“Está en curso un proceso de corrosión de la democracia. Vemos cómo se profundizan las desigualdades con procesos de ajuste que tienen como objetivo reducir los derechos conquistados, cortar el consumo y la inversión pública. Si estos palazos se dan a la base misma de la población, la política se vuelve irrelevante; tipos de los más raros asumen como siendo una alternativa. Cuando la política se torna irrelevante, la democracia se torna irrelevante, y peligra. Política y democracia van juntas, son parte del mismo proceso”, advirtió ayer Dilma Rousseff en la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET). La ex presidenta brasileña pasó por Buenos Aires para dar una conferencia magistral. Allí habló del golpe parlamentario que la sacó del gobierno y del proceso especialmente peligroso que, dijo, ve extenderse en toda la región: “el surgimiento de medidas de excepción en democracias que son cada vez menos democráticas”.  “Se utiliza lo que se ha dado en llamar la ‘justicia del enemigo’: no quieren condenarlo, sino destruirlo”, alertó.

Rousseff viajó invitada por la UMET, que le otorgó un doctorado honoris causa. Es el tercero que da la universidad, luego del que recibieron los ex presidentes Lula Da Silva y José Mujica. “En esta sala tuvimos a Lula, a Cristina, a Pepe Mujica. Es un orgullo haber hecho ese recorrido  y tenerte ahora en esta casa, una universidad que fue creada por un sindicato pero que se sostiene porque hoy hay casi cincuenta organizaciones gremiales detrás”, señaló el titular del Suterh, Víctor Santa María. 

Fue una tarde en la que se sucedieron los reconocimientos: de la Universidad de José C. Paz –que le dio también un honoris causa–, del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) el Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales. Las universidades de General Sarmiento y la Arturo Jauretche  le entregaron otros homenajes, y el colectivo Ni una menos le regaló un video de la marcha  contra los femicidios. “El 2016 fue un año muy doloroso en términos de mi vida pública; esto lo cierra con un momento de felicidad”, agradeció.   

 En el auditorio de Sarmiento 2037 el público colgó banderas de bienvenida. En la sala había dirigentes del peronismo porteño y del bonaerense, como Fernando Espinoza y la intendenta de La Matanza, Verónica Magario. La legisladora chilena Camila Vallejo y la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, habían encabezado un panel previo. Hubo también un nutrido grupo de corresponsales brasileños y muchos medios alternativos. Los redactores de La Garganta Poderosa, revista de cultura villera, le llevaron un ejemplar que la tuvo de tapa. 

En la primera fila del público, los organizados dejaron una butaca vacía, destinada a Milagro Sala.  Rousseff  –que minutos antes de la conferencia había posado con una foto de la dirigente encarcelada en Jujuy desde un año–, le dedicó parte de su conferencia. “Estoy muy preocupada de ver la situación de Milagro Sala, presa política”, dijo. Y consideró “un absurdo” su arresto porque “el derecho a la libre manifestación es parte de la democracia”. 

La ex mandataria vinculó precisamente el encarcelamiento de Sala en Jujuy con “el surgimiento de medidas de excepción dentro de nuestras democracias, que se vuelven así cada vez menos democracias”. De paso, comentó cómo el plano de lo institucional, incluso en ámbitos históricamente conservadores como el del Poder Judicial, está atravesado por las relaciones de fuerza en la batalla cultural. Contó, por ejemplo, que en Brasil ven la justificación de la “justicia del enemigo” asumida por los ‘coxinhas’, (“los  nuevos ricos”, sería la traducción). 

La parte más estrictamente política de la conferencia siguió, a grandes rasgos, la línea de lo que puede leerse en el reportaje de tapa. Rousseff habló extensamente del golpe en Brasil –“que también fue un golpe para toda  América latina”– y del avance de la derecha en la región.

“Veníamos de un programa de fuerte reducción de la pobreza. 36 millones de brasileños dejaron de ser pobres y 40 millones se sumaron a la clase media. Le dimos, además un destino a nuestro pueblo, el de no vivir más en la subordinación. Perdimos el complejo de perro callejero, y esto fue muy importante porque nos permitió pararnos ante el mundo y construir una visión regional del desarrollo.”

Dedicó casi el mismo tiempo a defender a la universidad pública. “Nosotros tuvimos que defenderla con uñas y dientes. En el interior del Brasil profundo las personas no tenían acceso a la educación pública.  Nosotros dimos dos pasos importantes, expandimos la universidad y al mismo tiempo aumentamos el número de estudiantes de la enseñanza básica. El neoliberalismo había instalado una falsa dicotomía entre tener más educación infantil o más educación superior. Planteaban que había elegir entre tener más de una o de la otra, lo que es una falsedad.”

“Construir una sociedad con menos desigualdades no es sólo garantizar el acceso a la riqueza. No se trata solamente de comprarse un auto, sino de lograr sociedades integradas. La educación es la forma superior de la integración; también lo que nos permite poseer un discurso, y esto es una de las armas políticas más fuertes que podemos tener.”