Cristina Fernández reafirmó la posición argentina cuando se aproxima una decisión de consenso en las negociaciones por la Ronda de Doha, en materia de apertura comercial mundial.

Al término de la reunión, la senadora declaró a la prensa internacional que "Argentina ha planteado claramente su interés en la protección que necesita su proceso de reindustrialización, que precisamente ha sido el motivo por el cual hemos podido llegar a una recuperación económica, social y fiscal sin precedentes".

La semana próxima mantendrán una reunión el G-4 (Estados Unidos, Unión Europea, India y Brasil) para intentar encontrar puntos de acuerdos que permitan destrabar el mandato de la ronda, que significa mayor comercio teniendo como objetivo el crecimiento de los países en desarrollo.

La senadora, acompañada por el canciller Jorge Taiana, el embajador Alberto Dumont y el vocero presidencial Miguel Núñez, se reunió por espacio de 45 minutos con el director General de la Organización Mundial de Comercio, Pascal Lammy.

En el trancurso de la reunión, Cristina Fernández le obsequió a Lammy dos libros: uno de fotografías sobre paisajes argentinos y el otro, del economista Joseph Stigliz, que contiene un capítulo sobre el país y las críticas al Fondo Monetario Internacional.

"Yo le he explicado a Lammy que Argentina ha tenido un comportamiento económico, fiscal y social altamente eficiente y eficaz, que por lo tanto la necesidad de que este proceso no sea desarticulado", dijo la senadora.

En relación con las negociaciones por Doha, agregó que "en realidad la discusión va a versar en cuánto es lo que ponen los países desarrollados y cuánto teóricamente deberían poner los países emergentes".

Para graficar la discusión acerca de la apertura a la que deberá someterse cada nación, Fernández de Kirchner dijo: "Muchas veces se siente que la porción que ponen los países desarrollados es light, una porción dietética, y la porción que tenemos que poner los emergentes es una porción fat, demasiado pesada".

La senadora llamó la atención de los países desarrollados al decir que "por una excesiva acumulación, en términos de intercambio de unos en detrimento de otros, son ellos los que terminan pagando procesos de inmigración porque la gente no puede encontrar trabajo decente, oportunidad de vida, salud o educación".