Un diplomático del Vaticano de 50 años fue arrestado ayer y puesto a disposición de la Justicia de la Santa Sede que lo investiga por tenencia de pornografía infantil durante su misión en Estados Unidos, el segundo caso en que se aplica la ley de “tolerancia cero” contra sacerdotes acusados por ese delito desde el inicio del pontificado de Francisco.

Carlo Alberto Capella fue capturado tras un pedido de la Justicia vaticana en la causa que investiga la posesión de material pornográfico de menores de edad iniciada en 2017. “Por propuesta del Promotor de Justicia, el Juez Instructor del Tribunal del Estado Ciudad del Vaticano emitió una orden de captura contra Monseñor Carlo Alberto Capella”, anunció una nota de la Santa Sede.

Capella, oriundo de Milán, quedó detenido mientras se investiga la descarga de material pornográfico entre el 24 y el 27 de diciembre de 2016 durante un viaje del funcionario, entonces destinado en Washington, hacia Canadá. El año pasado, las autoridades canadienses iniciaron una investigación junto al Departamento de Justicia de Estados Unidos que había localizado la posesión del material pornográfico en la computadora que usaba Capella. Según la nota distribuida por la Santa Sede, la Justicia vaticana tomó la decisión de detener a Capella “en base a los párrafos 3 y 5 del artículo 10 de la ley VIII” antipedofilia impulsada en 2013 por Francisco.

La denuncia se inició en la ciudad de Windsor, Ontario, donde la policía local determinó que el entonces número 4 de la diplomacia vaticana en Estados Unidos había subido material pornográfico infantil a un servidor, incurriendo en los delitos de acceso, posesión y distribución de pornografía.

En base a esa investigación, el Vaticano convocó a Capella a Roma luego de que el Departamento de Estado estadounidense comunicara a la Santa Sede sobre la “posible violación a las leyes sobre imágenes de pornografía infantil” de parte de uno de sus diplomáticos en Washington.

A fines del año pasado, el secretario de Estado Pietro Parolin, número dos del Vaticano, se había referido a las acusaciones contra Capella como “un hecho dolorosísimo, una prueba grande para todos los involucrados”.