El 10 de mayo de 2017 cientos de miles de personas se movilizaron en todo el país para repudiar el fallo de la Corte Suprema de Justicia que pretendió reducir las penas a condenados por delitos de lesa humanidad y lograron que el Congreso anulara en tiempo récord su interpretación de la derogada ley del 2x1. Ayer, en una sala del subsuelo de los tribunales de Comodoro Py, esa victoria se tradujo en el ingreso con esposas, proveniente de una cárcel común y secundado por agentes penitenciarios, de Luis Muiña, el represor a quien beneficiaba aquel fallo firmado por Carlos Rosenkrantz, Horacio Rosatti y Elena Highton de Nolasco. Muiña y Argentino Ríos, ex miembros del grupo “Swat”, que desplegó su faena criminal en el Hospital Posadas tras la intervención militar encabezada por Reynaldo Benito Bignone, son los dos acusados en el segundo juicio por secuestros, torturas y asesinatos en el policlínico, que continuará el viernes 1º de junio con las indagatorias y las primeras testimoniales.

El primer juicio por los delitos en el Posadas se desarrolló en 2011 y terminó con condenas para Bignone (quince años de prisión), el brigadier Hipólito Mariano (ocho años) y el civil Muiña (trece años). Ríos estuvo en el banquillo pero fue apartado del proceso por una oportuna descompensación cardiológica. También quedaron impunes el primer interventor, Agatino di Benedetto (declarado insano), el coronel médico Julio Esteves, el interventor que creó el “Swat”, y el jefe de esa patota, Juan Máximo Copteleza, que murieron.

En el juicio que conduce el Tribunal Oral Federal 2 y que comenzó ayer con la lectura del requerimiento de elevación formulado en 2013 por el fiscal Federico Delgado, Muiña –que permaneció inmutable durante toda la audiencia– rinde cuentas por los homicidios calificados de Jacobo Chester y de Jorge Mario Roitman. Había sido juzgado y condenado por sus secuestros y torturas pero no por los asesinatos, por los que el juez federal Daniel Rafecas lo indagó en una etapa posterior.

Ríos está acusado por todos los delitos contra esas víctimas y también por las privaciones ilegales de la libertad y los tormentos contra Jaqueline Romano, Marta Graiff y Cladis Cuervo, y por el secuestro de Julio Quiroga. A diferencia de Muiña, siguió la audiencia desde una sala contigua. Los peritos médicos rechazaron su pretensión de evitar el proceso pero recomendaron que se lo apartara, que lo acompañara un médico y que la audiencia no durara más de tres horas.

“Es un juicio de mucha trascendencia para los familiares y para los trabajadores del Posadas porque se tratan los delitos que quedaron pendientes del primero, nada menos que los homicidios, y también por el impacto que causó el hallazgo de los restos de Roitman, que fue un sacudón para todos”, recordó el abogado Pablo Llonto.

Secuestrado en su casa el 2 de diciembre de 1976, torturado en el centro clandestino “El Chalet”, en el mismo predio del Posadas, los restos del médico Roitman fueron hallados a fines del año pasado por obreros que cavaban una zanga a 25 metros del lugar, e identificados por Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Chester, que era empleado de estadística en el Posadas, fue secuestrado el 26 de noviembre de 1976, fue torturado en el mismo “Chalet” y asesinado pocos días después. Su cuerpo fue hallado en el Puerto Nuevo, Dársena f, del Río de la Plata.

El juicio oral que conducen Jorge Alberto Tassara, Julio Panelo y Néstor Costabel, en el que interviene el fiscal Pablo Ouviña en representación del Ministerio Público, continuará el viernes 1º de junio con la declaración indagatoria de los dos acusados (salvo que prefieran guardar silencio) y con los testimonios de las hijas de Chester y de Roitman.