Mercedes Calzado, doctora en Ciencias Sociales

“Un marketing de seguridad”

“Este anuncio tiene que ver con el contexto general, vinculado con las fuerzas de seguridad. Se inscribe en la presentación que hizo la ministra Patricia Bullrich del uso de la fuerza. La ministra presentó una nueva policía con el ‘deber’ de actuar con fuerza ante cualquier situación que implicara una ‘incivilidad’. Presentó el uso de la fuerza como obligatorio, sin plantear la cuestión de la proporcionalidad entre la agresión y la reacción. En este contexto, el anuncio tiene más que ver con el disciplinamiento social que con el accionar policial. Pero a mí me surge otra reflexión, a partir de que un manual interno de la policía respecto del entrenamiento necesario para usar un arma, se transformó en noticia. Es como si el periodismo hubiera pisado el palito. Porque no hubo, en la mayoría de los medios, ninguna verificación, ninguna pregunta (cuándo se dejó de usar la tonfa, por qué ahora vuelve, qué significa que la policía ‘vuelva’ a usarla, etc). Entonces el Ministerio de Seguridad es la única voz autorizada para hablar de las políticas de seguridad. Lo que se convierte en noticia es un comunicado ministerial que se manda a las agencias. Esto lo veo como un marketing de seguridad. Se vende una policía que se mueve, que cambia, que se preocupa por la seguridad... y no cambió nada. Lo único que hay es una habilitación para el uso de la fuerza. Y el periodismo,en general, compró el marketing y habla de una noticia cuando no la hay.”


María del Carmen Verdú, Correpi

“Montaje represivo”

“No hay ninguna novedad en el uso de la tonfa. La Federal y el Servicio Penitenciario la usaron siempre, para reprimir a los presos. No es un arma menor, se puede matar con ella. Hasta tal punto es fuerte, que puesta vertical soporta seis toneladas. El fabricante garantiza que no hay fuerza humana capaz de romperla. En las policías de diversas naciones está considerada un arma letal. Acá se autoriza su uso libre en el noventa por ciento del cuerpo. Después hay zonas (clavículas, costillas) en las que se puede golpear ‘poquito’ y otras (cabeza, columna y genitales) en las que ‘se debe evitar’ golpear. Entonces dejan abierta la puerta para que golpeen donde quieran y después digan que la culpa fue de la víctima, que justo se movió en lugar de quedarse quietita para que el policía le pegara donde está autorizado. Y su uso implica el entrenamiento en artes marciales, por lo cual pueden usarla y provocar por ejemplo el rompimiento del hígado. Y además sin dejar huellas externas. El peligro peor es la posibilidad de estrangulamiento, de rotura de tráquea en las tomas para inmovilizar. Lo único que hay es un incremento en el montaje represivo. Lo presentan como una herramienta de trabajo pero no es más que otro elemento para la represión y el disciplinamiento.”


Mariana Galvani, doctora en Ciencias Sociales

“Más disciplinamiento social”

“Con este anuncio de Ritondo no cambia nada en lo sustancial. Las policías de todas las jurisdicciones usaron tonfas, después otros bastones más cortos. Estas armas exigen un entrenamiento, no se las usa de cualquier manera. Entonces el cambio en las armas que llevan conlleva un cambio en el entrenamiento. Estos cambios a veces sí son importantes, pero no siempre. Por ejemplo, en 2007 hubo un ‘baile’ en la Policía Federal que se les fue de las manos, y un montón de ‘reclutas’ tuvieron serios problemas de salud (un poco como lo de La Rioja hace poco, pero que no fue tan terrible). A partir de ahí, se dispuso que la parte física del entrenamiento de los nuevos agentes estuviera a cargo de profesores de educación física. Ahí sí hubo un cambio significativo. Pero siguen teniendo armas potencialmente letales. Es como las Taser. Quisieron venderlas como armas disuasorias, una alternativa a las de fuego, y la realidad es que también se puede matar a una persona con ellas. Creo que hay que inscribirlo más en el contexto de la protesta y del disciplinamiento social. Hay una decisión política de qué policía se quiere y qué policía quieren mostrar. Con el auge de la doctrina Chocobar, va una bala para el ‘enemigo social’ (el negro, pobre, joven) y un ‘tonfazo’ para la clase media que sale a manifestarse o a protestar. Y no parece razonable creer que la Bonaerense va a dejar de disparar.”