A un mes del asesinato de la concejala brasileña Marielle Franco, miles de personas se manifestaron ayer en las calles de varias ciudades cariocas para reclamar “justicia” y el esclarecimiento del crimen de la dirigente social ejecutada con balas de la Policía Federal.

Las manifestaciones tuvieron epicentro en Río de Janeiro, ciudad en la que había nacido y actuaba la dirigente de 38 años, y donde varios barrios amanecieron empapelados con fotos y pancartas que la recordaban. Los actos en conmemoración de la concejala se realizaron desde temprano pero se prolongaron durante todo el día hasta culminar a la noche con una misa oficiada en la iglesia de Nossa Senhora do Carmo da Antiga Sé, en pleno centro de Río de Janeiro y cercana al sitio donde fue asesinada.

El 14 de marzo el auto en el que viajaba con su chofer Anderson Gomes recibió 14 disparos de bala 9 mm, que según se verificó habían sido adquiridas en 2006 por la Policía Federal en Brasilia a la empresa de armamento CBC. La causa no tiene ningún detenido.

Franco, nacida y criada en Maré, una de las favelas más pobres de Río, era conocida por sus denuncias contra los excesos de la Policía y sus críticas a la intervención federal en materia de seguridad de esa ciudad decretada por el Gobierno, que puso el control de esa área en manos de los militares un mes antes de su muerte.

Este viernes, Amnistía Internacional renovó su exigencia a las autoridades brasileñas y las instó a "dar prioridad" a la resolución del caso. "La sociedad tiene que saber quién mató a Marielle y por qué. Cada día que este caso sigue sin resolverse, se agravan el riesgo y la incertidumbre en torno a los defensores y defensoras de los derechos humanos", señaló Jurema Werneck, directora ejecutiva del capítulo brasileño de Amnistía Internacional.