fiestas
¿Cómo desaparecer completamente?
Llega diciembre y la lista de cosas que hacer es tan larga que la gente termina en la guardia porque le tiembla el ojo, le duele hasta el chakra del pelo y de noche no duerme googleando soluciones para evitar los males de años anteriores. Gastarse todo el aguinaldo en regalos inútiles, amargarse por los traslados el 24 y el 31, evitar la indigestión emocional cuando de juntar parentela que el resto del año está a años luz son algunos de los dilemas que acechan a las neuronas ya incineradas por un 2016 que no fue amable con nadie. La dificultad de sortear las fiestas con altura es más compleja que traducir un teorema al coreano y sin embargo todos los años se renuevan las desgracias, esto es: siempre se la puede pasar peor. Quedarse en casa y que entren ladrones, viajar para esquivar cualquier brindis y tardar seis horas en hacer diez kilómetros o tramar una cita sexual para terminar a los gritos (y no de placer): algunos planes fallidos que, por su esencia, no dan resultado.





















