EL PAíS › EL GOBIERNO ANALIZA DIVERSOS ESCENARIOS ELECTORALES

Ucronías

Esta semana CFK encabezará otro acto de campaña. Será el 26, en Pilar. Pero el perfil más alto de esta precampaña lo seguirá manteniendo el Presidente. Su química con la gente como rédito seguro. Diferentes hipótesis para octubre sobre las mesas de arena del Gobierno. Capital y provincia de Buenos Aires.

 Por Sergio Moreno

Por parte del Gobierno, la campaña electoral seguirá durante un tiempo como hasta ahora: la encabezará el propio Néstor Kirchner con Cristina Fernández de Kirchner mostrándose, pero en un lugar secundario. Las apariciones de CFK serán medidas, contenidas y estudiadas, como la que hará pasado mañana, 26 de julio, en Pilar. Las otras, las de batalla, serán encabezadas por el Presidente. Esta decisión implica preservar a la senadora candidata a senadora, pero también intenta aprovechar una marca registrada, una medicina que funciona, que es la química existente entre Kirchner y la sociedad, que –dicen en la Casa Rosada– ya está comprobada. CFK va a ir apareciendo de a poco y cobrará más protagonismo a medida que la campaña avance. Eso ocurrirá cuando comience a culminar agosto. Será un crescendo que llegará a su punto álgido en las últimas tres semanas de octubre.
El clima en Balcarce 50 es notoriamente electoral. El empeño del Presidente es vencer ampliamente en la provincia de Buenos Aires, terminar de una vez por todas con Eduardo Duhalde y lo que queda de su estructura. Quien no tribute a tamaña empresa será punido al estilo patagónico. Daniel Scioli está nuevamente “en capilla” por haber faltado al Teatro Argentino de La Plata, cuando se lanzó CFK. Scioli, al paladar de Kirchner, hace equilibrio y no esconde su doble lealtad, una ambigüedad que no es admisible por estos días en la Rosada.
Algo bastante distinto ocurre con el ministro de Economía, Roberto Lavagna, quien comenzó su gestión, allá por abril de 2002, cuando Duhalde ocupaba el sillón de Rivadavia. Lavagna, cuentan en Gobierno, le dijo al Presidente que su lealtad estaba con él y que, por tanto, seguía al frente del Palacio de Hacienda. “Si no estuviese con vos, me iría, como hizo Sarghini”, dicen que dijo. La referencia es al ex titular del Banco Provincia Jorge Sarghini, que renunció a su puesto para incorporarse a la lista de candidatos a diputados de Hilda “Chiche” Duhalde.

Hipótesis:

El fragor electoral es alimentado por los movimientos de mesas de arena que ocupan gran parte de la Casa Rosada. En diversos despachos, los estrategas del Presidente analizan guarismos y construyen hipotéticos escenarios sobre lo que podría pasar si ocurriese tal o cual cosa, ucronías que mantienen tenso el nervio del Gobierno. Veamos algunos de los escenarios que desmenuzan en el areópago kirchnerista. Según sea cada uno, las consecuencias para esta administración serán, obviamente, distintas.

- En Capital Federal: si Elisa Carrió llegara a imponerse en las elecciones de octubre, las cosas se pondrían más complicadas para el Gobierno que si el triunfo fuese de Mauricio Macri. En la Rosada hay quien cree que Carrió, de vencer, generaría una corriente que, con algunos retoques y modificaciones de discurso, podría quedar en el imaginario colectivo a la izquierda de Kirchner. De triunfar, tendría una chance inmejorable para coligarse al socialismo que saldrá victorioso en Santa Fe, liderado por el ex intendente rosarino Hermes Binner. El Partido Socialista y fundamentalmente su antecesor, el viejo Partido Socialista Popular, orgánicamente desdeña los acercamientos con Kirchner y vería bien una alianza con Carrió. Actualmente, el PS constituyó una coalición con los radicales en Santa Fe. Uno de los intérpretes del pensamiento presidencial impuso a Página/12 el siguiente ejercicio intelectual: “Imagine usted a una Carrió ganadora en Capital, con candidato para la Jefatura de Gobierno en 2007, que sería Enrique Olivera, unida al socialismo en Santa Fe, ergo, con candidato a gobernador de esa provincia en 2007, que será un Binner victorioso, y ella, ganadora en la Ciudad de Buenos Aires, candidata a Presidenta en 2007. El voto radical porteño, bonaerense y santafesino será de ella. Y el voto más conservador, y el voto anti Kirchner, también. Es una chance. Peligrosa, porque horada la simpatía de las clases medias con el Gobierno, que es la actual alquimia de Kirchner: peronismo con clase media, progresista y no tanto. Ahí obligaría a Kirchner a recostarse aún más en el peronismo, con la consiguiente pérdida de autonomía que implicaría tal maniobra”, especuló la fuente.

- En provincia de Buenos Aires: Los escenarios quedarán establecidos según sea la performance que desempeñe la candidata duhaldista. Si Chiche resultase segunda (nunca se evalúa una hipótesis de victoria para el duhaldismo), también hay una subordinación a cuántos puntos saque. Si se acerca al 20 o 23 por ciento, Duhalde, unido a Raúl Alfonsín y a otros sectores conservadores (donde ingresarían los requechos menemistas, los heridos del kirchnerismo, etc.) podría armar un polo opositor desde dentro del propio peronismo, más tirado a la derecha, para el 2007. Y no sólo eso; también condicionaría los dos años que faltan para finalizar este mandato, entorpecería la gobernabilidad desde el Congreso y sería el germen de una fuerza de derecha con chances de enlodar la marcha del Gobierno, sostienen en la margen superior de la Plaza de Mayo. “Esta alternativa liquidaría, paralelamente, una simiente de derecha más pura, al perder Ricardo López Murphy su futuro, saliendo tercero. Ni qué decir si, al mismo tiempo, Macri no gana en Capital; desaparecen, se termina este experimento de derecha liberal”, colige el funcionario citado anteriormente.
Los esfuerzos del duhaldismo por mantener un caudal de votos cercano a los mencionados más arriba han llevado a algunos de sus centuriones a establecer conversaciones con el ex subcomisario acusado de secuestros, torturas y asesinatos Luis Patti, cuya fuerza obtuvo un lejano segundo puesto en las elecciones para la gobernación provincial de 2003. Algunos consejeros de Kirchner están persuadidos de que, de realizarse tal unión, no arrojaría los resultados que pretenden los negociadores del caudillo de Lomas de Zamora. “La alianza entre Chiche y Patti no ofrece una suma matemática de votos –dice a este reportero un operador presidencial–. Hay quienes en el duhaldismo quieren concretarla. Pero la alianza no sumaría dos más dos. El votante de Patti es procesista, justifica el terrorismo de Estado. El de Patti es el partido del orden, su adherente que quiere matar, encarcelar, punir, es un furibundo ‘mano dura’ en el tema de la seguridad. Es un elector de Neanderthal. Votó Patti-Cavallo, votó Patti-Menem, podría votar a Ruckauf, pero no a Chiche. Chiche es peronismo conservador. Quien crea que el votante de Chiche es compatible con el de Patti llega a una conclusión sesgada de gorilismo”, sostiene el funcionario.
En la Casa Rosada evalúan, como en la cabalá, todas las combinaciones posibles. Los escenarios expuestos anteriormente podrían darse a la vez, esto es, triunfo de Carrió en Capital, segundo lugar para Chiche con 20 por ciento de los votos en la provincia. Sería lo peor para el Gobierno. También podría producirse uno de los dos. Y puede no darse ninguno si Kirchner gana en Capital y se impone con comodidad en provincia (por más que Chiche salga segunda con menos del 18 por ciento, o si Chiche quedase tercera).
Ante esta alternativa, dice un consejero pingüino, “el Presidente puede seguir adelante con su experimento de modificar el escenario político a futuro, crear una gran fuerza de centroizquierda que trascienda al peronismo”.
–¿Cómo podría ser eso? –pregunta Página/12.
–Por ejemplo, con Binner. Binner y Kirchner triunfantes, el primero en Santa Fe, el segundo en Capital y Buenos Aires y, por supuesto, en la mayoría del país. Pueden constituir una fuerza de centroizquierda nacional, permeable, abierta a nuevas incorporaciones. Es una alquimia que, a futuro, puede rediseñar la política partidaria argentina, que no ha repuesto sus heridas del 2001, que no ha reconstituido su nexo con la sociedad.

Los datos:

Esta semana que comienza el Gobierno tendrá números, guarismos que le acercarán algunos de sus encuestadores contratados. Por ahora, entre las filas del patagónico hay ánimo de triunfo, si bien el escenario de la Ciudad Autónoma es muy complejo y temprano para hablar de definiciones. Los datos que se ofrezcan esta semana sobre este último distrito tendrán el sino de ser una fotografía acotada del comportamiento electoral de sus gentes por diversos factores. En primer lugar, porque Carrió está de gira nacional y, fundamentalmente, aún no se ha mostrado con Olivera, una carta fuerte según las conductas comiciales de los porteños. Segundo, Macri se ha dedicado a Boca Juniors, estuvo de gira con el club que preside y no ha subido su perfil. “Macri aún no salió a la cancha”, sostienen en tiendas del empresario y, coincidentemente, en el Gobierno. Y, finalmente, el canciller-candidato Rafael Bielsa ha tenido una segunda mala semana. Un capitán del Presidente justificó la evaluación de la siguiente manera: “La primera (semana) confrontó con el propio Kirchner y con CFK, tratando de diferenciarse (de la pareja); esta que termina, se peleó con la AMIA mandándole una carta documento, con el embajador inglés (John Huges), que había sido invitado al acto de la AMIA por los atentados de Londres, y elevó el tono con los uruguayos de una forma desmedida. Quizás el escenario de pelea contra los contrincantes equivocados se modifique en adelante”, se esperanzó el hombre. Hay, en la Rosada, quien cree que eso no cambiará, que es inmanente al volcánico humor del canciller, que lo induce a cometer errores.
La condición transitoria de los tres principales candidatos porteños otorga un error de pandeo a cualquier trabajo de campo. No obstante, esta semana habrá indicios en números de cómo andan sus faenas.
El martes 26, conmemorando un nuevo aniversario de la muerte de Eva Duarte de Perón, CFK se expondrá nuevamente a la evaluación popular. A pesar de ello, será el Presidente quien siga ejerciendo el rol central en esta precampaña electoral.

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