SOCIEDAD › PENURIAS DE UN BARRIO AFECTADO POR LA FALTA DE OBRAS Y LA CONSTRUCCION DESCONTROLADA

Saavedra y más allá la inundación

El shopping, una mole de cemento con desagües que inundan un barrio, construido al margen de un control eficiente, es el paradigma de un barrio con record de construcciones, obras innecesarias y otras ausentes. Mañana se movilizan los vecinos.

 Por Eduardo Videla

Saavedra es el paradigma de la ciudad inundable del siglo XXI. El barrio por donde transitaban buena parte de las escenas de El sueño de los héroes, de Adolfo Bioy Casares, fue rápidamente avasallado por el cemento y la construcción descontrolada de las últimas dos décadas. El arroyo subterráneo que lo atraviesa cada vez absorbe menos y los vecinos, que hace un mes recorrieron un tramo de su cauce, cuentan que el agua está estancada, no corre, y sospechan que está obstruido. Para colmo la construcción de un shopping se hizo con tanta mala pericia que los desagües inundan al Barrio Mitre. Vecinos de esa barrio lograron que el Gobierno de la Ciudad cumpla con una sentencia judicial, pero el resultado fue un fracaso, como quedó a la vista el 2 de abril. La muerte de dos personas les hizo perder la paciencia a todos: mañana, a las 17, vecinos de Saavedra convocaron a una concentración frente a la Jefatura de Gobierno para reclamar las obras pendientes (cuya ejecución fue suspendida por Mauricio Macri); la limpieza del arroyo y los pluviales, y un plan de contingencia para las próximas inundaciones (ver nota aparte).

El Barrio Mitre se levanta en el equivalente a seis manzanas, a tres cuadras del parque Saavedra y a otro tanto de la General Paz. Fue edificado en 1958 como núcleo habitacional transitorio, pero sus 324 casas bajas quedaron para siempre. “La primera inundación fue en 1974, en los los ’80 hubo otras, pero nunca como ahora: cinco veces en menos de un año, y en la última alcanzó un metro y medio”, dice a Página/12 Walter Correa, presidente de uno de los tres consorcios que administran el vecindario.

La situación del barrio recién se regularizó en 1998, con la ley 106, que reconocía a ese espacio como zona destinada a vivienda residencial. Esa ley disponía que si se construía en el terreno ubicado frente al barrio –donde hoy está el shopping– debería instalarse “un sistema retardador de líquidos pluviales”, por ejemplo, un reservorio. Además, “el desagüe pluvial que debía desembocar en el conducto de la calle Holmberg, que tiene más capacidad, se hizo hasta Arias, que está ubicada frente al barrio”, admiten en el Gobierno de la Ciudad, que aprobó esos desagües.

El problema, para el Barrio Mitre, creció con la construcción del shopping, inaugurado en 2009. “En mayo del año pasado presentamos un amparo judicial para que el Gobierno de la Ciudad cumpla con su obligación constitucional de garantizar la vivienda digna, máxime cuando las viviendas ya existían y se comenzó a vulnerar cuando el gobierno autorizó y no fiscalizó una obra privada”, explica el abogado Mariano Pzybylski, patrocinante de los vecinos.

En el marco de esa causa, en septiembre hubo una audiencia en la que el gobierno se comprometió a hacer un diagnóstico en diez días. “Después de dos meses, ante la falta de respuestas, los jueces intimaron al ministro de Espacio Público, Diego Santilli, a presentar el informe bajo apercibimiento de imponerle una multa –relata el abogado–. Recién entonces el gobierno presentó su diagnóstico, en el que asumía su responsabilidad sobre las inundaciones del barrio y que la causa eran las obras mal autorizadas en la construcción del Dot.”

Como paliativo, el shopping “construyó” en su predio un reservorio precario, de 70 por 50 metros, y menos de un metro de alto, con paredes de bolsas de arena, mientras que la ciudad hizo un conducto hacia ese depósito para descargar parte del agua que viene de los estacionamientos. Lo finalizó el 19 de marzo, después de una nueva intimación, pero dos semanas después la tormenta demostró que la obra había sido inútil.

“Se hizo para una lluvia con una recurrencia de diez años, pero la de ese día se produce cada 87 años”, justifica Ernesto Coronado, director general del Sistema Pluvial de la Ciudad. El problema del barrio, según coronado, es que “fue construido en una olla, es un reservorio natural de la cuenca del Medrano, y sólo se va a resolver con la construcción de un canal aliviador de ese arroyo.” Esa obra fue suspendida por Mauricio Macri por falta de financiamiento.

Horas después de la inundación, la Presidenta visitó el barrio y escuchó las quejas de los vecinos. De inmediato, llamó al secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, y a su segundo, Abel Fatala, y les ordenó que hicieran de inmediato un estudio y diseñen una solución. Al otro día, los funcionarios desembarcaron en el lugar con técnicos de AySa, que utilizaron sondas con cámaras para relevar los conductos. El plan estaría terminado, pero debería ser ejecutado por el gobierno porteño.

A partir de ese día, también se hizo presente el Gobierno de la Ciudad. “En dos días arreglaron las luminarias y cortaron las ramas de los árboles, que veníamos reclamando desde hace meses”, cuenta Walter Correa. El jueves, la Legislatura aprobó una ley para que el Gobierno de la Ciudad se ocupe de la recolección de residuos y el mantenimiento de la vía pública, como hace en cualquier otro barrio. “Acá pagamos el ABL pero no teníamos ningún servicio de la Ciudad”, aclara Liana Silva, vecina y secretaria del consorcio.

El shopping Dot tiene cuatro plantas y tres subsuelos, diez salas de cines y un hipermercado. Para otorgarle el permiso para la construcción, la ciudad le exigió a IRSA la construcción de un centro de salud y un jardín de infantes, dos carencias del barrio. El centro comercial estaba a punto de habilitarse pero la empresa no había cumplido con su compromiso. Por eso, el juez Roberto Gallardo suspendió la inauguración hasta tanto la empresa ponga su parte. “IRSA argumentaba que la ciudad no les había asignado el terreno. El gobierno no quería que se hicieran en la traza de la ex AU3, entonces tuvieron que construir sobre el sector de terrenos que destinados a un espacio verde. Eso también contribuye a la inundación”, dice Liana Silva. “Para colmo –agrega– el viaducto que inauguraron el año pasado (por debajo del terraplén del Ferrocarril Mitre) es como una compuerta abierta que trae el agua del otro lado de las vías.”

Un muro invisible separa al Mitre de Saavedra, que también es su barrio. “Hasta el GPS nos estigmatiza: cuando estás cerca te dice ‘se está acercando a zona peligrosa’”, cuenta un vecino. El problema que los afecta, pese a las diferencias sociales, es similar. Pero, por ahora, reclaman por separado.

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Vecinos del barrio Mitre y de Saavedra tienen problemas comunes, pero por ahora reclaman por separado.
Imagen: Carolina Camps
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