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El sueño de “Lupín”

 Por Santiago Rodríguez

A los 25 años, cuando todavía cursaba Derecho en la Universidad Nacional de La Plata, Néstor Kirchner le explicó a su mujer Cristina que pretendía recibirse porque era imprescindible para llegar a “ser gobernador” de Santa Cruz. Hoy, casi tres décadas después, el santacruceño puede darse por satisfecho porque completó su carrera y con creces: no sólo se graduó como abogado y gobernó su provincia durante tres períodos consecutivos, sino que además el próximo 25 de mayo asumirá como Presidente de la Nación.
Así como de joven se planteó la meta de alcanzar alguna vez la gobernación de Santa Cruz, llegado el momento Kirchner también se propuso ser Presidente. Dicen que fue en 1998, cuando convocó a El Calafate a viejos militantes del peronismo combativo y les confió a sus más allegados en qué consistían sus planes.
Por esos días el santacruceño era el único gobernador que había manifestado su apoyo incondicional a la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde, frente a las continuas operaciones del menemismo en contra de la postulación del bonaerense. La intención de Kirchner entonces era armar una fuerza que hiciera su presentación en sociedad en el 2003, pero que tuviera su objetivo puesto en dar la pelea de fondo en el 2007.
Lo demás es reciente y sabido. En función de aquel proyecto, Kirchner fue uno de los primeros peronistas en lanzarse a la carrera presidencial. Duhalde lo adoptó como su candidato después de fracasar en su intento de convencer a Carlos Reutemann para que jugara ese papel y de que la postulación de José Manuel de la Sota no midiera lo que se esperaba en las encuestas.
De sus años de estudiante de Derecho Kirchner carga todavía con el apodo de Lupín. Así lo bautizaron sus compañeros de militancia de la JP platense por su parecido al aviador de “comic” creado por el Guillermo Guerrero, uno de los dibujantes que acompañaron a Divito en la revista Rico Tipo. Allí, en La Plata, conoció a Cristina Fernández, quien también estudiaba Derecho y militaba en la JP. Se casaron en 1975 y tienen dos hijos: Máximo de 26 y Florencia de 13.
Ya en aquellos años Kirchner tenía una costumbre que lo acompañaría el resto de su vida: en cuanto las circunstancias lo permitían regresaba a Santa Cruz. Lo que más disfruta actualmente son sus escapadas a El Calafate, la pequeña ciudad cercana al glaciar Perito Moreno. “Me gusta recorrer toda mi provincia, pero El Calafate y el lago del Desierto son lugares que suelo repetir. Caminar por toda esa zona es como volver a vivir; me energiza”, suele explicar.
En los años en que estudiaba en La Plata, Kirchner regresaba en verano a Río Gallegos, la ciudad en la que nació en 1950. Para canalizar su militancia se acercaba entonces a las unidades básicas John William Cooke y Los Mártires de Trelew.
Kirchner se recibió de abogado en 1976 después del golpe de Estado. A esa altura las patotas de la dictadura imponían el terror en La Plata y los Kirchner –que un par de años antes, en pleno auge de la Triple A, ya habían estado presos durante unos días– decidieron recluirse a un exilio interno en Santa Cruz. Kirchner y Cristina abrieron un estudio con un socio y durante los años en que duró el Proceso se dedicaron a hacer dinero como abogados. Así se desprende de la declaración jurada de la actual senadora, donde 22 de las 24 propiedades que el matrimonio acredita tener figuran como adquiridas con anterioridad a 1983. Kirchner, por su parte, declaró un patrimonio de poco más de dos millones de pesos.
Con la reapertura democrática, el matrimonio Kirchner retomó la actividad política. En 1987 Kirchner ganó las elecciones a intendente de Río Gallegos y su esposa fue elegida como diputada provincial.
Kirchner pegó el salto a la gobernación en 1991 con el apoyo de casi el 60 por ciento de los santacruceños. Después de cuatro años de mandato –yde reformar la Constitución para que lo pudieran reelegir– revalidó su título aún con mayor respaldo popular. La gente de su provincia volvió a extenderle el crédito en 1999, al elegirlo por tercera vez consecutiva.
Aquellos que no lo quieren, lo acusan de tener un discurso progresista para el país y feudal para la provincia. Lo que le endilgan es un manejo hegemónico, fundado en el control de la Legislatura y la Justicia provincial.
Los que respaldan su gobierno, destacan que en sus años de gestión combinó fuerte inversión pública en vivienda, educación, infraestructura y salud con rigor presupuestario. Santa Cruz exhibe de los mejores indicadores sociales del país, aunque también es una provincia beneficiada por los altos ingresos que obtiene a partir de la explotación petrolera.
Durante sus años de gobernador Kirchner se convirtió en opositor a ultranza al tratado sobre los Hielos Continentales y en uno de los máximos defensores de las economías regionales. Esas posiciones lo fueron llevando con el correr de los años a un enfrentamiento público y notorio con la administración de Carlos Menem.
Hasta el 27 de abril, Kirchner nunca había perdido una elección. Ese día no ganó, pero sí clasificó para la segunda vuelta y todas las encuestas indicaban que en esa instancia su triunfo sería contundente. La decisión de Menem de bajarse de su candidatura le impidió anotarse un nuevo triunfo en sus estadísticas.

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