SOCIEDAD › CóMO PUEDE PREVENIRSE LA INUNDACIóN, SEGúN UN EXPERTO

Ampliar el cauce de los arroyos

En 1980, la ciudad de Olavarría sufrió una inundación por la cual todos en el casco urbano perdieron todo: por el desborde del arroyo Tapalqué, ubicado a cuadras de la plaza central, miles debieron ser evacuados directamente desde los techos de sus casas. En 1985, la situación, sin llegar a tal extremo, se pareció peligrosamente, pero pérdidas y damnificados resultaron menores porque ya estaba en curso una obra hidráulica. Desde entonces, el casco urbano no volvió a sufrir inundaciones de esa envergadura.

El ex secretario de Obras Públicas de Olavarría, el ingeniero Armando Guenzatti, responsable de aquella obra hidráulica, señala que los evacuados de esta semana habitan “barrios periféricos nuevos, que están en zonas donde no llegamos a hacer esa obra”. Aunque no se trate del mismo arroyo que desborda en Azul, Guenzatti asegura que el problema es el mismo que Olavarría pudo solucionar.

–¿En qué consistió aquella obra?

–En primer lugar, definimos la topografía del área y los detalles de la cuenca que estaba sobre la ciudad y que descargaba sobre el Tapalqué. A eso le sumamos los registros que nos facilitaron estancias provistas de pluviómetros. Estudiamos dos tormentas del ’84 y las relacionamos con las crecidas del arroyo, marcadas en reglas ubicadas en puentes. Con esa información pudimos anticipar la inundación de 1985 y advertir a la población. Previmos el desborde para la tarde. Pero mientras tanto, fuera de la ciudad pudimos trabajar con excavadoras para abrir el terraplén. No dejaron que las máquinas entraran en la ciudad por no generar pánico, pero eso nos costó 30 centímetros más de agua. En la emergencia también habíamos hecho trabajos en los accesos a los puentes, que eran chicos en su sección libre, la que deja pasar el cauce. Eso puede generar un efecto de embudo y hace que desborde con más facilidad. El puente de la ruta 226 (uno de cuyos tramos ayer se encontraba anegado) se salvó bastante por eso.

–¿La solución pasó por ampliar el cauce del arroyo?

–Es la única opción. Ya habíamos sacado árboles del cauce. Y nos dedicamos a ampliar el cauce en la medida de lo posible. Es difícil decir cifras globales, porque la diferencia depende de cada sección del arroyo. Pero hoy el cauce debe estar por encima de los 30 metros de largo y los siete de profundidad. Antes era menor, tenía angosturas localizadas, plantas.

–¿Y luego?

–Esa obra se continuó hasta 1987. El puente de la ruta 226 tiene ahora el doble de sección libre, y hoy ha dejado de ser el punto que frenaba el agua y hacía desbordar. Pero para estos casos ya es necesario un dique. El San Roque salvó a Córdoba de inundaciones; el de Ullum, en San Juan, lo mismo.

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