SOCIEDAD › LA CHICA QUE DURANTE AÑOS BUSCO A SU HERMANA Y AL FINAL LA ENCONTRO EN UN GARAJE JUNTO A UN MONO

El reclamo que nadie quiso oír

Rosita Ayala es la hermana mayor de la chica de 14 años encerrada y sometida a malos tratos durante nueve años y que fue rescatada tres meses atrás. Aquí cuenta su historia. Y denuncia que la asesora de Menores que no se ocupó de su hermana ahora la hostiga.

 Por Mariana Carbajal

Rosita Ayala tiene 25 años. Es la hermana mayor de la chica de 14 años que estuvo encerrada y sometida a malos tratos durante por los menos nueve años, en un garaje de una familia de Villa Lugano, junto a un mono, y que fue rescatada tres meses atrás, con signos de desnutrición y lesiones y cicatrices en el abdomen, como consecuencia de quemaduras. Rosita fue quien buscó a su hermana y reclamó una y otra vez a la Justicia que la encontrara. Esa búsqueda incansable –que seguramente le salvó la vida a su hermana– puso en evidencia el mal desempeño en sus funciones de la asesora de Incapaces Nº 3 de Menores de Quilmes, María Cristina Daroqui, quien debió velar por los derechos de la niña y, en cambio, nunca hizo el seguimiento sobre la familia a la que se la había entregado, dejándola de-samparada. Rosita rompió el silencio y habló con Página/12 de aquella búsqueda, de su dolorosa historia familiar –ella y sus siete hermanos fueron abandonados por su mamá– y denunció que Daroqui ahora la está hostigando, con una serie de acciones que se sucedieron en las últimas semanas y están afectando su trabajo. “Lo único que quiere es callarme”, dijo la joven a este diario.

Rosita creció “institucionalizada” como la mayoría de sus hermanos, ya adultos. En su caso, en el Hogar de Belén, de Florencio Varela, donde ahora ella se desempeñaba como coordinadora. La institución, que preside María Juana “Marité” Ferreira, recibe un subsidio provincial por cada uno de los bebés, nenas y nenes de hasta siete años que viven allí. Actualmente viven ocho. En las últimas semanas, denunció Rosita, “por pedido de Daroqui, se llevaron a varios chiquitos del hogar, alegando que la institución no se encontraba en condiciones de albergarlos, porque tenía deficiencias, e incluso, envió a un perito psiquiatra –no pediatra– a realizar una inspección y ordenó el traslado de una beba de 5 meses al Hospital Evita Pueblo, de Florencio Varela, porque dijo que tenía neumonía y que estaba descuidada, cuando tenía fiebre y mocos, y tenemos los controles que le estaba haciendo un pediatra del barrio”. Y luego, el jueves, Daroqui trabó el alta de la pequeña, diciendo en el hospital que había pedido una medida cautelar para que no regresara al hogar, porque consideraba que no estaba en condiciones de tenerla. “Ni siquiera la beba estaba bajo su tutela, porque había sido derivada a ese hogar desde el Servicio Zonal de La Matanza, porque no tenían vacantes en ninguna institución de ese distrito”, confió una fuente judicial. Finalmente, la Secretaría de Niñez de la provincia de Buenos Aires comprobó que no había ninguna orden judicial impidiendo el alta y Rosita pudo llevar a la beba de regreso al hogar el viernes. “Daroqui quiere vaciar el hogar. Se está vengando. Yo nunca la denuncié, pero la Justicia la está investigando porque ella no respondió por los derechos de mi hermana”, dijo a este diario Rosita. Fuentes de la Secretaría de Niñez confirmaron a Página/12 los dichos de Rosita sobre “la persecución sobre el hogar” de parte de la cuestionada asesora.

El Hogar de Belén fue inspeccionado días pasados por la propia directora provincial de Promoción y Protección de Derechos, Cecilia Tomé, quien certificó que la institución estaba en condiciones de tener a las criaturas bajo su cuidado, informaron desde la Secretaría de Niñez. “Curiosamente recibimos una llamada de Daroqui en el hogar diciendo que ella no tenía nada que ver con las inspecciones y el traslado de los chicos”, contó Rosita a Página/12.

Daroqui quedó en medio de una investigación judicial cuando J., la hermana de Rosita, fue rescatada de la casa de Villa Lugano, donde vivía con el matrimonio de Daniel Miguel Gómez y Adriana María José, a quien la propia asesora –según expedientes a los que accedió en su momento este diario–, se las entregó con un permiso “provisorio”, en 2001, cuando la nena, entonces de dos años y medio, estaba “institucionalizada” en el Hogar Joaquín V. González, de La Plata. En el caso intervino el Juzgado de Menores Nº 1 de Quilmes, entonces a cargo del juez Carlos Cairo, ya jubilado.

El matrimonio, que tuvo a J. a su cargo desde aquel entonces, nunca reclamó la guarda con fines de adopción de la niña. De acuerdo con la legislación vigente, Daroqui debió hacer el seguimiento de la pequeña y poner en conocimiento del juzgado que se encontraba en una situación irregular viviendo con esa familia. Pero nunca lo hizo. Su responsabilidad por los malos tratos que sufrió la pequeña en todos estos años está siendo investigada por la Justicia. La pareja fue detenida, imputada de los delitos de “reducción a la servidumbre” y “lesiones graves”,

–¿Cómo está ahora su hermana? –le preguntó este diario a Rosita

–Ella ahora está muy bien de salud, recuperándose con ayuda médica y el apoyo de sus hermanos.

La niña, que tiene una discapacidad mental, vive actualmente en un hogar terapéutico de Quilmes, junto con otro de sus hermanos. A Rosita le contó poco de su vida en aquel garaje. “Ella lo que me comentó es que le hacían burla con la comida, que le servían algo y después se lo daban a un animal”, señaló la hermana.

–¿Cuándo la empezó a buscar?

–La idea no es que surgió en algún momento en especial. A ella siempre la reclamé, siempre pregunté por ella en el juzgado (que tenía su expediente), pero muchas veces pienso que a los menores no se los escucha porque no son quienes tienen el poder. ¿Qué quiero decir? Que hoy quien tiene poder y tiene la última palabra muchas veces no presta atención a los pedidos o necesidades de los niños. J. desapareció totalmente en el 2005, fue cuando perdió contacto total con sus hermanos y a pesar de que muchas veces preguntamos por ella nunca obtuvimos una respuesta. No fueron cuatro años lo que se tardaron en encontrarla. En realidad, creo que nunca tuvieron interés en buscarla ni localizarla. La única respuesta que obtuve fue que “ella había quedado atrapada en la causa porque supuestamente tenía reserva de domicilio”. ¿Quién tiene la culpa? Todos, el juez, la asesora, hasta las leyes. Todos ellos son responsables de lo que a ella le pasó porque si cada uno hubiera pensado por un instante que J. podría llegar a ser su hija, nada de esto hubiera pasado. Daroqui claramente se equivocó y por ese error tendrá que responder.

–¿Dónde creció usted?

–Yo fui criada en un hogar de menores donde realmente Dios me guardó y me dio una familia que me acompañó en todo. Y no siento vergüenza de decir que fueron, son y serán mis padres del corazón porque no creo que padre es aquel que sólo te da la vida sino aquel que te acompaña en las buenas y en las malas, que te enseña a amar, perdonar, te enseña valores y respeto y sobre todo a luchar a pesar de cualquier circunstancia, que me enseñaron que no soy más ni menos que nadie, hoy tengo mis valores y mis principios gracias a ellos.

–¿Por qué cree que su madre no pudo criarlos?

–Tengo 25 años, y para ser sincera no sé la razón verdadera de por qué mi mamá no pudo criarnos. No quiero castigarla pero tampoco voy a justificarla. Para mí no tuvo quién le enseñara a ser madre pero tampoco fue justo ni correcto cómo se manejó: no luchó con uñas y dientes como una leona. Ella es para mí el ejemplo de lo que el día de mañana yo no voy a hacer con mis hijos, ni lo que quiero para mi familia.

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La casa de la calle Pola al 2700, en Villa Lugano, donde vivió durante años la hermana de Rosita.
Imagen: Leandro Teysseire
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