Raffaela Schiavon, ginecóloga en el Distrito Federal de México

“Lo que hubo fue voluntad política”

 

“La voluntad política es esencial para lograr la legalización del aborto”, dice Raffaela Schiavon, ginecóloga formada en Italia, que vive en México, donde fue encargada del Servicio de Biología de la Reproducción del Hospital General y Jefa del Servicio de Salud Reproductiva para niñas y adolescentes, que fundó en 1996 en el Instituto Nacional de Pediatría de la ciudad de México. En una entrevista con PáginaI12 contó sobre el impacto de la legalización del aborto en las primeras 12 semanas de gestación en ese distrito desde 2007, el único de ese país donde no está criminalizado. En el resto de los estados –provincias– está despenalizado mayoritariamente en casos de violación o cuando corren riesgo la vida o la salud de la mujer, aunque estas causales rara vez se cumplen.

–¿Qué factores contribuyeron para aprobar la histórica reforma legal en la ciudad de México?

–Algunos de nosotros lo llamamos alineación de los astros, pero definitivamente lo que hubo fue voluntad política. Eso es esencial. Las evidencias son necesarias, fundamentales, pero no son suficientes, si no se tienen voluntad política. Hubo voluntad política muy clara del jefe de Gobierno de la Ciudad, en ese entonces, Marcelo Ebrard. Había detrás, una lucha como la que ustedes han generado desde hace años, había argumentos, se habían abierto espacios de discusión, debates públicos, etc. Pero no hay dudas, de que el cierre de ese proceso necesario es la voluntad política de personas en el Gobierno, que tienen la claridad del precio y el premio que eso implica. 

–¿Qué caracteriza a la ley?

–El modelo de ley fue redefinir el aborto.  Se definió como interrupción legal del embarazo el procedimiento que se efectúa antes de las doce semanas. Fue una manera de eliminar el aborto del Código Penal sin ni siquiera decirlo, redefiniendo el término. Y sigue siendo aborto, a partir de las doce semanas, y se aplican las causales, riesgo para la vida o la salud de la mujer y casos de violación. 

–¿Cómo impactó en la vida de las mujeres?

–En estos once años, 195 mil mujeres pudieron interrumpir legalmente un embarazo. De ese total, aproximadamente el treinta por ciento provienen de otros lugares del país, la mayoría del Estado de México, que rodea a la ciudad de México, pero llegan de las 32 entidades federativas, con un modelo de acompañamiento generado por organizaciones de la sociedad civil, que acompañan físicamente a las mujeres. Desde un principio hubo una línea telefónica gratuita y se formalizó con una página web, donde las mujeres podían preguntar dónde ir y aclarar los requisitos para acceder al servicio, sobre todo para la prestación gratuita. 

–¿Hay clínicas privadas que ofrezcan también la ILE?

–Si. Estimamos que hay un 150 por ciento más de procedimientos que se llevan a cabo en servicios privados. Son clínicas que se dedican a hacer abortos pero también médicos que están prestando ese servicio a sus pacientes, de la misma forma que las atienden por un Papanicolau o para ponerles un DIU, o por un embarazo. 

–Voces antiderechos sostienen que con la despenalización aumentará la tasa de abortos. ¿Cuál es la experiencia en México?

–En todos los países que despenalizan y en la Ciudad de México vimos lo mismo. Ya antes del cambio de la ley había un aumento de la tasa hospitalaria de atención por aborto. Con la ley este aumento es mucho más pronunciado. En cuatro o cinco años alcanza un pico, una meseta, y disminuye. ¿Qué sucede? ¿Son nuevos abortos? ¿Mujeres que no hubieran abortado antes? Toda la evidencia dice que en realidad, son mujeres que salen de la clandestinidad y acuden a servicios públicos y se visibiliza la atención. No son abortos inducidos por la ley. De todas maneras esta tendencia la hemos visto en España, en Francia, en Italia, otros países desarrollados y la estamos confirmando en México. Uruguay está viendo el mismo fenómeno (ver aparte). Hay más mujeres que acuden a servicios, tanto en la ciudad de México, donde cambió la ley, como en el resto del país. Es buena noticia. Significa que más mujeres reciben atención mejor capacitada tanto en un parto como en una ILE.

–¿Qué pasó con el estigma que suele tener el aborto?

–Hay investigaciones realizadas por la organización internacional IPAS, que dirigí hasta el año pasado, que muestran que hay estigma entre mujeres y entre prestadores de servicios. También hicimos una encuesta entre más de mil ginecólogos durante un congreso. Les hicimos tres tipos de preguntas: ¿Cree que un médico que hace abortos es estigmatizado por sus colegas?; ¿Usted estigmatiza a un colega que hace abortos? ¿Si usted hiciera abortos lo comentaría con otros colegas? Aproximadamente una tercera parte, entre el 28 y el 30 por ciento contestan que si a una de estas preguntas. Es decir, también hay un profundo estigma entre los prestadores. Esto ha ido cambiando. El discurso del aborto, desde el punto de vista de la tecnología, es decir, con medicamentos o a través de la técnica de AMEU (aspiración manual endouterina) ha permeado como actualización técnica en la comunidad de gineco-obstétras. Ahora estamos en una etapa en que se ha logrado la implementación de causales en el segundo trimestre, que siempre es el paso más complicado, en el instituto de referencia de todo México para la atención del embarazo de alto riesgo, que es el Instituto Nacional de Perinatología, donde se ha empezado a realizar interrupciones terapéuticas por malformaciones o riesgo para la vida, etc. Y en este caso, creo que es como darle vuelta al tema del estigma y decir: “Somos los mejores en la atención de embarazos de alto riesgo y somos los que hacemos abortos por indicaciones terapéuticas”. 

–¿La ILE se hace con medicamentos? ¿Se le suministra a la mujer y se practica el aborto en su casa?

–Se hace la consejería, y en esa consulta se le suministra el primer medicamento, la mifepristona. Y en ese momento se inicia inmediatamente la anticoncepción, insertándole, si la mujer está de acuerdo, el implante porque ya hay evidencias de que no interfiere con la efectividad del aborto con medicamentos. Y ya la mujer se va protegida. El proceso se completa en la casa, donde la mujer toma el misoprostol. Hay una invitación a una visita de control. De todas formas, yo soy partidaria de que la mujer pueda elegir entre las metodologías. La enorme ventaja de la AMEU es que sales del consultorio con el problema resuelto en 5 minutos y hay mujeres que definitivamente lo prefieren o lo necesitan. 

–¿Con la despenalización se convierte el aborto en un método anticonceptivo?

–Hay un pequeño porcentaje de entre el dos y el cinco por ciento de mujeres repetidoras, que se han realizado más de un procedimiento. En general, la literatura internacional lo dice claramente, estas mujeres presentan factores de vulnerabilidad específicos, por ejemplo, viven o han vivido situaciones de violencia de género o sexual, lo que hace que tengan menos poder sobre su vida sexual y la adopción de métodos anticonceptivos.

 


Leonel Briozzo, médico que implementó la ley en Uruguay

“Más dignidad,  vida y derecho”

 

Por M. C.

“Yo me defino como pro vida porque puedo demostrar que con lo que venimos haciendo se logra más vida, dignidad y derecho para las mujeres y la infancia. Nosotros somos pro vida, otros son los antiderechos, que promueven la muerte y el sufrimiento”, dice el médico tocoginecólogo Leonel Briozzo, quien tuvo en sus manos la implementación de la ley que despenalizó y legalizó el aborto a partir de 2013 en Uruguay. Briozzo era en ese momento subsecretario del Ministerio de Salud Pública del gobierno del presidente José “Pepe” Mujica y tuvo pocas semanas para poner la nueva legislación en marcha. En una entrevista con PáginaI12, destacó que actualmente “Uruguay es el país que tiene mortalidad materna más baja del continente, solo aventajado por Canadá, y esto se debe a la disminución del aborto inseguro”. Y detalló: “Logramos disminuir la mortalidad materna, la mortalidad infantil, la prevalencia de abortos, embarazos no deseados y el estigma social de un tema de salud y mejoramos la formación profesional”. 

Briozzo estuvo en Buenos Aires, expuso en una de las audiencias de la última semana en la Cámara de Diputados, en el marco del debate por la legalización del aborto, y además participó de la jornada “Evidencias y argumentos de salud pública para la legalización del aborto en Argentina”, organizada por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), el Centro de Estudio de Estado y Sociedad (CEDES) y la Red de Acceso al Aborto Seguro Argentina (REDAAS).

–¿Qué impacto ha tenido la ley en Uruguay?

–La ley que despenalizó el aborto vino a profundizar lo que ya se venía haciendo con el modelo de reducción de riesgo y daño (por el cual se aconsejaba a la mujer en torno a métodos seguros para abortar con medicamentos y luego ella consigue el misoprostol por su cuenta para la interrupción del embarazo) y básicamente lo que se logró fue consolidar la disminución de la mortalidad materna por todas las causas y en particular por aborto: tenemos muerte materna cero. Además, conseguimos consolidar la disminución de la enfermedad grave por los abortos inseguros: ya prácticamente no hay ni hemorragias ni infecciones por ningún aborto que se realiza dentro del sistema. Ahora sí, con los datos que tenemos, en tercer lugar, se consolida el hecho de que tenemos una muy baja tasa de abortos a nivel mundial. Y creemos que es producto de la despenalización pero también de la implementación del modelo de riesgo y daño, junto a la anticoncepción y la educación sexual. 

–¿Cuál es la tasa?

–Doce abortos cada mil mujeres de entre 15 y 44 años. 

–Referentes consideran que todavía hay mujeres que siguen recurriendo a la clandestinidad porque no llegan a cumplir con las tres consultas antes de las doce semanas. 

–Realmente no me consta que haya un número significativo de abortos por fuera del sistema. Puede haber algunos, fundamentalmente, fuera de las 12 semanas, pero esas mujeres siguen consultando dentro del modelo de reducción de riesgo y daño y ellas consiguen el misoprostol. Tampoco están libradas a la buena de Dios. 

–¿Cuántos abortos al año se están haciendo?

–Entre 9000 y 10 mil abortos por año en el marco del Sistema Nacional Integrado de Salud. Otro logro que hemos registrado es la disminución de la tasa de mortalidad infantil.

–¿Qué tiene que ver con el aborto?

–Cuando la mujer se enferma o está ausente de su domicilio y mucho más cuando muere, se incrementa el riesgo, sobre todo para las niñas en el primer año de vida y aumenta la mortalidad infantil. Era esperable que si disminuía la mortalidad materna iba a disminuir la mortalidad infantil, asociado a las políticas generales que hemos implementado de protección la mujer. De hecho en el último año hemos llegado a una tasa histórica de un porcentaje bajísimo, de seis muertes infantiles cada mil nacidos vivos. Vemos también un aumento de las consultas de mujeres para tener anticonceptivos después del aborto. 

 


Luz Patricia Mejía Guerrero, abogada especialista de Venezuela

Prender la mecha en la región

 

 

Por M. C.

El debate en torno a los derechos de las mujeres que se está dando en la Argentina “es una mecha que está prendiendo fuego a lo largo de la región”, destaca y celebra la abogada venezolana Luz Patricia Mejía Guerrero, ex presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y actual experta en violencia de género de la Comisión Interamericana de la Mujer de la OEA. En una entrevista con PáginaI12 negó que los tratados internacionales suscriptos por la Argentina impidan legalizar el aborto. “Tenemos que avanzar hacia la eliminación del modelo de causales porque se ha demostrado que ese sistema ha significado más violencia, más mortalidad materna, más ejercicio del poder punitivo sobre los cuerpos de las mujeres de una manera desproporcionada”, afirmó.

 “La visión de la OEA es muy clara y ha quedado plasmada tanto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos como por la CIDH y el Mecanismo de Seguimiento de la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres conocida como Belén do Pará. Ni la Convención Interamericana de Derechos Humanos, ni Belén do Pará, ni la Convención contra todas las formas de discriminación contra las mujeres (Cedaw por su sigla en inglés), establecen una prohibición para que se despenalice el aborto. Por el contrario, estos tres tratados que son fundamentales para la Argentina, protegen la vida, la integridad física, la salud de las mujeres”, señaló Mejía. 

–¿Por qué hay quienes dudan de ese marco normativo?

–El sistema interamericano lo ha venido diciendo de una manera muy concisa y muy clara. Lo que establece la Convención Interamericana de DDHH es que “el derecho a la vida, en general, debe ser respetado desde el momento de la concepción”. Pero esta lectura también claramente ha sido desarrollada por la Comisión, la Corte y el Mecanismo de Seguimiento de Belén do Pará, y se refiere en forma específica a las palabras “en general” y tiene que ver con que cuando se suscribieron esas convenciones, el país ya tenía regularizado la manera de ejercer el derecho a la vida. Y eso quiere decir que el derecho a la vida no es absoluto, sino que admite ciertas limitaciones y entre ellas la posibilidad de despenalizar el aborto. Ejemplo clarísimo es Uruguay que lo despenalizó hace unos años. 

–¿Cómo es el panorama en la región en relación al aborto?

–La mayoría de los países permiten el aborto legal en varias causales, por ejemplo, si corre riesgo la vida o la salud de la mujer o en casos de violación. Lo que hemos venido demostrando a lo largo de todos estos años es que en los países con ese marco legal, que son casi todos menos cuatro, no ha sido suficiente para proteger la vida de las mujeres. Lo que las estadísticas nos muestran es que no han cambiado la práctica y el ejercicio, que las mujeres puedan acceder al aborto estando dentro de esas causales. Tenemos que avanzar hacia la eliminación de las causales porque se ha demostrado que ese sistema ha significado más violencia, más mortalidad materna, más ejercicio del poder punitivo sobre los cuerpos de las mujeres de una manera desproporcionada.

–¿Cómo se está viendo a nivel internacional el debate que se está dando en la Argentina en relación con los derechos de las mujeres?

–Hay que decirlo con claridad, Argentina está generando el fortalecimiento profundo de los derechos de las mujeres no solo a nivel nacional sino en la región, donde se está esparciendo el debate. Está generando realmente un cambio de cultura que está impactando en otros países. Estamos viendo ahorita en Chile que las jóvenes han tomado las universidades, a su vez, cada 8 de marzo vemos ríos de mujeres exigiendo derechos y sobre todo igualdad. Evidentemente este proceso genera reacción. No solo obtenemos cosas positiva, sino que también reacciones de los antiderechos, de las personas que no quieren que las mujeres ejerzamos los derechos humanos en condiciones de igualdad y eso pues al mismo tiempo está generando el fortalecimiento de la democracia. Es una mecha que está prendiendo fuego a lo largo de la región.

 


Daniel Grossman, investigador de la Universidad de California

Sin evidencia de daño mental

Por M. C.

“No hay evidencias de daño de salud mental ni tendencias suicidas o de estrés post traumático en mujeres que acceden a un aborto. En cambio, aquellas a las que se les negó la interrupción de un embarazo que habían solicitado reportan consecuencias negativas tanto socioeconómicas como para su salud física y mental”, destaca Daniel Grossman, investigador y gineco-obstetra de la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos. La afirmación se basa, dice, en recientes hallazgos de la investigación “Turnawaystudy”, para la cual se reclutaron a casi 900 mujeres en 30 clínicas en 22 estados de EE.UU. “En los casos en que se detectaron síntomas de estrés postraumático tenían que ver con antecedentes de abuso sexual o relaciones violentas. Sí, algunas mujeres reportaron ansiedad por el hecho de haber tenido que ir a una clínica de abortos o por haber sedado cuenta de que estaban embarazadas en un momento en que no lo querían. Pero los síntomas de depresión o ansiedad disminuyeron con el tiempo”, agregó Grossman en diálogo con PáginaI12. Para el 95 por ciento el aborto fue la decisión correcta, subrayó. También señaló que las investigaciones demuestran que es 14 veces más riesgoso continuar con un embarazo que practicarse un aborto legal en EE.UU..

 


Joanna Erdman, referente de derechos en Canadá

“La mortalidad llegó a cero”

 

Por M. C.

En Canadá el aborto es legal y no está limitado por ley. Se practica a pedido de la mujer y sin límite de gestación, en hospitales públicos y es gratuito. Algunas provincias tienen sus propias regulaciones y definen las condiciones de accesibilidad. La práctica se despenalizó a partir de una sentencia de la Corte Suprema, de 1988, que declaró inconstitucional la ley vigente que contemplaba el aborto terapéutico pero tenía graves problemas de implementación. Como no se pusieron de acuerdo en el Parlamento para dictar una nueva ley, nunca se llegó a votar, explicó Joanna Erdman, referente de Canadá en la temática sobre aborto legal y reconocida académica a nivel mundial. Según explicó, se realizan unos 100 mil abortos por año, que equivalen a una tasa de 14 procedimientos cada 1000 mujeres de 15 a 44 años. “Entre 1997 a 2005 bajó un 30 por ciento la tasa de abortos en adolescentes porque se llega antes de que se produzca el embarazo no deseado con educación sexual en las escuelas y el acceso a anticonceptivos”, destacó. También precisó que la tasa de mortalidad por aborto es “cero”: es decir, ninguna mujer muere como consecuencia de la interrupción de un embarazo, en Canadá. 

–¿La mujer que pide un aborto tiene que escuchar a un comité interdisciplinario y reflexionar luego sobre la decisión durante varios días, como se exige en Uruguay?

–No. ¿Por qué se le va a exigir esa condición si no se requiere para ninguna otra práctica médica? El aborto no debería ser diferente. 

–¿No hay ningún límite para realizarse un aborto en Canadá?

–Ninguno. Llevar a término un embarazo siempre es más riesgoso que una interrupción temprana.