A través de un mail, Mario Diament define a Moscú como una “reelaboración” del clásico. El proceso de escritura, dice el autor, “fue muy interesante”. “Desde el momento en que me puse a escribir ya no volví a tocar la fuente original. Trataba de conservar el espíritu de Chéjov, pero pasado por el tamiz de mi propia sensibilidad”, explica. También cuenta que le atraía el “significado actual” que podía tener el hecho de que las tres mujeres fueran los únicos personajes con los que el público se encontrara, “en estos tiempos de revaloración de la condición de la mujer”. 

–¿La época impregnó la tarea de escritura? ¿Qué opina de la lucha feminista?

–Como mencioné en otras oportunidades, en la obra de Chéjov, las tres hermanas ocupan una suerte de segundo plano frente a la necesidad discursiva de los personajes masculinos. Y yo vi una oportunidad de concentrarme en ellas, aprovechando que contaba con tres actrices maravillosas (y no soy sólo yo el que lo dice: la gente sale del teatro hablando precisamente de eso). Yo soy un feminista empedernido. Siempre me interesaron las mujeres que actuaban a la par de los hombres. Pero son naturalezas diferentes y eso es lo que las hace tan atractivas para mí desde un punto de vista dramático. 

–¿El teatro le fue ganando espacio al periodismo en los últimos años? 
¿Qué aporta a sus obras la mirada del periodista?

–Es una combinación que a mí me funciona muy bien. Jacobo Timerman decía que yo no era un periodista que escribía teatro, sino un dramaturgo que ejercía el periodismo. Y creo que fue una evaluación muy apropiada. No porque el teatro me hiciera menos periodista, sino por lo contrario, porque la mirada del dramaturgo enriquecía al periodista. El periodismo me dio un lenguaje muy conciso, donde no cabe lo superfluo; la capacidad de reflexionar profundamente sobre la realidad; un sano escepticismo respecto de la ética del poder; una aguda desconfianza de las doctrinas, y una pasión por la investigación. Todo eso, volcado al teatro, es una gran ventaja. Pero yo no abandoné el periodismo: lo enseño en la universidad, lo cual me mantiene rigurosamente al día y me permite trabajar con las nuevas generaciones.