El gobierno dejó vacante a comienzos de año su lugar en la secretaría ejecutiva de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (Abacc), un organismo bilateral que ha sido clave en el proceso de integración con Brasil. Sergio Solmesky fue desplazado el 8 de enero y todavía no se designó a un reemplazante. El oficial brasileño, Marco Marzo, quedó en soledad al frente de la secretaría, pero el sentido de ese espacio es que ambos países tengan un representante para que supervise las instalaciones nucleares de su socio regional. La lentitud del gobierno para designar un reemplazante genera suspicacias en el sector nuclear en un contexto en el que Argentina viene siendo presionada por Estados Unidos para que firme un Protocolo Adicional a los Acuerdos de Salvaguardias sellados con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el cual pone en riesgo un desarrollo nuclear independiente. Hasta ahora, Argentina resistió la firma de ese Protocolo en una acción coordinada con Brasil.

La Abacc se creó el 18 de julio de 1991 y fue la coronación de una larga negociación destinada a reducir la desconfianza entre los dos vecinos con desarrollo nuclear. Pese a la firma del Acuerdo de Cooperación para el Desarrollo y la Aplicación de los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear, en mayo de 1980, los gobiernos militares de ambos países se desconfiaban mutuamente. Esa situación se agudizó aún más luego de que el 18 de noviembre de 1983 el entonces presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Carlos Castro Madero, sorprendiera al anunciar que la Argentina estaba en condiciones de producir uranio enriquecido, elemento esencial para fabricar armas nucleares. 

Castro Madero enfatizó ese día que la tecnología de la planta rionegrina de Pilcaniyeu se destinaría a fines pacíficos, pero igual la novedad provocó temor entre propios y extraños. De hecho, el vicealmirante aseguró que Raúl Alfonsín, quien estaba por asumir la presidencia en veinte días, había sido puesto al tanto de la novedad, pero remarcó que no se lo había consultado sobre la oportunidad de realizar el anuncio. 

Una vez en el poder, Alfonsín buscó fortalecer la relación con Brasil y el sector nuclear fue central en la negociación. Así fue como junto con la Declaración de Foz de Iguazú en noviembre de 1985, que sentó las bases para el Mercosur, se firmó un documento paralelo sobre política nuclear donde se acordó crear un grupo de trabajo mixto destinado a la promoción del desarrollo nuclear pacífico. El próximo paso llegó en julio de 1987 cuando Alfonsín invitó a su par brasileño, José Sarney, a visitar la planta de Pilcaniyeu. Al año siguiente Alfonsín visitó el Centro Experimental de Aramar, donde Brasil tiene su planta de enriquecimiento de uranio. Finalmente, el 18 de julio de 1991 el presidente Carlos Menem y Fernando Collor de Melo firmaron en Guadalajara otro acuerdo de cooperación nuclear con fines pacíficos que incluyó la creación de la Abacc. 

La Abacc fue una instancia clave de la cooperación regional al dejar de lado la amenaza de que el país vecino pudiese desarrollar un arma nuclear a espaldas de su principal socio. Este organismo bilateral tiene una Comisión, con dos miembros de cada país que se reúnen tres veces por año para definir directivas políticas, y una secretaría, con un representante permanente de cada país, que las ejecuta. Por el lado argentino, la Comisión la integran el presidente de la Autoridad Regulatoria Nuclear, Néstor Masriera, y el titular de la Dirección de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y Espaciales, Alejandro Guillermo Deimundo Escobal, un ex embajador en Haití con nula experiencia en el sector. Formalmente son ellos los que deben designar al secretario, aunque los que decidirán son el jefe de Gabinete, Marcos Peña, junto con Fulvio Pompeo, secretario de Asuntos Estratégicos. La demora para designar un secretario en la Abacc disparó las especulaciones. En el sector varios suponen que Argentina busca reforzar su alineamiento con Estados Unidos firmando el Protocolo Adicional a los Acuerdos de Salvaguardia de la OIEA y la alianza con Brasil es un obstáculo para cumplir ese objetivo.