SOCIEDAD › TRES TESTIGOS DE LA TRAGEDIA DE LAPA RELATARON EL HORROR QUE PROTAGONIZARON

Sobrevivientes del infierno

Un ingeniero reclamó que retiren del lugar una cabina de gas. “Si no hubiera estado se habrían salvado la mitad de las víctimas.”

 Por Carlos Rodríguez

Con dolor, quebrados en más de una ocasión a lo largo del relato y con dureza cuando se refirieron a la responsabilidad de los directivos de la empresa, tres sobrevivientes del accidente del avión de LAPA dieron ayer su testimonio en el juicio oral. Uno de ellos, el ingeniero civil Oscar Alfredo Nobile, reclamó a los gobiernos nacional y de la ciudad de Buenos Aires que saquen de su actual emplazamiento a la estación reguladora de Enargas ubicada a metros del Aeroparque Metropolitano, contra la cual golpeó el avión accidentado. “Yo les puedo asegurar que si esa casilla de gas no hubiera estado allí, se habría salvado más de la mitad de las víctimas” fatales, que fueron 65. Se cree que el escape de gas que se produjo alimentó el fuego que envolvió a la aeronave. Marisa Beiró, que pasó por 45 cirugías debido a las quemaduras sufridas, lloró durante casi toda su declaración. “No doy más, me muero”, dijo que pensó cuando vio que las llamas habían rodeado al avión de LAPA.

En su testimonio, Beiró describió lo vivido en la noche del 31 de agosto de 1999 a bordo del vuelo 3142 de LAPA. Señaló, por primera vez en la causa, que en las guanteras de los asientos no estaba el manual de instrucciones sobre cómo actuar en caso de accidentes. Luego sostuvo que se oyeron insultos que venían de la cabina de los pilotos (“qué pasa con esta mierda”) y que se escuchó un ruido que sería el de la alarma del avión. Jorge Sandro, uno de los abogados defensores, pidió al tribunal que le hicieran escuchar a la testigo la cinta grabada de la caja negra del avión, para que identificara el sonido al que hizo mención. A poco de comenzar el audio, Beiró comenzó a llorar y el propio Sandro le pidió al presidente del Tribunal Oral Federal 4, Leopoldo Bruglia, que interrumpiera la reproducción “si eso afecta a la testigo”.

La declaración de Oscar Nobile causó fuerte impacto. “Me puse a rezar mientras los asientos volaban por el aire”, recordó el sobreviviente antes de interrumpir el relato, ahogado por el llanto. Luego contó ante los jueces cómo salvó su vida: “El fuego venía desde afuera. Las llamas eran olas que subían y bajaban. Me tiré por un agujero que se había abierto en el fuselaje. Desde adentro se veía el césped (del campo de golf donde el avión detuvo su loca carrera). Caí sobre una de las alas y entré a correr porque tenía miedo de que el avión explotara. Después supe que la nafta de avión no provoca explosiones. Me quedé tirado en el pasto y llame a mi familia por un celular prestado. Tenía colgando la piel de los brazos”.

Nobile consideró importante que el tribunal tome nota sobre la necesidad de “correr o de hacer subterránea” la estación reguladora de Enargas. “Sacaron la estación de servicio (que estaba detrás del aeroparque en el momento del accidente), pero ninguno de los gobiernos nacionales, desde Carlos Menem hasta (Néstor) Kirchner, pasando por (Fernando) De la Rúa y (Eduardo) Duhalde, hicieron nada para que eso se haga. Si no hubiera estado esa planta de gas, la mitad de las víctimas se hubiera salvado.”

Ayer, antes de la ronda de testigos, pidió hablar uno de los imputados, el ex empleado jerárquico de LAPA Fabián Chionetti, quien aseguró que el choque con la estación de gas provocó el incendio. Las defensas de los seis ex directivos de LAPA que están siendo juzgados –junto con dos ex jefes de la Fuerza Aérea– también quieren demostrar que el gas fue el que agravó la tragedia. Claro que la intención de Nobile no es la misma, dado que está convencido de que todos los acusados son culpables: “La única duda que existe es si fueron poco hijos de puta, medio hijos de puta o muy hijos de puta”. La frase fue objetada por el defensor Sandro y el presidente del tribunal le pidió al testigo que moderara su lenguaje.

Beiró, Nobile y el tercer testigo, Rafael Dobon, coincidieron en que la empresa LAPA nunca hizo nada por ellos para reparar el daño causado. “Nunca me vino a ver nadie, salvo una persona que dijo ser médico o psicólogo, pero fue algo denigrante. Era un hombre gordo, el uniforme le apretaba. Me hizo preguntas. Estaba totalmente desubicado y no sabía nada de medicina.” La descripción fue hecha por el ingeniero Nobile.

Marisa Beiró, la primera en declarar, tuvo el 65 por ciento del cuerpo cubierto con quemaduras. Estuvo seis meses internada, le amputaron dos dedos del pie y soportó 45 cirugías. En el momento del accidente estaba separada y a cargo de sus tres hijas. En el accidente murió Jacqueline Rico, una de sus mejores amigas. El contador Dobon, cuando estalló el incendio, saltó hacia el campo de golf con el pantalón en llamas. “Traté de sacármelo, pero tenía las manos tan quemadas que no podía.”

En el juicio, además de Chione-tti, están imputados los directivos de LAPA Gustavo Deusch y Ronaldo Boyd, los ex empleados Nora Arzeno, Valerio Diehl y Gabriel María Borsani. Los acusan por “estrago culposo”. Los ex oficiales aeronáuticos Damián Peterson y Diego Lentino están imputados por “incumplimiento de los deberes de funcionario público”.

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Marisa Beiró pasó por 45 cirugías por las quemaduras recibidas.
Imagen: Rolando Andrade Stracuzzi
 
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