Hace unos días, su nieta Irene, de 19 años, le envió un mensaje por whatsapp: “soy la nieta de las brujas que no pudieron quemar. Te quiero”. La fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina lo cuenta con un brillo en los ojos, y dice que así como ella está orgullosa de la nieta, la nieta lo está de ella. Marta Alanís no suele mentar a su familia con facilidad, pero lo hace cuando de referir la militancia se trata: su vida, en más de un sentido es la historia de una seguidilla de militancias, activismos, aprendizajes, alianzas para construir, desde el rincón que fuera posible, cambios sociales. “Para mis hijos fue difícil”, dice, cuando recuerda los (muchos) desplazamientos obligados durante el exilio, pero también agrega que “una hace lo que puede”. “Lo peor que le podría haber dejado de herencia a mis hijos es una madre frustrada, amargada; en algo todo esto también tendrá su cuota de importancia, de algo que no sea sufrimiento. Estas cosas son así. Incluso cuando hablan con otros hijos de otros compañeros de otras historias, bueno, son las mismas historias”, agrega. De su compañero José Luis habla poco y dice: “Lo único que puedo decir es que compartimos la vida, compartimos muchos años de militancia y él acompaña lo que yo hago; incluso él lee de feminismo mucho más que yo, se entera de las noticias antes que yo, me pasa los papers para que los tenga a mano. Pero no ha encontrado estos últimos años un lugar de participación, como hombre, para apoyar la causa”. Ese sentimiento, agrega, es común a los compañeros de otras militantes con las que ella comparte luchas.

Alanís, católica, creyente, practicante “a la manera argentina” se reconoció como feminista luego de su primer encuentro con una monja y teóloga feminista. Desde entonces, cuando entendió que podía conciliar la construcción de activismos de género con su fe, y encontrarse en esos espacios con otras mujeres, no paró. Hoy es uno de los nombres clave de la Campaña por el Derecho al Aborto. Si alguien cree que lo personal no es político, una palabra de Alanís bastará para desasnarlo.