“Diana (Sacayán) no pudo ser reemplazada como líder, porque a ella le llevó veinte años construirse como la militante que fue y es muy difícil para las personas travestis o trans construir un liderazgo cuando la esperanza de vida es tan corta.” Sensible y a la vez potente fue la respuesta de Sasha Sacayán, hermano de Diana, cuando en el juicio oral por el travesticidio de la dirigente trans el juez Julio César Báez le preguntó sobre el impacto que el asesinato tuvo sobre el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (M.A.L.), del que era la principal dirigente. El testimonio de Sasha, que se prolongó durante una hora y media, fue el momento central de la segunda audiencia realizada en el Palacio de Tribunales. “Estos asesinatos deben llamarse travesticidios porque son crímenes de odio que se hacen con saña, porque Diana murió a la tercera puñalada, pero recibió más de 20”, declaró Sasha. mientras la familia de la víctima, presente en la sala, rompía en llanto. 

Como en la primera sesión del juicio, realizada el lunes 12, detrás de las rejas que rodean el palacio de justicia, en la esquina de Talcahuano y Tucumán, cientos de personas, luego de colgar sus banderas y pancartas pidiendo “justicia por el travesticidio de Diana”, hicieron “el aguante”, desde las 9 hasta las cinco de la tarde, acompañados por música y números artísticos. Durante la jornada declararon nueve testigos, entre ellos los policías e investigadores que “demostraron que la causa (contra el único imputado, Gabriel David Marino) está muy bien fundamentada y tiene una gran solidez”, le dijo a PáginaI12 Luciana Sánchez, la abogada querellante que representa a la familia Sacayán. 

La audiencia comenzó cerca de las 11 y en la apertura el acusado dijo que por el momento no iba a ejercer su derecho a responder a los gravísimos cargos que se le imputan por “homicidio triplemente agravado por haber sido ejecutado mediando violencia de género, odio a la identidad de género y con alevosía, en concurso ideal con robo”. Después subió al estrado el hermano de Diana, para declarar ante los jueces del Tribunal Oral 4, Adolfo Calvete, Ivana Bloch y Julio César Báez. 

“Quiero contar quién era Diana y cuál fue su militancia”, fue lo primero que dijo Sasha. Comenzó por mencionar que forma parte de una familia numerosa, procedente de la provincia de Tucumán, afincada en la localidad de Gregorio de Laferrere, en el partido de La Matanza. “Diana se preocupaba por el bienestar de sus compañeras travestis y trans, era muy cariñosa, afectuosa, muy coherente y trabajadora, tenía muchos proyectos de vida”, recordó Sasha. La militancia de Diana crece a partir del año 2000 y desde entonces tiene “problemas con la policía por su condición de travesti en situación de prostitución”. Eso la llevó a “involucrarse de manera que se convirtió en una persona polémica y molesta para algunos”. 

Por esas razones sufrió “maltrato y discriminación”, algo que deben soportar en general las personas trans hasta que “esa violencia estructural finaliza con el travesticidio”. La reiteración de esas situaciones hizo que la víctima creara el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (M.A.L.), para poder recopilar e investigar los casos de asesinato ocurridos en el país. “Ella hablaba todo el tiempo de eso, y los llamaba travesticidios porque decía que eran crímenes de odio que eran ocultados”. 

Sasha resaltó que por la dedicación y el esfuerzo que le ponía a cada una de sus acciones, “el crimen de Diana causó mucho impacto dentro de nuestro colectivo y en la sociedad porque ella fue una persona inmensa para nosotros, y la mataron por luchar por una vida más justa”. Recordó que gracias a la lucha de su hermana, primero se logró la derogación del Código de Faltas de la provincia de Buenos Aires que prohibía las identidades travestis. Fue detenida y perseguida por la policía, lo que la llevó a realizar 23 denuncias contra miembros de las fuerzas de seguridad por su vinculación con la explotación sexual. En los últimos tiempos “había pedido protección, pero no se la dieron”. 

El hermano de Diana señaló que ella fue también una de las impulsoras de la Ley de Identidad de Género y que tuvo militancia en el reclamo por el cupo laboral trans en la provincia de Buenos Aires. “Esa ley es fundamental porque según una investigación el 98 por ciento de las personas travestis y trans no acceden a trabajos formales y están en situación de prostitución”. Sostuvo que cuando su hermana comenzó su militancia “los travestis y trans tenían una esperanza de vida de 32 años que ahora pasó a 40, porque pudimos ganar ocho años de vida” mediante la denuncia de que “la cadena de violencia contra las personas travestis y trans viene desde su infancia y por eso hablamos de travesticidio social y cuando son asesinadas tienen que llamarse como lo que son: travesticidios, porque son crímenes de odio, porque se hacen con saña”. En ese punto relató que “Diana muere a la tercera puñalada pero recibe más de 20, la amordazaron, la remataron”.

–¿En M.A.L hubo cambios, alguien pudo reemplazar a Diana?– preguntó el juez Báez.

–No, las personas travestis y trans tenemos un promedio de vida de 35 años. Con las condiciones de vida a las que están sometidas, a las compañeras les cuesta mucho pensarse, estar sin Diana. Desde su asesinato, perdimos a cinco compañeras más. Entre ellas a Lohana Berkins –dijo Sasha. 

Luego de un cuarto intermedio, declararon otros testigos, entre ellos  Leonardo Vázquez, encargado del edificio donde vivía Diana, en avenida Rivadavia 6747, donde la asesinaron la noche del sábado 10 de octubre de 2015. En la calle, mientras tanto, las personas que acompañaron a la familia seguían levantando consignas y banderas pidiendo justicia. Sobre una de las mesas instaladas en el lugar, se podía leer la frase de otra imprescindibles, Lohana Berkins: “Ser libres, ser desobedientes, ser fuertes, ser”.