso de Paz (y solamente en el marco de un proceso de paz), entre 1993 y el 2000, Arafat retorna a Gaza y se funda la Autoridad Palestina. Para julio del año 2000 casi la mitad de los territorios en Judea y Samaria ya estaban bajo su administración. En términos de población a través del Proceso de Paz, el 97 por ciento de los palestinos obtuvo, por primera vez, algún tipo de autonomía, incluido el período de 19 años en que no existía la “ocupación” israelí y esos territorios estaban dominados por otros Estados árabes.
Para la desgracia de ambos pueblos, el palestino y el israelí, en el año 2000 Arafat toma la decisión de salirse de la vía pacífica y retomar la vía de la violencia. Arafat pensó que podría lograr de esta forma los mismos objetivos políticos, sin llegar a declarar el “fin del conflicto” al que hubiera estado obligado en el marco de las negociaciones de paz.
Arafat, en coordinación con otros grupos terroristas fundamentalistas, desató una ola de violencia en contra de la población civil israelí, que obligó a Israel a responder en uso de su legítimo derecho a defensa.
Con esta decisión, Arafat, además de ser el responsable histórico de la muerte y de la destrucción de los últimos 20 meses de Intifada, crea un serio interrogante a futuro sobre las verdaderas intenciones de quien pretende perpetuar el conflicto.

* Primer secretario de la Embajada de Israel.

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