Durante los últimos años, la sociedad ha sido testigo de uno de los procesos de crecimiento tecnológico más significativos y veloces de la historia. Hasta no hace tanto, acceder a internet era un privilegio que estaba reservado para unos pocos y ser poseedor de un celular o una computadora portátil era casi una epopeya. Sin embargo, la llegada de las nuevas tecnologías a mercados emergentes y el exponencial crecimiento del mercado y de la oferta de dispositivos móviles y servicios de internet de estos últimos diez años amplió también el espectro de participación de los usuarios, permitiendo que el número de personas que utilizan y se apropian de estas tecnologías sea cada vez mayor y, por lo tanto, también se amplíen las posibilidades de las mismas.

Si bien la explosión de las redes sociales en Argentina no deja de ser un fenómeno reciente, rápidamente se ha convertido en objeto de estudio para muchos de los investigadores e investigadoras del país. Hoy en día pocos ponen en duda su capacidad a la hora de configurar la realidad y de producir nuevos tipos de subjetividades, haciendo que la escisión entre el mundo digital y el mundo físico y de las cosas sea cada vez menos perceptible.

Esta particular característica es lo que llevó a un grupo de profesionales de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Tecnológica Nacional a encarar un proyecto de investigación y desarrollo acerca de cómo las redes sociales configuran a la esfera pública contemporánea, permitiendo que actores y discursos diversos adquieran nuevas visibilidades, construyendo a la vez nuevas formas de participación política y ciudadana.

 

"Lo digital posibilita la primera forma de expresión y va generando empatía con quienes les pasa lo mismo." Castro Rojas.

 

La investigación surgió en base a ciertas inquietudes que se habían presentado en proyectos anteriores de los que habían participado algunos de los investigadores: "Estábamos interesados en los fenómenos que se inauguran en las redes, que se visibilizan por primera vez en las redes sociales y a través de internet y que luego adquieren una visibilidad de la copresencia y también visibilidad mediática tradicional", expresó la co‑directora del proyecto, Natalia Raimondo Anselmino.

Para delimitar la investigación, el equipo eligió el fenómeno conocido como #RosarioSangra. "Nuestro estudio supone un abordaje sociosemiótico de la puesta en discurso acerca de las movilizaciones enmarcadas bajo el hashtag #RosarioSangra. Esto incluye un análisis de los discursos y del tratamiento que la prensa online e impresa hizo del fenómeno, otro estudio acerca de los posteos en los grupos y de los eventos que se crearon y un estudio del tipo etnográfico en el que tratamos de recoger la perspectiva de los actores a partir de entrevistas abiertas y encuestas realizadas en el ámbito digital", explicó.

Trabajar con datos supuso todo un desafío para el equipo y fue por eso que decidieron acudir a Guillermo Leale, especialista en el proceso conocido como Minería de Datos, quien afirmó: "Desde el lugar de los datos hay un tema de escala que empieza a pisar fuerte. La cantidad de interacciones, posteos, usuarios y opiniones que aparecen, circulan y que son punto de partida para toda la investigación es muy grande y requiere nuevas formas de acceder, recopilar y analizar toda esta información".

Para el director de la investigación, Sebastián Castro Rojas, es muy difícil entender el fenómeno que significó el #RosarioSangra sin tener en cuenta el papel que juegan las emociones en la construcción de esta nueva esfera pública: "Quienes participan de este tipo de consignas se sienten identificados con el suceso/proceso y a partir de eso, lo transforman en acción. No se puede abordar el fenómeno desde una única mirada. Cada asistente y participante lo vivió de forma diferente y esto tiene que ver con la empatía, la cual generó un sentimiento de comunión que se vio reflejada en la gran participación en el evento, haciendo que éste pudiera comenzar a ser pensado como objeto factible de estudio".

Este mismo camino es el que permite explicar otros fenómenos recientes que tuvieron su origen en redes sociales como Twitter, tales como el caso de Santiago Maldonado o el hashtag #Cuéntalo, a través del cual se conocieron cientos de historias relacionadas con la violencia de género: "Lo digital posibilita la primera forma de expresión y va generando empatía a partir de que a otro le pasa lo mismo. De la única manera en la que se puede explicar todo esto es que la acción individual siente empatía por lo que le pasa al otro y decide utilizar un espacio de expresión como las redes sociales para decir aquello que también le pasa a uno, pero que a la vez le pasó a otro que también va a sentirse identificado. Por eso creemos que la palabra clave acá es la empatía", opinó Castro Rojas.

Una de las áreas que también buscó abordar el proyecto tuvo que ver con el papel o la cantidad de injerencia que tuvieron los medios de comunicación tradicionales. Sobre esto, Raimondo Anselmino opinó: "Creo que la experiencia colectiva se sigue construyendo desde los medios. Más allá de la experiencia individual, los medios participan en la construcción social de la realidad. Antes de que algo aparezca en los medios, puede formar parte de nuestra experiencia individual, pero sólo forma parte de nuestra experiencia colectiva porque aparece en los medios".

Siguiendo esta línea, los investigadores detectaron que entre la primera marcha (agosto de 2016) y la segunda (septiembre de 2016) hubo un cambio significativo en el tratamiento que los medios de comunicación masivos de la ciudad dieron al fenómeno. Este "refuerzo" no sólo hizo que la segunda marcha fuera mucho más numerosa que la primera, sino también logró que en el imaginario colectivo se produzca un entretejido con otros fenómenos que ‑a priori‑ no estaban relacionados directamente con el #RosarioSangra, tales como las cumbres por Seguridad realizadas entre los ministros Maximiliano Pullaro y Patricia Bullrich o el debate por la llegada de la Gendarmería a la ciudad.

Si bien es cierto que el advenimiento de la era digital permite a los ciudadanos nuevas formas de participación, los investigadores opinan que la sociedad todavía está lejos de un modelo de participación y de horizontalidad plena: "Hay una cuestión que traen las redes sociales y es que, ahora, mucha gente se dio cuenta de que puede hablar", explicó Guillermo Leale, quien aclaró: "Sin embargo, en nuestra investigación detectamos que las cuentas con mayor influencia en redes sociales siguen siendo las de los medios de comunicación". En ese sentido, Raimondo Anselmino agregó: "Es cierto que todos podemos hacer uso de la palabra, pero las redes y los algoritmos hacen que las voces que se escuchan sean casi siempre las mismas".

Finalmente, los investigadores se animaron a esbozar una caracterización de la denominada "nueva esfera pública", fuertemente marcada por el advenimiento y la consolidación de la era digital pero manteniendo también algunas de las características que le son inherentes desde su concepción original como objeto de estudio. Para Castro Rojas, "la esfera pública se ha transformado. Ya no es la del siglo XX sino que estamos dentro de lo que podemos denominar la nueva esfera pública, en donde la esfera digital cobra mucha relevancia a la hora de constituir lo público". En esa línea, María Cecilia Reviglio agregó: "Aún así, esa nueva esfera pública sigue siendo discursiva, construyéndose en el intercambio y en el lugar común que tienen ciertos discursos sobre los asuntos públicos. Eso no quiere decir que no cambie o se transforme, dado que las sociedades cambian y con ella sus discusiones, necesidades y deseos".

El estudio, que lleva el nombre Nuevas visibilidades en la cultura digital: esfera pública contemporánea y redes sociales en Internet, está radicado en el Programa de Incentivos del Ministerio de Ciencia y Tecnología y es ejecutado en el Centro de Investigación en Mediatizaciones, dependiente a su vez de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. La dirección está a cargo de Castro Rojas, Raimondo Anselmino y Reviglio, todos ellos coordinadores de un equipo interdisciplinar conformado por Irene Gindin, Luis Baggiolini, Guillermo Leale, Ricardo Diviani, Cecilia Echecopar, Mariana Busso (becaria CONICET) y los auxiliares de investigación Alejandro Sambrana, Natalia Coiutti, Virginia Brusa, Daniela Sánchez, Karen Roberts, Ana Laura Cardoso, Emmanuel Pérez y Josefina Pérez.