Cuando Bel visitó Argentina por primera vez fue en 2014, entonces la realidad era otra para su país y también para el nuestro. Enamorarse de la movida porteña la hizo retornar en 2017 y lo volverá a hacer en estos días en que, tras el asesinato de Marielle Franco, el antirracismo la alinea junto a sus compañeras negras. Como la mayoría de las tortas brasileñas, Bel pasa por un momento de conmoción que la impulsa a la lucha. “La intervención militar no es como la de los ‘60, el individuo no es el del comunismo, sino la gente pobre de las favelas, lxs negrxs –cuenta Bel-. Sabemos que ahí existe intervención militar hace mucho. El Estado se presenta allí para reprimir, para matar. Siempre fue así pero con la intervención más. Marielle era una concejal mujer, negra, LGBT de la favela, única en la Cámara de Río y relatora de  la comisión de que fiscaliza la intervención militar en la ciudad. Ella presentó, también, proyectos de ley feminista y lésbicos, era la única persona que nos representaba. Yo formo parte de colectivas de lesbianas, y soy una más para ayudar, pero me parece que hay un movimiento muy fuerte de las mujeres negras y es hacia allí que tenemos que poner nuestra atención. Es importante escuchar a la gente que no tiene voz, que es lo que Mariel hacía. Es lo que tenemos que intentar proseguir”. 

El año pasado en Brasil se aprobaron las terapias sexuales, parece que está habiendo una política de persecución a todas las disidencias…

La cuestión racial es la más importante para comprender la historia de este país y su configuración social actual. Todo tiene el racismo como base, las mujeres blancas están en la pirámide social arriba de los hombres negros. Eso es clave tener en cuenta. Pero me parece que las luchas deben sumar, no es una competición de opresión. Pero Marielle luchaba por los derechos de la gente pobre y negra y por eso fue asesinada.  Cualquier mujer negra y torta está en una situación de riesgo, aun más si es una figura política que pelea contra las fuerzas opresoras del Estado. Marielle elaboró un proyecto que oficializaba el día de la Visibilidad Lesbiana en Río, que no se aprobó. Queremos insistir en esta lucha. 

¿Te expresás libremente o sentís que corrés riesgos en Brasil?

Por ser blanca tengo privilegios, sería muy raro que la policía me reprimiera. Pero igual cuando el Estado actúa como está actuando legitima que la gente sea de esa manera también. Hay una creciente ola de fascismo y la gente se siente potente para actuar así. Hace poco yo caminaba por la calle y un hombre paró frente a mí y me dijo: Salga de adelante mío, tortillera puta, hija de puta. Me lo gritó en la cara y se fue. Yo solo escucho elogios con esas palabras, pero igual es una rabia, un odio que está siendo estimulado contra la gente negra, la LGBT y las mujeres. Sí que tengo miedo cuando estoy besando a una chica en la calle. Puedo sufrir opresión en cualquier momento, pero hasta ahora eso no me impidió hacer mi arte. Yo me junto con mis amigas negras tortas para que el miedo no nos tome, para seguir juntas tomadas de las manos. 

¿Podríamos decir que se está armando una alianza entre las cantantes de este lado del mundo?

El tema de la sororidad es lo que más me marcó. Conocí muchas mujeres increíbles de mi medio, además las colectivas lgbt y los lugares donde la gente junta fuerzas, las luchas feministas. Es muy lindo cuando eso se logra más allá de las fronteras. Yo me inspiré mucho en los movimientos que conocí en Argentina, desde las Madres de Plaza de Mayo hasta la Colectiva Lohana Berkins, las marchas en las que estuve, la Casa Brandon, donde voy a tocar con Paula. Todo lo que vi me llenó de fuerza. Somos chicanas todas las mujeres de Latinoamérica. Es una motivación para hacer cada vez más intercambios. Yo creo que tenemos diferencias en la manera de luchar, pero luchamos por lo mismo.   

Para tus composiciones, tus influencias seguramente deben ser algo más que musicales…

Hay una cantante, Marina Lima, que mezclaba géneros electrónicos con música popular brasileña y con letras suyas y de su hermano, que es un poeta. Ella es un personaje importante para la música de mi país y para la cultura lesbiana. Siempre lo asumió. Me influenció no solo en lo musical, también personalmente. Hay otra compositora, Angela Roro que es de la década del 60’. Tiene una voz grave. También hizo púbica su sexualidad hace mucho. Angela canta los dolores de amor. Karina Buhr es una compositora joven del nordeste, rockera feminista de Pernambuco. Su performance es muy fuerte y también sus posiciones políticas. Hace una música tremenda.

¿Identificás tu música con algún género en particular?

Me parece difícil ponerla en un género, pero sé que viene en su mayoría de la poesía. Mi disco Quando brinca lo hice en estudio con mi amigo. Hicimos las bases electrónicas. Es una mezcla de canción y poema con timbres y sonoridades. Lo que me motiva a hacer música son las ganas de expresarme. En Brasil las cosas están duras y para la música independiente es un gran desafío, difícil hacer dinero con la cultura. Trabajo mucho y no veo un momento donde sea posible sostenerme. Pero mi respuesta es siempre la misma: lo hago porque lo tengo que hacer. No hay opción para mí. Comunicarme con la gente es lo que más me gusta. El arte es el combustible de la vida y es cada vez más importante que nos comuniquemos y hagamos arte juntxs.

Jueves 12 a las 21 en Casa Brandon junto a Paula Maffia.

Martes 17 a las 21 en El Quetzal con Camila López.

Viernes 20 a las 21 en Cine Universitario con Red Back Light y Ameba, Montevideo.

Sábado 21 a las 21 en Tundra con Los Mostachos y Power Chocolatín Experimento, Montevideo.