(ATENCION: este artículo contiene
spoilers sobre The Walking Dead)

Queda apenas una semana para el cierre de la temporada ocho de The Walking Dead y todo indica que correrá abundante sangre, que aquello de la “guerra total” llegará a un necesario climax para una serie que en los últimos 16 episodios tuvo demasiadas idas y vueltas, morosidades que pusieron a prueba la paciencia del espectador y celebradas explosiones de acción. Con todo preparado para el gran crossover de Morgan en Fear The Walking Dead, el próximo domingo, la serie original dedicó su capítulo pre-finale a dejar todo listo para un nuevo enfrentamiento entre los Saviors y Hilltop que seguramente marcará la salida de más de un personaje. 

Y esa puesta en escena tuvo como protagonista, cómo no, a Negan. El personaje de Jeffrey Dean Morgan volvió a dejar constancia de por qué llegó hasta donde llegó, no solo por su bate con púas sino por su habilidad para anticipar las movidas de sus adversarios. El líder de los salvadores, un ajedrecista en campera de cuero, retomó el poder en su refugio, se limpió a Simon –la prolongada visión del hombre del mostacho convertido en walker fue un soberbio epitafio– y le hizo un doble juego a Dwight que no por previsible resultó menos rotundo. Porque todo se veía venir: Negan ya estaba al tanto de la masacre no autorizada en el campamento de los Scavengers, y no cabían dudas de que la persona a la que había rescatado en la carretera era Laura, la única que podía dar cuenta de la traición de Dwight. Si eso no bastaba, la noticia de que el actor ya firmó contrato para la novena temporada fue suficiente prueba de que no va a ser tan fácil bajar al ex vendedor de autos. Su última escena, con Michonne leyéndole su propia carta de Carl y la respuesta de que la culpa de todo la tiene Rick y las cosas quedarán saldadas una vez que mate a todos en Hilltop, dejó bien claro que no hay paz posible.

“Worth”, entonces, situó buena parte de sus escenas en el Santuario, aunque hubo pantallazos de Hilltop –donde Rick al fin se animó a leer la carta de Carl, un texto que vino a recordar cómo eran las cosas antes del apocalipsis zombie–, el curioso automartirio de Aaron en Oceanside, y epsiodios ajenos a Negan como la desgraciada existencia del Padre Gabriel (candidato de fierro a la despedida), nuevas demostraciones de lo acomodaticio que puede resultar Gregory y algunos grandes momentos a cargo de Eugene, decidido a ganarse un lugar en el panteón de Personajes Más Odiosos De TWD. Más de uno querrá que una de las balas de su propia factoría termine dentro suyo; si bien tanto el rapto por parte de Daryl y Rosita como el posterior escape del “científico” cobardón (con un recurso tan desagradable como vomitar sobre su captora y luego esconderse bajo una pila de walkers incinerados) resultaron algo inverosímiles, sirvieron para fijar la importancia del personaje en lo que vendrá. Quien tenga al fabricante de balas puede inclinar la balanza a su favor. Resta ver si, después del episodio del próximo domingo, apropiadamente titulado “Ira”, queda alguna balanza en pie.

* The Walking Dead, domingos a las 22 en Fox Premium, lunes a las 22 en Fox.