El papa Francisco concluyó ayer en el Vaticano una serie de encuentros de tres días con 34 obispos chilenos, con quienes abordó los graves casos de abusos sexuales contra menores cometidos por el sacerdote Fernando Karadima y su presunto encubrimiento por parte de algunos miembros del clero. Francisco se dispone a tomar medidas severas, “cambios y resoluciones” dentro de la Iglesia de Chile. “Las medidas las adoptará el Santo Padre en el momento que él estime oportuno y conveniente”, señaló el obispo Fernando Ramos junto a su colega Juan Ignacio González, ambos voceros de los religiosos, al culminar el cuarto y último encuentro, que se prolongó por cerca de una hora media. “Estamos en un proceso que se inició. Va a seguir adelante, tendrá bastante más partes este proceso. El Papa yo creo que lo tiene muy bien pensado para el bien de la Iglesia en Chile”, dijo González a periodistas.

“Tenemos que esperar que el Papa tome las medidas. Vamos a recibir a las víctimas, vamos a seguir trabajando con las víctimas, se verá reforzado el Consejo de la Prevención. Son un montón de medidas que no es la que la gente habitualmente quiere y que evidentemente el Papa está de acuerdo”, agregó el prelado sin proporcionar más detalles.

La reunión de Francisco con los 34 obispos se inició este martes convocado por el pontífice después de conocer los informes del arzobispo de Malta, Charles Scicluna, a quien envió a Chile en febrero pasado para que investigara la presunta complicidad del obispo Juan Barros y de otros miembros de la Iglesia sobre los abusos sexuales cometidos por Karadima.

“A la luz de estos acontecimientos dolorosos respecto a los abusos –de menores, de poder y de conciencia–, hemos profundizado en la gravedad de los mismos así como en las trágicas consecuencias que han tenido particularmente para las víctimas”, señaló Francisco en una carta que entregó a cada uno de los obispos al concluir la cita.

En la misiva, Francisco agradeció a los prelados “la plena disponibilidad que cada uno ha manifestado para adherir y colaborar en todos aquellos cambios y resoluciones” que la Iglesia tendrá que “implementar en el corto, mediano y largo plazo, necesarias para restablecer la justicia y la comunión eclesial”, agregó.

“Después de estos días de oración y reflexión los envío a seguir construyendo una Iglesia profética, que sabe poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado”, señaló.

Antes de los encuentros con el clero chileno, el Papa había recibido en el Vaticano hace poco más de dos semanas al médico James Hamilton, al periodista Juan Carlos Cruz y al filósofo José Andrés Murillo, tres de las víctimas de Karadima.

Karadima, hoy de 81 años, fue sancionado en 2011 por la Santa Sede a un retiro de por vida de sus funciones por los delitos de abusos sexuales contra menores ocurridos entre 1980 y 1995, según lo acreditó más tarde la Justicia chilena, que no pudo aplicarle ningún castigo pues los hechos ya habían prescrito.

En tanto, Barros, actualmente el obispo de la diócesis de Osorno, en el sur de Chile, y designado en el cargo hace tres años por Francisco, está relacionado al escándalo por sus estrechos vínculos con Karadima. Las víctimas lo acusan de haber presenciado y de haber encubierto los abusos.

El caso Barros opacó la visita que realizó el pontífice argentino a Chile en enero pasado, ya que el obispo lo acompañó en todas las misas que ofició en el país. A pesar de las acusaciones en contra del prelado, Francisco hizo en esa oportunidad una cerrada defensa: “Son todas calumnias”, señaló.

Entre los 34 obispos presentes, 31 en funciones, figuran varios de los acusados de haber encubierto por décadas los abusos cometidos de Karadima.  Ninguno de los asistentes, entre ellos el controvertido obispo de Osorno, Barros, ha querido hablar con la prensa, manteniendo hasta ahora una actitud prudente. Francisco defendió a Barros durante su viaje en enero a Chile, pero al regresar al Vaticano ordenó una investigación que determinó que había sido mal informado sobre el caso.

Antes de las reuniones cruciales, el obispo Fernando Ramos, secretario de la Conferencia episcopal y el obispo Juan Ignacio González, celebraron en nombre de la jerarquía de la Iglesia chilena una conferencia de prensa durante la cual manifestaron su “dolor y vergüenza” y dijeron estar dispuestos a acatar las medidas que tome el jefe de la Iglesia católica. Los dos obispos citaron para el viernes una nueva rueda de prensa.

No se excluye la remoción de varios jerarca, una suerte de purga del papa Francisco y un mensaje claro de su voluntad de querer acabar con los abusos “tanto sexuales como de poder y conciencia” en la iglesia chilena, según reiteró en la misiva. “Yo creo que habrá medidas concretas a corto plazo”, adelantó este jueves a la prensa el religioso español Jordi Bertomeu, uno de los encargados por el papa de investigar el caso en Chile.

No se trata de la primera vez que un papa hace una purga de tal envergadura por casos de abusos sexuales. Juan Pablo II lo hizo en 2002 con la Iglesia de Estados Unidos y Benedicto XVI en 2010 con la de Irlanda.