“Yo siento que el tango es una resiliencia total”, lanza, sin más, Jacqueline Sigaut. Así tituló su nuevo disco, el sexto de su trayecto, y así lo define. “Esa palabra significa salir mejorado y evolucionado después de transitar una crisis, un golpe fuerte, y el tango es eso: un reinventarse permanente para poder seguir sobreviviendo”, reacomoda la cantora, que mostrará el trabajo entero esta noche a las 21 en el Tasso (Defensa 1575). Entero porque lo que sonará no serán rémoras, sino las doce piezas que integran el disco, todas pertenecientes a autores vigentes, hoy. “Madrigal de ausencias”, de Alejandro Szwarcman y Néstor Basurto. O “Dos metros más allá”, de Matías Mauricio y Agustín Luna, por tomar dos piezas al azar. “La verdad es que los temas me eligen a mí: si me emociono, si me pasa algo, si siento algo al leerlo o al escucharlo, ahí van”, sostiene Sigaut, desmarcándose de una potencial pose misional. Las doce piezas, entre las que también figura “El verbo soledad”, de Raimundo Rosales y Luciano Tobaldi, fueron seleccionadas entre las casi cuatrocientas que Sigaut, en titánica tarea, escuchó junto a Leonardo Andersen. “Las fuimos seleccionando al cantar. Cuando me emociono y quizás hasta lloro, descubro que algo me pasó y que necesito cantar ese tema... y lo canto”, se expide ella, que se dedica a cantar tango desde 1995. Y que también lleva como bandera haber participado en Los 70 de Gardel, de Juanjo Domínguez y Orillas de Fabrizio Castañeda, además de un intenso peregrinaje por festivales under –y no tanto– del género. 

–¿Por qué ningún clásico en el disco? Es una apuesta riesgosa.

–Porque los clásicos tienen versiones históricas de las cuales disfruto y aprendo, pero no sé si se puede aportar algo desde ahí. Un disco es algo que queda plasmado en un momento, y yo como intérprete necesito contar lo que me pasa en 2018, y decirlo con el género que amo y respeto. Creo que lo clásico habla de algo anquilosado y lo nuevo habla de lo que pasa ahora, de los dramas humanos de este momento, de cómo sentimos las cosas en esta época. Es cierto que hay clásicos que atraviesan todas las épocas... pero está bueno salir del bronce y arriesgar con lo de hoy. Esto, también es Resiliencia.

Sigaut sintetiza el concepto en dos piezas: “Rosa y gris” (“porque habla del amor desde aceptar lo bueno y lo malo del otro”) y “La otra Buenos Aires” (“porque habla de las oscuridades de nuestra ciudad”). “La verdad es que tengo la necesidad que el tango diga cosas que me pasan a mí, que yo me pueda identificar con lo que dice, que me contenga y entienda, y por eso aspiro a cantar, como dije, cosas de hoy. Aunque a veces pasa, como en el caso del homenaje a Troilo (Romance de barrio), que aparece el ayer”, admite ella, abordando un pasado no tan pisado, en este caso, si se contempla un dato esencial: uno de los tangos que grabó de Pichuco fue “Fujiyama”, cuyo único registro, hasta el de ella, era una versión en vivo de Virginia Luque. Casi un hallazgo, también.